La grave crisis institucional italiana, que ha resucitado el fantasma de la ruptura del euro, y la incertidumbre en España castigan las bolsas y espolean las primas de riesgo del sur
30 may 2018 . Actualizado a las 05:00 h.Seis años han pasado de aquella pesadilla. La peor de la todavía corta vida de la eurozona, que a punto estuvo de saltar por los aires. Parece que fue ayer. Y... es que lo fue. Vuelve el fantasma de un euro roto a pasearse por Europa. Y, esta vez, la culpa no la tiene Grecia. Que bastante tiene con lo que tiene. Ahora es Italia. Una de las grandes. La tercera economía de la región. Palabras mayores.
La grave crisis institucional por la que atraviesa el país transalpino trasladó ayer por momentos a los inversores a aquellos aciagos días del verano del 2012 en los que el suelo parecía abrirse bajo los pies del euro. Con las bolsas cayendo a plomo y las primas de riesgo en galopada. Malos recuerdos. Los peores.
Temen los mercados que los nuevos comicios que se adivinan en Italia acaben convertidos en un plebiscito sobre la permanencia o no del país en el club de la moneda única y sobre las instituciones europeas. Motivo más que suficiente para que el dinero, miedoso por naturaleza, se eche a temblar. Si a eso le añadimos que en España el partido del Gobierno ha sido condenado por corrupción y hay una moción de censura sobre la mesa, la tensión se multiplica.
Por eso ayer cayeron las bolsas. Y se dispararon las primas de riesgo. Sobre todo, en Italia, epicentro del terremoto; y en España, escenario de temblores de menor magnitud.
Lluvia de advertencias
A los italianos, además de los golpes de los inversores, les llovieron las advertencias. En casa. Y fuera. Dentro, el gobernador del Banco de Italia, Ignazio Visco, advirtió que el país está a «muy pocos pasos» de perder la confianza de los mercados; y que, si eso llega a suceder, echará por tierra los logros de años de reformas económicas. Fuera, sonó, alta y clara, la voz del BCE. Por boca del vicepresidente Vítor Constâncio, a punto ya de pasarle el testigo a De Guindos.
Cierto es que el mercado sigue confiando hoy en que el BCE volverá a actuar en caso de que el proyecto europeo esté en peligro -«haremos todo lo que sea necesario para proteger al euro», ¿recuerdan?-, pero para ello se han de cumplir una serie de condiciones. Desde luego, no las que dibuja el órdago que han lanzado la Liga Norte y el Movimiento 5 Estrellas en su pulso con el presidente de la República Italiana. Y, en el caso de que el guardián del euro se decidiese a intervenir (comprando bonos italianos a mansalva), eso traería consecuencias: ajustes y disciplina militar en las cuentas públicas. «Las reglas son muy claras sobre esto. Italia las conoce. Quizás deberían echarles otro vistazo», señaló tajante el portugués en una entrevista con el semanario alemán Der Spiegel.
Más duras, pero, sobre todo, desafortunadas -infinitamente- fueron las declaraciones del comisario europeo de Presupuesto, el alemán Günther Oettinger. Vino a decir que los mercados enseñarán a los italianos a «no votar a los populistas». Hasta el presidente de la Comisión, Jean Claude Juncker, tuvo que salir a escena para tratar de sofocar el incendio que las palabras del germano -todo un experto en meteduras de pata- provocaron en Italia y en el Parlamento Europeo.
En definitiva, un escenario este poco propicio para la inversión. El resultado: una desbandada que dejó maltrechas la bolsa y la prima de riesgo italianas. La primera cayó un 2,65 % y la segunda llegó a superar los 300 puntos en los peores momentos del día, algo que no sucedía desde el 2013.
El vendaval italiano sopló también en las otras grandes plazas europeas, que cerraron el día con caídas de más del 1 %. E hizo subir la temperatura de todas las primas de riesgo del sur.
En el caso español, calculan los analistas que fue la causante de dos tercios de la caída que sufrió el Ibex (del 2,49 %), y de que la brecha con el bono alemán se ensanchara hasta los 127 puntos (llegó a 140). El otro tercio lo provocó la inestabilidad política en la que han sumido al país la condena por el caso Gürtel y la moción de censura presentada por el PSOE. Aunque el ministro Escolano lo atribuya todo al temor a un «Gobierno Frankenstein», en alusión al intento del líder socialista, Pedro Sánchez, de llegar al poder con los votos de un amplio abanico de partidos.
Ni uno solo de los 35 valores que componen el Ibex se salvó de la quema. Todos acabaron el día con pérdidas. Lo más vapuleados: los bancos, donde el varapalo más pequeño superó el 4 %. La peor parte se la llevó el Sabadell, con una voluminosa cartera de bonos italianos. Su acciones se dejaron en el camino un 6,82 % de su valor.