Italia, ultradefensiva y en decadencia, mide el nivel de una Bélgica elogiada por todos
13 jun 2016 . Actualizado a las 07:26 h.Bélgica ya no es el tapado. Aunque lleve treinta años fuera de una Eurocopa (a excepción de la que organizaron en el 2000), los Diablos Rojos vuelven con el cartel de candidato a todo. Como favorito en el grupo de la muerte y con Italia, entrada en años y cargada de achaques pero siempre competitiva, como primer escollo.
La selección de Conte, a quien le critican que ya piense más en el Chelsea que en la Azzurra, es menos favorita que nunca. Ha vuelto al fútbol cavernario después de un guiño al juego combinativo y por encima se ha quedado sin elementos esenciales para armar el ataque. Sin Pirlo, Verrati y Marchisio deberían tomar el timón, pero ninguno de los dos estarán por lesión. La solución a tantos problemas ha llegado con la implantación del 3-5-2 como sistema táctico.
Y ese modo muralla parece la principal esperanza para contener el talento de la mejor generación de jugadores que ha dado Bélgica en su historia. Por encima de aquella del mítico Ceulemans. De hecho, los belgas llegan a la cita como la selección número 2 del mundo en el ránking FIFA tan solo superados por Argentina.
Pero también lo hacen después de un patinazo en el Mundial de Brasil que muchos achacaron a un pecado de juventud. Porque los belgas destilan a partes iguales talento, descaro... y pocos años. Wilmots, otro mítico de la historia de los Diablos Rojos, tiene una selección plagada de veinteañeros. Y los jóvenes, en su primer cara a cara con la historia, naufragaron de un modo estrepitoso. No por quedar eliminados ante la Argentina de Messi, sino por renunciar a sus principios y comportarse como un equipo timorato y menor.
Un día marcado en rojo
Hoy es el día de comprobar si la lección está aprendida. Bélgica cuenta con un equipo de tronío, desde la portería con Courtois hasta la punta por Lukaku pasando por jugones del empaque de Hazard o De Bruyne entre otros, una tropa de ensueño que debe cautivar a todos con el juego combinativo y el fútbol de ataque. Una apuesta que no encontrará oposición en un rival encantado de cerrarse, jugar con tres centrales -dispone Conte de la defensa de la Juventus al completo-, explotar los carriles y vivir del error, especialmente teniendo en cuenta las dos bajas defensivas del cuadro belga para la ocasión: Vincent Kompany y Björn Engels.
Falta por saber cómo va a influir en el partido el peso de la historia. Da igual que Italia llegue hecha unos zorros, porque jamás ha perdido su gen competitivo y siempre plantea problemas a todos sus rivales.
Todo, en un duelo que ha comenzado con las dos selecciones jugando al despiste. Wilmots no quiso dar una sola pista y Conte rechazó entrenar en el estadio del partido por miedo a los espías. Dos cuestiones menores cuando se enfrenta un equipo aplaudido por todos y otro a que atesora la nada desdeñable cita de cuatro mundiales y una Eurocopa.