La ciudad ha dejado ser una capital dormida en verano y ha sabido transformarse en un destino turístico elegido por su cultura, su gastronomía, su patrimonio, su climatología y el carácter de sus gentes
07 ago 2019 . Actualizado a las 13:34 h.La ciudad respira verano. Oviedo se ha metido de lleno en el circuito turístico. La imagen de una ciudad dormida, cuando el fin de curso vaciaba sus calles y caía en un letargo casi obligado que despertaba en septiembre con las fiestas de San Mateo y con la vuelta al colegio, forma parte del pasado. Han transcurrido dos décadas desde que el ovetense, resignado, observaba con recelo y cierta envidia a otras zonas de la región que ya saboreaban las mieles del éxito. Conocían sus fortalezas. Y Vetusta guardaba muchas. Solo había que explotarlas.
El turismo cultural encendió la mecha a finales de los años 90. Comenzó a mostrar sus tesoros y entró en una constante evolución que ha colocado a la ciudad como un destino obligado del norte de España. Oviedo está en el mapa del verano. Pasear por sus calles es un ir y venir constante de turistas. La Regenta, testigo directo de la ciudad, da la bienvenida a todos los caminantes que se adentran en el casco viejo de la ciudad. La Catedral de El Salvador, la Capilla de la Balesquida, la casa de la Rúa (el edificio más antiguo del Oviedo Antiguo que data del siglo XV), abrazan a la protagonista de la novela de Leopoldo Alas «Clarín». Recorrer la zona antigua, visitar las joyas del Prerrománico asturiano, descubrir las reliquias de la Catedral, adentrarse en el mercado de El Fontán y disfrutar de la buena gastronomía son los puntos fuertes de una ciudad que ha tomado el pulso al verano y que ya no sabe parar. Oviedo es un cruce de caminos. Acoge al turista que la elige como centro estratégico para establecer su residencia y desde ahí desplazarse y conocer otros puntos de interés de Asturias, y al que aprovecha para viajar desde su destino de costa a la capital asturiana.
Los últimos datos del INE (Instituto Nacional de Estadística) dan buena fe y la sitúan como la más visitada de Asturias superando 460.000 turistas en 2018. A falta de conocer cómo se comportarán los meses estivales, los resultados de 2019 son positivos. A las puertas del verano (cuando se espera la mayor afluencia), la capital roza los 150.000 visitantes. Mes a mes, la capital suma y crece. Oviedo ha sabido conquistar al turismo. Se palpa en las calles y lo constatan las cifras oficiales. No para en verano: en una década ha sumado 60.000 visitantes.
Un turismo familiar y de pareja
La ciudad ha sabido adaptarse al turismo. En su constante evolución sabe que con cada estación, cambia el visitante. Si en primavera y en otoño la mayoría viaja por negocios o por ocio en grupos organizados, durante estos meses son familias y parejas. Es un turismo familiar que busca una ciudad tranquila. ¿Qué les engancha? Además de todo lo que ven y que incluso pueden degustar, hay dos grandes bazas que juegan un papel importantísimo en el despegue turístico. Son la climatología y el carácter abierto de los ovetenses. No hay duda, Oviedo es apuesta segura de que los termómetros van a ser benévolos. «Nos eligen por nuestra climatología. Nos confiesan que aquí pueden pasear, dormir y disfrutar de la vida de la ciudad», confirma David Estévez, vicepresidente de la asociación Profesional de Informadores Turísticos (APIT) y guía de turismo de Tyques Turismo Cultural. Además, el carácter del ovetense les arropa. «Les encanta la autenticidad, su manera de ser, de vivir, cómo les invitan a compartir su ciudad, su gastronomía, a participar en sus fiestas y en sus costumbres», recalca el vicepresidente. No hay zonas con la etiqueta exclusiva del turista. La ciudad se abre al visitante y lo acoge, sin más.
Además la pueden saborear. En el corazón de Oviedo, la calle Gascona, situada a escasos metros de la Catedral ha sabido evolucionar durante estas dos décadas. Convertida hoy en Bulevar, decenas de sidrerías ofrecen menús asturianos, ‘folixa’ y buen ambiente. Es un reclamo turístico. No hay visita a la ciudad sin antes despedirse con un ‘culete’. La excepción es no hacerlo. La familia Hernández, de la sierra de Madrid lo tiene claro. «Venimos a comer fabada, cachopo y a tomar sidra», confirman. Han optado por instalarse en Oviedo. Desde su hotel se desplazan en coche por el resto de Asturias. Los madrileños son los que más nos visitan. Le siguen los catalanes y los vascos. El turismo nacional representa cerca del 85%. Es un porcentaje elevado, y ahí está el pero. No tanto por lo que supone el turismo interior, sino por la escasa presencia del extranjero. Con los años el sector reconoce que ha ido creciendo pero aun así, está lejos de los registros de otras capitales.
