Análisis del partido propuesto por el técnico del Real Oviedo
24 dic 2017 . Actualizado a las 15:26 h.Nota: 9, sobresaliente.
El partido prometía una partida de ajedrez entre Juan Antonio Anquela y Rubén de la Barrera y no decepcionó. El choque de estilos era evidente y ambos equipos mostraron que son de los pocos conjuntos de la categoría que llegan al parón navideño con una identidad clara. El Carlos Tartiere se vistió de gala y, en medio de un ambiente de optimismo generalizado, el Real Oviedo jugó uno de sus mejores encuentros de la temporada.
La Navidad llega y la sensación generalizada es que el parón le viene mal al conjunto de Anquela, pero con un once tan cargado de minutos y lleno de jugadores veteranos unos días de vacaciones nunca vienen mal. El 2018 comenzará con un calendario de nivel para los azules: El Alcoraz y Vallecas, posiblemente dos de los estadios más difíciles de la categoría, serán las primeras piedras de toque de un proyecto que comienza a ilusionar, y mucho, a una afición con hambre de todo.
El aspecto táctico
Aarón Ñíguez fue la única novedad respecto al once que resistió en Viejo Nervión y ambos equipos saltaron al césped con las ideas muy claras. La Cultural, un conjunto que crece en los partidos mediante la posesión, no se amilanó ante la intensa presión azul y siguió el plan trazado por De la Barrera: centrales abiertos, pivote en el centro e interiores cayendo a banda buscando la confusión entre los carrileros y los centrales azules. Y no le salió mal en un primer momento. Los leonenses demostraron que pocos equipos de LaLiga 123 están más capacitados que ellos para superar presiones tan altas y llegó a poner en aprietos a un Oviedo que aceptó el reto.
Pero como casi siempre en estos últimos dos meses, los azules golpeaon primero. En una jugada sin aparente peligro, Diegui arrancó la moto y en pocos segundos llevó el balón del centro del campo al área leonesa. Aarón, a sabiendas de lo que el canterano es capaz en carrera, acompañó la jugada para recoger el balón y fusilar a Jesús Fernández. Con el tanto los de Anquela se crecieron y el Tartiere con ellos, ahogando por minutos a una Cultural que no salía de su campo. Pero los de De la Barrera se volvieron a recomponer y, tras un pase filtrado al corazón de la defensa carbayona, pudieron poner las tablas. Pero Alfonso Herrero no lo permitió.
Tras el descanso la batalla no cesó. El Oviedo no acusó el esfuerzo del primer tiempo y siguió presionando con muchísima gente el inicio de juego de una Cultural que, a pesar de todo, insistía en su idea troncal. El balón parado volvió a ser clave y juntó a dos de los protagonistas de esta gran racha de resultados: Saúl sacó el guante a pasear y puso un balón perfecto que, ante la pasividad de la defensa de la Cultural, Carlos solo tuvo que empujar. Cuarto gol de un central empeñado en acabar el curso con cifras de delantero.
Los leoneses fueron cediendo poco a poco y solo los chispazos de Señé y Emi Buendía les permitían llegar de vez en cuando al área de Alfonso. La presión azul no cesaba y Jesús Fernandez se fue convirtiendo con el paso de los minutos en el mejor jugador de los visitantes. Cotugno, otro defensa, cerró la goleada gracias a un precioso cabezazo precedido de un también precioso centro de Linares. El Oviedo acabó el partido como lo empezó: mordiendo juntos, defendiendo juntos y atacando (¿quién dijo que este esquema era defensivo?) juntos.
Los cambios
El banquillo azul volvió a ser el mejor reflejo de lo castigado que está siendo este equipo por las lesiones. Nos dicen en agosto que el Oviedo va a acabar un encuentro con los cinco laterales de su plantilla sobre el césped y sería difícil de creer, pero así sucedió ante la Cultural. Aun así, Cotugno demostró que es un jugador de lo más fiable y, tras adaptarse perfectamente en defensa, se tomó la libertad de incorporarse al ataque cual Diegui y dejar un testarazo más propio de un delantero.
Varela y Hidi (qué ganas tiene el Tartiere de disfrutar del húngaro) entraron en los últimos cinco minutos, uniéndose a la fiesta coral pero sin poder aportar gran cosa.