«Una vez a la semana me salto la dieta», reconoce el medallista olímpico, que presenta un libro de cocina
18 dic 2021 . Actualizado a las 17:14 h.Ganador de cinco medallas en cuatro Juegos Olímpicos, al piragüista Saúl Craviotto su paso y triunfo por «MasterChef» le ha permitido pasar de la cocina de «supervivencia» a publicar su propio recetario, en el que presta atención a una alimentación saludable pero sin «obsesionarse», porque él mismo se salta su estricta dieta «una vez a la semana».
«No había cocinado antes, sólo lo básico, muy de supervivencia; y de platos de cuchara cero», reconoce en una entrevista con Efe quien preparó con Pedro y Marcos Morán, de Casa Gerardo (con una estrella Michelin en Prendes) su paso por el concurso culinario de La 1 en su versión de celebridades.
Esas enseñanzas, unidas a una personalidad forjada a base de esfuerzo en el ámbito deportivo y la costumbre de trabajar «bajo presión», se saldaron con otro título más, aunque esta vez fuera del agua, el de ganador de «MasterChef Celebrity» en 2017.
No obstante, el deportista lleva la cocina en sus genes, ya que su madre era cocinera del restaurante familiar de sus abuelos, Rivero, donde reconoce que pasó «alguna que otra tarde», más trasteando que demostrando interés por los fogones.
Al cabo del tiempo ha acabado involucrándose pero como inversor, ya que es partícipe en Arros QD, el restaurante especializado en arroces que tiene en Londres Quique Dacosta, que acaba de sumar su sexta estrella Michelin. «Es un cocinero maravilloso y participar me parece una vía de apoyo a la gastronomía española fuera del país; es un mundo muy interesante», refiere.
El aprendizaje en el programa, la cocina materna y el conocimiento de su mujer, la técnica en nutrición Celia García, se vuelcan ahora en «Las recetas de Saúl Craviotto» (Oberon), una selección de sus platos favoritos «tradicionales, familiares, saludables y con los que se disfruta tanto cocinándoles como cuando te sientas a la mesa».
«Un resumen de mi vida llevada a un libro de cocina, con su lado más deportivo y su lado más familiar, dos pilares imprescindibles en mi existencia», comenta quien disfruta cocinando con sus hijas Valentina y Alejandra.
Aunque como deportista de élite lleva una dieta cuidada y estricta, admite que se la salta un día a la semana: «Los sábados son de pizza, gominolas, palomitas o un helado de medio litro; no es bueno obsesionarse».
También le gusta, cuando puede, comer en restaurantes y tiene su propia ruta que pasa por Casa Gerardo, Sancho, El Sueve, Los Nogales, Ciudadela y Mamáguaja, todos ellos en Asturias, ya que como policía nacional tiene su destino en Gijón.
Y reconoce su debilidad por los dulces, aunque recuerda que no están reñidos con una dieta sana, como demuestran los «dulces bowls» de Celia que cierran este recetario, con propuestas como açaí bol de anacardos, magdalenas de chocolate y remolacha o sándwiches de pera y avena.
Antes hay espacio para sus recetas tradicionales favoritas como albóndigas, fabada, marmitako o fideuá; para la repostería más casera incluye las rosquillas de anís de su madre y para sus platos del día a día, en los que predominan verduras, hidratos de carbono y proteínas, que son «perfectas para estar a tope antes de hacer ejercicio y recuperar después de haber entrenado». Con ellas desmiente que la comida de los deportistas tenga que ser insípida, ya que «se puede dar un toque picante, añadir especias...».
En casa del deportista leridano, que se prepara para estar en los Juegos Olímpicos de París, a los que llegará con 39 años, se cocina en familia siempre que se puede, con preferencia por la cocina italiana, aunque su favorita es la asiática, cuando deciden viajar en el plato fuera de España.
Preparar la comida o la cena con sus hijas supone, además, contribuir a que coman de todo. «Hay veces que les cuesta, hay que hacer pedagogía jugando», comenta. Acostumbrado al esfuerzo y al sacrificio, Saúl Craviotto subraya que hay mucho de eso en los restaurantes. «Tienen una organización tremenda y muchas horas detrás, incluidos fines de semana y festivos, cuando los demás salimos a disfrutar, y eso es durísimo», apunta.
Por eso afirma que «desde luego que sí» pagaría los 360 euros que costará a partir de enero el menú degustación del único triestrellado de Madrid, el DiverXO de David Muñoz, un cocinero al que admira mucho, porque «hacer magia tiene un precio».