Calzados Veneto se despide de Oviedo: «Me da mucha pena, pero todo llega»

LA VOZ DE OVIEDO

Amelia Miranda en el interior de Calzados Veneto.
Amelia Miranda en el interior de Calzados Veneto.

Amelia Miranda colgó esta semana los carteles de «liquidación total por jubilación» y echará el cierre cuando se agoten las existencias. Antes, está recibiendo un aluvión de clientas que no quieren dejar pasar la oportunidad de hacer la última compra en la histórica zapatería de la calle Uría

17 sep 2023 . Actualizado a las 14:07 h.

«Liquidación total por jubilación». Con esos carteles colocados a principios de esta semana en el escaparate, Amelia Miranda anunció el cierre de Calzados Veneto, la icónica zapatería de la calle Uría de Oviedo. Desde entonces, sus clientas se han agolpado frente al escaparate y hasta han hecho cola para entrar y hacer sus últimas compras aprovechando los descuentos. Pero sobre todo con la intención de despedirse de su dueña, que regenta uno de los negocios con más historia de la principal arteria comercial ovetense. 

Hace algo más de 58 años que sus padres, Enrique Miranda y Amelia Rodríguez, abrieron las puertas de este local. Fue un 5 de abril de 1965, fecha en la que Uría contaba con dos grandes almacenes y multitud de tiendas que la convertían en la zona comercial por excelencia de toda Asturias. Su madre siempre estuvo vinculada al sector de la zapatería, donde empezó a trabajar en Gijón cuando solo tenía 14 años. En ese famoso establecimiento fue la encargada de la sección de artesanía, en la que se encontraban los zapatos hechos a mano y con mejores acabados

Allí conoció también a Enrique, su marido. Juntos emigraron a Venezuela, donde estuvieron ocho años. A su regreso, tenían clara la idea de montar un negocio por su cuenta y tras barajar la opción de instalarse en Gijón, encontraron el local ideal en la calle Uría de Oviedo y apostaron por los zapatos, el sector más conocido para ellos. «Había muchísima gente que conocía a mi madre por su trabajo y además ella controlaba muy bien a los fabricantes», relata Amelia Miranda para explicar que esa experiencia llevó a sus progenitores a apostar por dedicarse a la zapatería. 

Escaparate de Calzados Veneto, en la calle Uría.
Escaparate de Calzados Veneto, en la calle Uría.

Ella era una niña cuando abrieron Calzados Veneto, en la misma ubicación donde se mantiene hoy en día. Por eso llevaba «toda la vida oyendo hablar de zapatos». Viajaba con sus padres a muchas ferias a Alicante, Madrid o Baleares, un mundo por el que empezó a sentir una fascinación que no ha hecho más que crecer a lo largo de los años. Pese a ello estudió Derecho y se planteó opositar, lo que suponía irse de Asturias. Tenía 21 años y mientras lo pensaba, ayudó a sus padres en el negocio familiar. «Y aquí me quedé», celebra Amelia Miranda echando la vista atrás. 

Poco a poco fue descubriendo las peculiaridades del negocio y conociendo a los clientes, ya «habituales» por aquel entonces. En todo este tiempo ha mantenido el tipo de producto con el que ya trabajaban sus padres: «Zapatos de mucha calidad, lo que se llamaba artesanía, todo con acabados muy pulidos y muy exquisito», confirma. De hecho, en estos días de despedidas ha recibido muchas visitas reseñables, entre ellas la de un párroco de Oviedo «que había comprado unos zapatos en el 72 que le habían costado 900 pesetas, que era carísimo entonces, y dijo que estaban como nuevos», rememora. 

También ha seguido yendo a ferias para hacerse con piezas exclusivas y diferentes que ofrecer a sus clientas, porque dejaron de trabajar el zapato de hombre en 1982 para dedicarse únicamente al femenino. Allí escogía las piezas que luego vendía en Calzados Veneto a una clientela «muy exigente», una cualidad con la que ella se ve identificada. «Siempre nos mantuvimos en el zapato de alta gama, de calidad», confiesa.

Ahora toca disfrutar de la merecida jubilación, lo que supone bajar la trapa de una zapatería que sus padres pusieron en marcha y en la que ella mantiene la esencia hasta el final. «Tengo dos hijas y ninguna de las dos quiere seguir con el negocio, yo no tengo hermanos, entonces bueno, no queda otra que cerrar», admite. Una decisión que, reconoce: «Me da mucha pena, pero todo llega». Todavía no tiene fecha porque quiere agotar las existencias antes, aunque espera poder cerrar «en uno o dos meses», contando con el alto ritmo de venta de los últimos días. No obstante, para la próxima Navidad Calzados Veneto ya será historia del comercio de la calle Uría de Oviedo

Lo que más echará en falta será a las clientas y «hacer las compras del calzado e ir a las ferias», algo que vive «mucho». Eso ha permitido que la gente identifique su negocio con «zapatos muy distintos y muy bonitos», por lo que asegura que se ha esforzado siempre. Y también ha provocado que un perfil «muy variado» de mujeres hayan acudido siempre a la tienda. «Hay desde gente muy joven que se acostumbró a comprar con sus madres aquí y luego fueron trayendo a sus hijas y hasta a sus nietas. Eso es lo más destacable», celebra Amelia Miranda.

Esa exclusividad permitió además que pese a notar el auge de las compras por internet en el negocio durante los últimos años, Calzados Veneto siempre haya mantenido la clientela habitual. «La gente que viene aquí quiere una atención personalizada y que les oriente, incluso hay mujeres que vienen con la ropa a ver qué zapato les va mejor, eso no te lo ofrece internet», reivindica. 

Estos días son muchas las clientas que se han pasado por el local a despedirse y a agradecer a Amelia el trabajo que tanto ella como sus padres desarrollaron en los 58 años de historia del negocio. «La gente me dice que dónde van a comprar ahora, que zapatos como estos no los hay en ningún sitio. De hecho está viniendo gente de Gijón, de Avilés, de Mieres… de toda la región, porque tengo mucha clientela de fuera de Oviedo», celebra. Por eso el balance de Amelia para toda una vida dedicada al negocio familiar es «estupendo» y está segura que las clientas también extrañarán las visitas a Calzados Veneto.