China y EEUU: en guerra también por la inteligencia artificial. Y en el Vaticano rezan y escriben (III)

OPINIÓN

Inteligencia artificial
Inteligencia artificial FREEPIK | EUROPAPRESS

09 mar 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Del azar —se dice— que es como Dios, en el cual muchos creen, con certeza absoluta, y otros no creen, con parecidas certezas. El filósofo Julián Marías explicó el interesante origen de la palabra azar: «Esa palabra —dijo— procede del árabe, zahr, acaso idéntica a la palabra que significa flor y que aparece en nuestro «azahar», tal vez de la flor pintada en la cara de los dados» (Antropología metafísica, capítulo 26, bajo el atractivo título de Azar, Imaginación y libertad.

Unos, los antes llamados «de letras», son de las emociones y sentimientos, alegres y creyentes en el azar; los otros, los llamados «de ciencias» o de números, matemáticos y más tristes, no creen en el azar por considerar que en él hay determinismos desconocidos; o sea, que el azar es asunto de ignorancias. Lo mejor es ser de ciencias y de letras, pero para ello, acaso, hay que haber sido un poco autista. Un problema.

Tres hechos que no son casuales o azarosos, sino causales:

A.- La llamada inteligencia artificial es de ciencias o de números, que por eso se denomina digital; es matemática, sin emociones por ahora; ni siente ni padece. Los fríos algoritmos, estructuras lógicas, lo controlan todo. Y ello, base de la programación informática, que está llena de datos que son números. Dicen que los grandes manipuladores de las máquinas que computan, no creen en Dios; solo creen en dioses menores, como en el dios del dinero o en Trump al que compraron, al que llaman traidor.

B.- Los matemáticos y matemáticas no tienen el sueco Premio Nobel, habiendo premios Nobel de todo tipo, menos de Matemáticas; de letras sí los hay. Y ello ¿por qué? —se preguntarán—. Pues por una razón más bien triste, explicada por un matemático en el siglo XX que, naturalmente, no creía en el azar y que se llamó René Thom, ya fallecido. Este manifestó que la esposa del sueco Alfred Nobel mantuvo una relación adulterina con Mittag Leffler, el gran matemático sueco de aquel tiempo, que si Alfred, el de la pólvora y esposo burlado, hubiese instituido un premio para los matemáticos, el que lo hubiese tenido que recibir sería el amante de su esposa. Por vergüenza no hay Premio Nobel de Matemáticas.

C.- Georg von Wallwitz, natural de Múnich, matemático y filósofo, es autor de un libro, publicado en España (editado por Acantilado), ahora mismo, en 2005, sobre la vida del matemático David Hilbert, acaso el más prestigioso de la primera mitad del siglo XX, del cual proceden, herramientas técnicas que utilizamos a diario, caso de los ordenadores. En el Prólogo, redactado por el mismo autor del libro, escribe: «Conceptos como big data, inteligencia artificial, o criptografía se basan en modernos métodos matemáticos que han pasado a formar parte de nuestra vida cotidiana».

Acaso por efecto del azar, que no sé, resultó que el autor del Prólogo, con denominación «De una sola ojeada», del libro Parpadeos de El Roto, antes OPS, el de las viñetas, fuese Basilio Baltasar, el mismo que escribiera Contra la tiranía del algoritmo, y el mismo que escribiera las tres páginas de alabanzas al escritor catalán Rafael Argullol, el de «la renovadora mirada sobre la condición humana», tal como escribe en el libro Rafael Argullol: caminar, pensar, escribir (Acantilado/enero 2025). Y un Argullol que escribió: «Nunca la tecnología había estado de tal modo en el centro de la vida. El hombre acepta el sacerdocio de la máquina. Nada a nuestros pies parece firme, ni siquiera el vestigio de una pálida eternidad. En consecuencia, bailamos alrededor del Becerro de Oro y adoramos los ídolos que prometen la infinitud».

