Niegan la incapacidad laboral a un hombre con cinco enfermedades y dolor crónico: «Al sistema no le importamos nada»
ASTURIAS
El Juzgado de los Social número 1 de Oviedo desestima la demanda presentada por Antonio Azcoitia contra el Institucional Nacional de la Seguridad Social. En la sentencia sí se reconocen sus dolencias pero se considera que el asturiano «conserva capacidad para desempeñar las principales tareas de su profesión»
20 sep 2024 . Actualizado a las 08:16 h.Antonio Azcoitia sufre una serie de enfermedades incapacitantes, entre las que se encuentran el Síndrome de Fatiga Crónica, fibromialgia, polineuropatía periférica (los nervios fuera del cerebro y la médula espinal están dañados), varias hernias discales, estenosis lumbar (estrechamiento del conducto vertebral) y artrosis degenerativa en el cuello. El dolor y la infinidad de síntomas que le provocan cada una de estas patologías limitan severamente su vida diaria. Es «incapaz de hacer una sola cosa» y su cuerpo no aguanta «absolutamente nada». A pesar de ello, una reciente sentencia del Juzgado de lo Social número 1 de Oviedo ha dictaminado que este asturiano de 53 años está en condiciones de trabajar.
La juez instructora del caso reconoce que «evidentemente» el profesor interino de biología y también consultor de obras «no puede realizar un trabajo de esfuerzo físico importante, pues ello le ocasiona un cansancio importante». Sin embargo, tras analizar los informes derivados de la exploración llevada a cabo por el médico inspector, considera que el asturiano «conserva capacidad para desempeñar las principales tareas de su profesión». Es por ello que desestima declarar que el afectado se encuentra en una situación de incapacidad permanente absoluta para el desempeño de sus obligaciones laborales y por ende recibir una pensión vitalicia.
«Esta sentencia ha sido un golpe tan duro como difícil de asumir. Siempre he sido una persona echada para adelante y optimista por naturaleza, pero esta sentencia me ha hundido y acabado con las pocas fuerzas que me quedaban», asegura Antonio Azcoitia, quien se vio obligado a cursar la correspondiente demanda contra el Instituto Nacional de la Seguridad Social ante el Juzgado de lo Social número 1 de Oviedo, después de que la entidad pública le denegase la incapacidad laboral que él mismo había solicitado dado su estado de salud.
Pasaron en total trece meses desde que este vecino de Infiesto inició el procedimiento para reclamar judicialmente la incapacidad laboral absoluta hasta que la magistrada encargada de resolver el caso dictó sentencia, denegando oficialmente la declaración de la misma. «Encontró varias ascuas a las que agarrarse para no tener que otorgarme la incapacidad», señala el asturiano, antes de lamentar que en estas situaciones se tenga muy en cuenta el informe de síntesis del tribunal médico del INSS.
«Cualquiera que lo haya pasado, sabe que es para mear y no echar gota, pues es una tomadura de pelo. Si caminas de puntillas, de talones, levantas los brazos y te tocas la nariz con el dedo "estás perfecto para trabajar". Parece mentira que los jueces no sepan lo que pasa en esos tribunales, que incluso ponen en boca de uno cosas que no se han dicho», manifiesta indignado.
En la sentencia se explica que Antonio Azcoitia fue diagnosticado de un síndrome fibromiálgico en el año 2016 y «con posterioridad» se le diagnosticó un síndrome de fatiga crónica. En este punto, la magistrada toma como referencia el fallo emitido por el Tribunal Superior de Justicia de Asturias el 7 de noviembre del 2023, en el que se reconoce la incapacidad laboral permanente a un paciente de SFC por su «peor evolución» desde que debutó la enfermedad y que «la duración de la sintomatología es superior a cinco años».
«Si tengo reconocido el Síndrome de Fatiga Crónica desde solo hace dos años es porque antes una médica me dijo que no me lo diagnosticaba porque para ella mis enfermedades no existían. Además es una enfermedad crónica y sin cura, que tiene altibajos y sus devastadoras consecuencias se tienen desde el primer día y para siempre», señala este vecino de Infiesto.
La magistrada alega además que las citadas enfermedades figuran en «el informe de medicina interna del Hospital del Oriente del año 2023» pero «a diferencia de lo que se recoge en los informes de la sanidad privada», en estos, según el fallo judicial, «no hace calificación de que (el diagnóstico) sea severo». «Que uno de los informes ponga fatiga severa y otro solo fatiga es porque el primero está hecho por uno de los mayores especialistas en SFC que hay en este país. Pero, claro, sabe más el tribunal del INSS, que son médicos sin especialización alguna», explica con cierta frustración Antonio.
En dichos informes se recoge que el dolor es «continuo». «Según el perito, está en relación también con la polineuropatía de fibra fina que se le diagnosticó cuando la fibromialgia», apunta la jueza. Pero, «en relación con esta última», esa situación clínica «no resulta incompatible con su trabajo». «Al menos el de profesor», tal y como se precisa en la sentencia en la que se tiene en cuenta «el hecho que esa profesión se haya iniciado en el año 2020, cuando los síntomas ya se retrotraían cuatro años antes».