Impulsar el turismo extranjero
Es la asignatura pendiente: atraer turismo internacional. Lo dicen los expertos turísticos, sin titubeos. Según sus datos, representa solo el 15% de los veraneantes. Coinciden en que el problema no está tanto dentro, es decir, en la ciudad en sí, sino en la dificultad que tiene el viajero para llegar. El problema de las comunicaciones es una traba que no hace nada el fácil el viaje hasta la capital. «No acaba de cuajar», indica Estévez. Una reflexión con la que coincide el presidente de Otea Oviedo (Asociación de Hostelería y Turismo Oviedo), David González. «Recibimos mucho turismo interior, pero falta explotar el internacional», remarca. Por nacionalidades, en la proximidad de Portugal ha encontrado un buen filón (el país luso siempre está muy presente en las quinielas de los ovetenses para una escapada). Además, han dejado sus huellas turcos, asiáticos (indonesios, filipinos, japoneses y coreanos), grupos de rusos, ucranianos y de Kazagistán. Dentro de Europa, el viajero francés y el anglosajón continúan liderando el ranking.
Oviedo tiene que abrirse al mundo. Y lo sabe. Para darle un empujón que la coloque en el disparadero, el presidente de Otea Oviedo insiste en la necesidad de aprovechar aún más los recursos y el potencial de una ciudad que, recalca, puede presumir de tener una amplia oferta hotelera y hostelera de calidad. «Hay que vender Asturias como un producto turístico único y nuestra ciudad tiene un papel fundamental por su ubicación, por su capitalidad y por su amplia oferta cultural. Hay que ponerlo más en valor», remarca.
Su marca más internacional, los Premios Princesa de Asturias, es su mejor pasaporte. La ciudad lo sabe y le ha querido corresponder con un guiño. A escasos metros de la estatura de Woody Allen ?galardonado en 2002?situada en el centro de la ciudad, descansa Mafalda sentada en uno de los bancos del Parque de San Francisco, uno de los pulmones verdes de la capital. Oviedo suena en el mundo. Faltan medios para hacer el viaje aún más atractivo. Es cierto que cada vez son más los que nos visitan de otros países, muchos de ellos llegan porque han decidido hacer el Camino de Santiago. En el turismo extranjero ha encontrado un filón, son peregrinos.
Y si el turismo cultural supo dar el pistoletazo de salida para conquistar el corazón del turista hace dos décadas, no se puede olvidar otra de las señas de identidad: el verde. Los alrededores de la capital son un espacio que cuentan con un potencial para explotar el turismo rural. «Hay que concederle más protagonismo», reclama David González. Habla, por ejemplo de Las Caldas, de Latores y de los núcleos que abrazan la ciudad y que por su proximidad ofrecen las ventajas de huir de la urbe pero, al mismo tiempo, de descansar a escasos kilómetros.
En general los registros turísticos son buenos y a futuro la tendencia es que siga creciendo y conquistando nuevos mercados. El sector coincide en que hay aspectos que mejorar y nichos donde trabajar. David Estévez, que comenzó hace 15 años a programar visitas turísticas, reclama un centro de recepción de visitantes, un espacio con acceso a información de la ciudad, tiendas, aseos-, donde además reserve aparcamiento para los autobuses. Los terrenos de La Vega, en pleno corazón de la ciudad, serían, a su juicio, una buena ubicación. En cualquier caso sabe que es una demanda a largo plazo.
Lo cierto es que es verano, tiempo de vacaciones y de mimar al viajero. El sector aplaude la transformación que la ciudad inició a las puertas del siglo XXI y que supo darle continuidad. Un giro de tuerca que consiguió instalar el verano en sus calles. Oviedo ya no cierra por vacaciones. Está más viva que nunca.
Los cambios en el sector hotelero
Sin internet no hay negocio. La ciudad evoluciona y también lo hace el turista. Los intereses del cliente del siglo XXI poco tienen que ver con los que buscaba el de los 90. La sociedad cambia y con ella sus gentes. Las necesidades no son las mismas y el trabajo de cara al público exige estar a la última para no quedarse atrás. En la elección está el resultado: se trata de ir con los tiempos o quedarse anclado y correr el riego de desaparecer. Hoy en día un establecimiento sin red wifi no vende. Sin internet y sin estar en la red.
La era digital ha dado un vuelco a la forma de trabajar y a los canales de información. Rafael Ramos ha sido fiel testigo de la evolución del sector. Dirige el Hotel Astures desde hace 16 años. Cuenta cómo los nuevos tiempos obligan a estar al día, a cambiar el chip y apostar por la publicidad en la red. Lo tiene claro. Si un hotel no está en en los portales de moda prácticamente no existes para el cliente. «La mayoría de las reservas son online», confirma. Una nueva publicidad que tiene sus pros y sus contras y que permite llegar a un público hasta entonces casi inaccesible con un solo click. Ocurre igual con los apartamentos turísticos. Hoy en día existen diferentes portales donde el turista puede encontrar un piso a su medida. Solo necesita una conexión a internet. Rafael Ramos no solo ha vivido la transformación turística de la ciudad, también la del sector. Como David González, presidente de Otea Oviedo, que cree que la normativa no ha sabido seguir el ritmo. Explica que en algunos aspectos se ha quedado atrás, no ha evolucionado y necesita una revisión.
El periodo estival ya ha echado a andar y los números son buenos. Los establecimientos hosteleros de la región rozan el 80% de ocupación y hay semanas en las que ya cuelgan el cartel de completos. Y aún queda mucho verano.