¿Sabes qué es el floréu?: todo sobre el sonido que dice cómo es un gaitero asturiano como músico
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LA VOZ DE OVIEDO

Los maestros de gaita Ricardo Soberado y Balbino Menéndez han escrito un libro sobre esta pieza musical breve y de carácter improvisatorio. Es además una de las señas de identidad de la gaita asturiana
30 ene 2025 . Actualizado a las 12:43 h.No se conoce con exactitud cual es origen de la gaita, pero lo que sí está claro es que es el instrumento musical más representativo de Asturias. Se ha convertido en todo un símbolo de la identidad cultural del Principado. Casi siempre acompañada por el tambor, lleva desde tiempo inmemoriales amenizando romerías, festividades locales, celebraciones religiosas y todo tipo de eventos. Su sonido es tan característico que resulta ser fácilmente reconocible. Que sean distinguibles es, en parte, gracias al floréu.
Este recurso técnico es el responsable de dar vida y dinamismo a todas y cada una de las piezas que se tocan con esta especie de cornamusa. Requiere además un gran dominio por parte del gaitero. «Cuando escuchas a un gaitero florear, no te hace falta escuchar mucho más para saber cómo es ese gaitero como músico. Los conocimientos, la destreza, la técnica, el gusto, el estilo... queda definido en ese floreo», asegura Ricardo Soberado, maestro de gaita.
Se trata de una melodía «tan de gaita asturiana» que el que lo escucha, «aunque no sepa nada de gaita», siempre lo relaciona con este instrumento de viento formado por fuelle al que se une un tubo de alimentación y otro sonoro. «Siempre tenemos algunas canciones, como el Himno de Asturias, Chalaneru o El Xiringüelu, que la gente identifica a la primera. Pero, cuando escuchan un floreu también lo identifican con la gaita asturiana. De hecho hay gente que tiene este sonido como tono de llamada», manifiesta el ovetense.
Aunque es ampliamente reconocido y admirado dentro del ámbito musical tradicional, el floréu ha sido poco estudiado desde un punto de vista académico y técnico. Apenas existen investigaciones en profundidad sobre esta pieza que tocan los gaiteros asturianos para, principalmente, introducir las canciones. Pero, gracias al trabajo de documentación que Ricardo Soberado ha realizado con Balbino Menéndez, se sabe ya mucho más sobre sus características y el papel que desempeña dentro del contexto cultural de Asturias.

Con la recién publicación de El floréu de gaita asturiana, estos dos maestros de gaita en la Escuela de Música Tradicional del Ayuntamiento de Oviedo han hecho una aportación «muy interesante» al estudio y la difusión de una de las señas de identidad de la gaita asturiana. «Hemos proporcionado información clara y concisa sobre este recurso musical», aseguran los autores de este libro divulgativo que pretende «llenar ese vacío» de conocimiento existente sobre este recurso técnico que además de utilizarse como preludio se emplea para rematar una pieza musical.
«Se florea también para marcar transiciones entre distintos bailes, para acompañar la voz de los cantantes o dar descanso en las piezas de tonada asturiana», explica Balbino Menéndez, antes de señalar que este recurso musical es también utilizado para «llamar al baile» a quienes lo escuchen. Otra de las características de esta pieza instrumental que se emplea además para afinar la gaita es que es breve. «Apenas dura treinta segundos», precisa.
Tiene además la peculiaridad de ser de ritmo libre y de tener un carácter «improvisatorio y virtuosístico». «Los gaiteros procuraban que fuera su sello de identidad, es decir, hacían sus propios giros a los floreos para que les identificasen por esa manera de tocar», dice. En este sentido pone como ejemplo los floreos que hacía Ramón García Tuero, más conocido como El gaitero Llibardón, «Esa manera que tenía de florear se perdió», lamenta. También José Remís Ovalle, El gaitero mayor, hacía este tipo de preludios. En su caso fue un paso más allá y creó una pieza exclusiva que duraba mucho más que un floréu en sí. Sin embargo, «no consiguió crear tendencia».
Para conocer todos estos datos y llegar a estas conclusiones, Ricardo y Balbino estuvieron casi cinco años realizando un arduo trabajo de documentación. Fue antes de la crisis sanitaria derivada de la pandemia cuando estos maestros de gaita decidieron hacer un análisis en profundidad sobre el floréu. «Habíamos escrito ya un libro juntos, estaba más bien pensado para la docencia, y como funcionó muy bien el trabajó en común, decidimos hacer un segundo porque nos prestó mucho. Esta vez, nos parecía que el floréu era una materia que merecía la pena investigar y estudiar», dicen.
Antes de ponerse manos a la obra, se repartieron las tareas según «la afinidad y la facilidad» de cada uno para después poner en común los resultados obtenidos de todo el trabajo de documentación. «Cada uno daba forma a su parte, pero después escribíamos en base a las conclusiones que consensuábamos entre los dos», precisa Balbino Menéndez. Para que se entienda, a través de un ejemplo, Ricardo se encargó de transcribir a lápiz los audios en los que se escuchaban floreos. Se servía para ello de un software de edición de sonido para «relativizar o ajustar el tono».