Continuando con la gobernanza de la inteligencia artificial:

En la 2ª parte escribí de los tres modelos emergentes de la IA, señalando que únicamente hay dos gigantes, China y EE.UU., no La Unión Europea, aunque, para la inteligencia artificial, se aparquen muchos dineros, acaso tantos y parecidos a los que India, Emiratos Árabes o Australia invierten para lo mismo, sin llegar a ser gigantes como son los chinos y los norteamericanos. La regulación y gobernanza de la IA son un problema necesario y complicado. Escribe Luciano Floridi que más importante que la innovación es la gobernanza de lo digital, es decir, lo que hacemos con ello, «porque las tecnologías digitales tienen el potencial de ser tan poderosas y perturbadoras, también introducen riesgos proporcionales a dicho potencial».

Y al escribir en general sobre la inteligencia artificial interesa centrarse en un tipo de ella, la llamada generativa, de muchos riesgos a corto y largo plazo (Gary Marcus), a la que en el Manual de Derecho Digital de Moisés Barrio Andrés (Tirant lo Blanch, 3ª Edición 2024) se situaría entre la IA «débil» y la IA «fuerte», más cerca de la «fuerte», con pretensión de igualar o exceder la inteligencia humana, quedando aparte la tercera modalidad de IA, la «super inteligencia» del fututo. Paradigma de lo generativo son los dos principales «robots conversacionales» o chabots, el americano ChatGPT, en el mercado desde noviembre de 2022, y el chino DeepSeek, en el mercado desde finales de enero de 2025.

El modelo de gobernanza de los americanos, especialmente bajo la presidencia de Trump, el de los tintes en su escaso pelo y de America first, es de regulación escasa (hay muy poca regulación en EE.UU. sobre IA), estando aliados el poder político y los oligarcas digitales, financiadores de la campaña electoral de Trump e introducidos ya en el aparato del poder made in USA (Elon Musk, director del Departamento de Eficiencia Gubernamental). Si hasta ahora, en tiempos de Biden, el Gobierno federal estadounidense optó por un enfoque de no intervención en la gobernanza de la IA, pensemos en lo que acaecerá en la época Trump: «una campaña de desregulación sin precedentes en la historia» —según dijo en Davos este mismo año—.

La gobernanza de la IA en el caso de China depende de las directrices del Gobierno comunista y de las del partido único (monopolio político del PC); un Partido Comunista muy atento a las posibilidades de la IA, al tiempo que va en aumento la intervención gubernamental en la Economía. Papel central, pues, del Estado, y respeto de los desarrollos digitales que han de concordar con los «valores socialistas» de la República Popular (Artículo 7 del Reglamento de Gestión de Servicios de IA Generativa, 2023).

Ya escribí en el anterior artículo acerca del Reglamento de la UE sobre la IA que es mucho más que un simple «reglamento», siendo texto parlamentario y directamente aplicable en los Estados miembros, sin tener que ser adaptado a la legislación nacional de los Estados miembros, una vez entrado en vigor y susceptible de aplicación (léase el párrafo 179 de la Introducción); las Directivas son diferentes. Es una super regulación, con una interminable Introducción, unas esenciales «Disposiciones Generales» (Artículos 1 al 4) y un esencial artículo 5 sobre «Prácticas prohibidas», siguiendo otros artículos hasta el 113, y terminando con XIII anexos. Ese Reglamento tuvo como gran impulsor al «destituido» comisario europeo del Mercado Interior, el francés Thierry Bretón, que saludó la aprobación de manera aplastante del Reglamento por el Parlamento Europeo, «convirtiendo a Europa en un regulador global de una IA fiable».

Thierry Bretón, a preguntas del periodista Benjamin Duhamel, en la cadena BFTV, el jueves, 20 de febrero, a las 19,25 horas, manifestó que hay que estar atentos, pues la elevación por el presidente Trump de los derechos de aduanas, pueden tener otras finalidades que las estrictamente comerciales, tales como modificar leyes votadas democráticamente (lois numeriques), «hechas no para molestar a los americanos, sino para proteger a nuestros niños, artistas y a ciudadanos en las redes sociales, lo cual puede molestar a algunas plataformas americanas». Y concluyó: «Eso no se toca», en referencia a la legislación europea sobre lo digital. Que la legislación europea puede ser perjudicial para la IA, lo repitió en París el vicepresidente americano; los españoles de Openchip, el domingo último, 2 de marzo, advirtieron también que la regulación europea, aunque garantista, puede llegar a ser una barrera para la agilidad y competitividad en el mercado global.

