Entre el 2012 y el 2018, la economía española logró sentar las bases de un crecimiento sólido gracias, en buena medida, al excelente comportamiento del sector exterior, la creación de empleo y una inflación contenida, un escenario desconocido para el país. Ocurre que en el último tramo del año pasado, el superávit por cuenta corriente se redujo a menos de la mitad y el déficit comercial se duplicó, un deterioro que podría obligar a nuevos ajustes para hacer frente a los elevados niveles de deuda.
Julio G. Sequeiros