«El nuevo Sporting debe cuidar la cantera gijonesa»

Dani Souto

SPORTING 1905

Gaspar Campos con dos niños del Campus de Mareo
Gaspar Campos con dos niños del Campus de Mareo Real Sporting

Texto de opinión

20 oct 2022 . Actualizado a las 23:12 h.

El tema vuelve a estar sobre la mesa. Repasando diversas etapas de la historia reciente del fútbol base gijonés, raro es el momento en el que no se encuentren diferencias entre el Real Sporting y algunos de los clubes que conforman la estructura de cantera futbolística de nuestra ciudad. Desencuentros que nos han traído hasta donde estamos hoy, con un convenio entre la entidad rojiblanca y el Ayuntamiento de Gijón a través de la Asociación de Clubs de Fútbol Base de Gijón. Un acuerdo que permitió normalizar relaciones y agilizar las sinergias entre todos los involucrados, acabando con el caos que imperaba hasta entonces, cuando cada uno hacía la guerra por su cuenta.

Sin embargo, aún hoy se suceden incumplimientos de dicho contrato adquirido, tanto de una parte como de la otra. El debate vuelve a estar al alza ahora que el Llano 2000, club de la ciudad, anuncia que se sale de dicho convenio, con un jugador aún en edad infantil en el ojo del huracán. Más allá de lo que decida unilateralmente el club, que hace uso y disfrute de instalaciones municipales, este acuerdo con la Asociación carece del rigor y estabilidad que merece una cuestión de tal calado y que sí se da en clubes próximos a nuestra geografía. Si todos pusieran de su parte y cumplieran con su cometido -seguramente esté pidiendo en exceso- no estaríamos abordando estos asuntos.

El Sporting incumplió en más de una ocasión el acuerdo, que le permite -o limita-, entre otras cosas, llevarse un máximo de dos jugadores por equipo dentro de un mismo club, algo que no siempre ha respetado. Del mismo modo, los clubs de fútbol base tampoco han sacado siempre las ventajas que ese convenio les ofrece, no acudiendo a cursos que daba el club a los entrenadores de la ciudad, una obligación tan débil que no sumaba el interés de ninguna de las partes, con apenas un par de charlas al año. Todo esto ha terminado generando desconfianzas entre las partes.

¿Y en qué se ha traducido? En un panorama que no beneficia a nadie. En los momentos más oscuros de la gestión de la familia Fernández a Mareo se le dio de lado, se saltaron el convenio en multitud de ocasiones como consecuencia de su mala gestión de la cantera y esto generó malestar en el fútbol base. Desde entonces, algunos clubes dieron prioridad a entidades más allá de nuestras fronteras regionales, lo cual no gustó ni en Mareo ni en el propio Ayuntamiento. De aquellos barros, estos lodos. Hoy a todos nos escalda ver cuando un guaje sale de nuestras canteras rumbo a la de un equipo de Primera División ubicado más allá del Principado, una consecuencia de toda la desconfianza generada de un tiempo a esta parte.

Orlegi tiene el beneficio de la duda, pues su gestión se tiene que ir estableciendo con el paso del tiempo. Un tiempo que para algunos ha sido ya insuficiente, pero que tampoco ha hecho tambalearse los cimientos del fútbol base gijonés. Ya lo dijo Alejandro Irarragorri: "no hay que culpar a los clubes que vienen de fuera a llevarse nuestros canteranos, hay que trabajar por darles lo mejor aquí y que sus padres y ellos no quieran irse de Mareo". En eso tiene razón, y el trabajo pasa en parte por cuidar también lo que tiene fuera de casa, empezando por las relaciones con el resto de canteras gijonesas, que al final son las que nutren en buena medida esa Escuela de Mareo.

Más allá de la dotación económica y de material, con la que el grueso de clubes no muestran especial descontento, aunque todo se pueda mejorar, caben varios campos en los que reforzar la confianza: detallar un nuevo contrato con la Asociación, actualizado a la situación actual, considerando tanto los movimientos de los jugadores como las ayudas que se ofrecen a los clubes o también inmiscuirse en mayor medida, y con garantías, en la formación de entrenadores de base más allá de Mareo.

No es productivo que se mantenga esa apuesta por fichar a todos los jugadores que destaquen en la región con la excusa de que se les quiere formar únicamente con la metodología que se imparte en Mareo. Es como aquello de "da un pez a un hambriento y comerá un día o enséñale a pescar y comerá toda su vida". Si formas a los entrenadores con la filosofía que quieres implementar en Mareo, dotas de buen material al resto de clubes y las instalaciones se siguen manteniendo en un buen estado -cuestión que depende del Ayuntamiento-, no cabe lugar para la desconfianza. El Sporting siempre va a tener preferencia por proximidad, pero para ello debe mantener sana su relación con el fútbol base gijonés. No es admisible que aún estemos con estas historias de clubes que abandonan convenios sin que haya consecuencias.

Orlegi tiene ahora la pelota en su tejado. En su mano está cuidar una de las cosas que nutren al Sporting en su sentido más puro: la cantera. Más allá de cambios de nombres, planteamientos, filosofías y reformas -que todo ello también-, su entorno, el fútbol base gijonés, también pide reformular ciertas cuestiones y comportamientos. Ya hay pactada una reunión, lo que ya es un paso al frente, pero debe darlo con firmeza. Ahora solo queda esperar que acierten. El estadio, el escudo, los colores y Mareo; esas son las señas a cuidar en el Sporting.