Tras este laborioso trabajo, volvió a escuchar de manera reiterada todos y cada uno de los audios que previamente había analizado. En esta segunda parte del proceso de transcripción ya participó Balbino para así poder ajustar «toda la estructura, la rítmica, la ornamentación...». Después, los dos maestros de gaita llevaron el sonido a la partitura e hicieron una nueva escucha para comprobar que el trabajo que habían hecho se identificaba con la fuente original.
Realizaron un total de 239 transcripciones, de las cuales 159 eran floreos de entrada, 39 de descanso y 41 de salida. Esta muestra permite representar los floreos que se tocan por las distintas zonas geográficas de Asturias, mostrando a su vez la variedad de preludios que existen y la calidad de los mismos. Estos han sido interpretados por 67 gaiteros, «el mayor número que pudimos documentar». No obstante, estas transcripciones apenas representan «un 10 por ciento de los audios» que Ricardo y Balbino han analizado porque habrán escuchado «más de mil».
Escuchar cada uno de los audios e indicar en una partitura cómo debe de interpretarse ha sido una de las partes más complicadas a la hora de escribir este libro. «Esas grabaciones son difíciles de conseguir, porque la mayoría de ellas no están en internet a disposición de todo el mundo, sino que pertenecen a archivos de instituciones públicas, asociaciones o personas particulares. Tuvimos, por tanto, que ir picando puerta por puerta para conseguir esos audios», asegura Ricardo, antes de agradecer el buen trato recibido.
Además, hay que tener en cuenta que en ciertos momentos de la historia no ha habido ningún tipo de grabación. «Entre la preguerra y la posguerra, es decir, entre 1935 y 1950, no existen audios de floreos», precisan los maestros de gaita, que llegaron a documentar grabaciones de principios del siglo XX. Pero, «podemos intuir que en 1885 ya existían por la coreografía musical», dicen.
Sobre los orígenes
La primera vez que se habla de floréu fue a mediados del siglo pasado. «Las primeras referencias escritas que encontramos son a raíz de algunos concursos de gaita que se celebraron en torno a la década de los 50», explican. Un término que los maestros de gaita vinculan a José Remís Ovalle. «Fue quien desarrolló este preludio y además fue quien dio ese nombre a esta obra musical, por esas florituras, adornos o toques de virtuosismo que el gaitero hacía», argumentan.
Que hasta mediados del siglo XX no se mencione el término floréu, no quiere decir que los gaiteros hasta esa fecha no floreasen para calentar, afinar y poner a prueba el instrumento. Todo lo contrario. Lo que pasa es que a esta pieza musical que condensa muchos matices técnicos, artísticos y estilísticos y se utiliza también para introducir las canciones, llamar al baile o para dar el tono al cantante de tonada se denominaba con anterioridad «escalas».
Más allá de ser un libro de partituras
Todo este trabajo de documentación lo han condensado en un didáctico libro en el que además de explicar el nacimiento y el origen de la palabra floréu, los dos maestros de gaita analizan las características que lo definen y las causas que determinaron su estructura. Explican también en qué momento, de qué manera y para que se toca, aparte de aportar las partituras con los correspondientes audios de los distintos preludios que transcribieron. Si se escanea el código QR que aparece en el propio libro se tiene acceso a los diferentes audios, algo que «resulta fundamental para poder interpretar».
¿El floreu, patrimonio cultural inmaterial ?
Con El floréu de gaita asturiana, Ricardo y Balbino buscan promover el conocimiento, el uso, la recuperación de esta pieza musical. Pretenden también que la sociedad tome conciencia sobre este recurso técnico, ya que es «un patrimonio más de nuestra música tradicional». «Tiene las características para ser patrimonio cultural inmaterial, aunque nosotros no entramos a debate si se debe promover o no este reconocimiento. Pero lo que sí estamos seguros es que es una expresión única y además muy identitaria porque el floréu está más desarrollado aquí que en otros sitios», sentencian.