Ante esta consideración, Antonio Azcoita señala que «ya estaba enfermo» cuando se cambió de profesión y que lo hizo atendiendo a razones económicas y por supuesto de salud. «Tuve que dejar mi anterior trabajo (consultor de obras) pues eran muchas horas de coche y muchas de ordenador, cosas que mi cuerpo no soportaba. Como hay que comer y yo era autónomo, por tanto no tenía paro, decidí sacarle partido a mi titulación universitaria y empecé a trabajar de profesor interino de secundaria, entrando por el turno de discapacidad», cuenta.
Cambió de profesión para poder seguir metido en el mundo laboral pero en verdad pasó «mucho más tiempo» de baja que trabajando. «El estrés, los desplazamientos y el duro trabajo que supone ser profesor son inasumibles para mi cuerpo», asegura el asturiano, quien lamenta que la jueza responsable de resolver su caso no haya tenido en cuenta este hecho. «Me gustaría recordarle que trabajar es realizar una función con un mínimo de eficiencia y eficacia (básicamente porque alguien paga por ello y espera obtener un rendimiento), algo que en los enfermos de Fibromialgia y Síndrome de Fatiga Crónica es imposible de alcanzar», apunta.
La solución, un cambio de medicación
La sentencia reconoce también que Antonio Azcoitia toma «de forma continuada» tratamiento antihistamínico, «que puede ocasionar algias y mialgias, que es la clínica fundamental que refiere». Sin embargo, la magistrada considera que la solución podría estar en un cambio medicación: «Quizá un ajuste en el tratamiento pueda mejorar la situación», asegura. En el informe elaborado por el médico inspector se recoge además que «la sensación y pérdida de concentración que presenta el trabajo está ocasionada por la medicación pautada para sus dolencias», por lo que «cabe la posibilidad de que un cambio en la medicación suponga una mejoría en su concentración y atención».
«Si bien es cierto que a esas dolencias se añaden otras que afectan a toda la columna vertebral, con degeneración a todos los niveles, en ningún momento supondría una incapacidad absoluta sino que le impediría realizar posturas forzadas en bipedestaciones, subir y bajar escaleras, inspección de obras en construcción, etc.. En la exploración realizada por el médico evaluador no se apreciaron alteraciones como consecuencia de esa dolencia osteoarticular, pues realizaba marcha autónoma y estable, puntillas y talones, la estática y dinámica vertebral se encuentran conservadas, así como el balance articular y muscular en todo el eje axial, así como en miembros inferiores y superiores», apunta.
Son por estas razones por las que el Juzgado de lo Social número 1 de Oviedo desestima «íntegramente» reconocer la incapacidad laboral permanente a Antonio Azcoitia. «Efectivamente no puede realizar trabajo de esfuerzo físico importante, pues ello le ocasiona un cansancio importante, pero conserva capacidad para desempeñar las principales tareas de su profesión. La de profesor le permite alternar la bipedestación y la sedestación y no le obliga a subir o bajar escaleras y no tiene especial requerimiento físico. Su profesión de consultor de obras no consta que exija esos requerimientos físicos que tiene contraindicados», considera.
La emisión de esta sentencia ha caído sobre este asturiano como un jarro de agua fría, dejándole profundamente impactado. «Me siento frustrado, deprimido, engañado, menospreciado… y así podría seguir un buen rato», asegura cabizbajo. Y no es de extrañar. Que no se le haya concedido la incapacidad laboral y, por ende, una pensión vitalicia, le obliga a seguir luchando diariamente con sus dolencias mientras busca alternativas para sobrellevar la situación, sin la protección económica que tanto necesita.
«Evidentemente no me hubiese curado. Mis dolores, mi cansancio que llega a ser extremo seguirán ahí, tendría que lidiar como hasta ahora con las parestesias que afectan hasta a la lengua, con mi cada vez más reducida memoria, sin acordarme de caras y nombres, con mis importantes lagunas, mis migrañas, seguiré sin descansar durante el sueño...pero tendría una vida más tranquila y llevadera», asegura Antonio.
Si no tuviese que trabajar, «no me mataría el estrés, podría dedicarme a cuidarme, podría parar cuando el cuerpo me dice "basta", podría dedicar tiempo a cuidarme, realizando mis ejercicios de estiramiento, acudir a los talleres de memoria o a los tratamientos físicos y psicológicos que proporciona AENFIPA, la asociación que cuida de todos nosotros y nosotras».
Básicamente, Antonio podría optar a tener «un poco de calidad de vida», «algo que no tiene precio, pero que es inalcanzable para los enfermos como yo, pero eso al sistema no le importa nada», lamenta este asturiano, que una vez más ve cómo los jueces y el INSS dejan a la suerte a las enfermos con Fibromialgia y Síndrome de Fatiga Crónica (SFC), «enfermedades que OMS califica por definición como invalidantes e incapacitantes». Confía pero «sin esperanza» en que el Tribunal Superior de Justicia del Principado de Asturias sí reconozca su situación. Ha interpuesto ya el correspondiente recurso de suplicación ante la Sala de lo Social del máximo órgano judicial.