Bajo la dirección del titular Slobodeniouk, ofreció tres suculentos manjares: Claro de Luna, de Debussy/Caplet, vera delicatessen; Sinfonía n.º 1 Clásica, de Prokofief, y Cuadros de una Exposición, de Mussorsky-Ravel
El británico pasó de tocar en el metro de París a convertirse en el nuevo gurú de la cultura moderna con dos discos que son lo mejor de la década; es la voz que hay que escuchar