Aún no se explicó por qué Thierry Bretón, llamado a aplicar el Reglamento de la UE sobre IA, fue cesado, pudiendo deducirlo por sus frecuentes intervenciones en televisión, siendo voz cantante de lo europeo frente a lo norteamericano en el asunto de Ucrania. Tampoco sabemos de manera cierta —Europa desde luego no lo ha explicado— lo que se cuenta acerca de los expedientes de infracción de las grandes plataformas digitales norteamericanas, que duermen el sueño de los justos en la Comisión europea. Quizá eso no sea así; en cualquier caso, resulta que desde que el 17 de enero la Comisión amplió el expediente que tiene abierto sobre X desde diciembre de 2023. Se verá qué hace Europa...

Chinos contras norteamericanos:

Es muy interesante lo que está pasando entre unos y otros, aunque por ahora los chinos callan. Siguen siendo muy opacos, y alborotan mucho los norteamericanos con Trump y lo de Ucrania. La «guerra» entre los chinos y los norteamericanos se califica ya de terrible, y habiendo geo/estrategas de prestigio, caso del franco-libanés Amin Maalouf, que aún no parecen haberse enterado. Fue muy interesante lo que ocurrió hace sólo un mes y varios días, desde el 20 de enero último, con «el terremoto en los mercados una semana después de la llegada de Trump». Y ese terremoto fue el lanzamiento de DeepSeek de China para competir con ChatGPT americano, produciéndose importantes pérdidas en Bolsa de las tecnológicas norteamericanas. Es temible que los chinos hundan a las empresas tecnológicas americanas en la Bolsa, habiendo estas tanto invertido, siendo esa una de las varias razones en demanda del «paraguas» protector de Trump. China es experta en hacer estallar burbujas para perjudicar a otros, siendo ella más que una empresa: un Estado y autoritario sin Bolsa de riesgos.

El 8 de febrero, el periódico The Guardian llevó a portada lo siguiente: Cómo (how) DeepSekk trastornó (disrupted) la inteligencia artificial. DeepSeek hizo temblar los cimientos de Silicon Valley. Es interesante tener en cuenta que el invento chino haya tenido menores costes (low cost), «con menos computacional poder», que el norteamericano de Open AI´s 01 model, superándole incluso en ciertos aspectos. Fue importante haberlo podido realizar, no obstante, la prohibición en 2022, por el presidente Biden, de la venta (embargo) a China de Chips de alta gama, H100, de Nvidia, la empresa gigante de semiconductores).

Se dice que el reciente y gran impacto causado por los chinos a los americanos, que hizo dudar a muchos de la supremacía americana en IA, fue idéntico al causado por los rusos (Unión Soviética), con ocasión del lanzamiento al espacio el 4 de octubre de 1957 del Sputnik.1, que supuso la perdida de la supremacía norteamericana en la carrera espacial. Y ello fue posible por la importancia que los Soviéticos dieron a las matemáticas aplicadas desde la enseñanza, según explicaron los mismos matemáticos.

Pero que el nuevo chatbot, de tantas excelencias, sea chino, plantea cuestiones importantes. Se dice que el uso de DeepSeek hace dudar sobre el uso que se da a la información y a los datos de sus usuarios, dejando en manos del Gobierno de «partido único» de China. En el ABC del 29 de enero último se pregunta: ¿DeepSeek da sus datos a China? Por otra parte, la omnipresencia del Estado chino hace posible que ciertas preguntas «políticas», por ejemplo, sobre los tanques en la Plaza de Tiananmen, el chabot chino responda: «Lo siento, no tengo respuesta a esa cuestión».

Y sobre el destino de nuestros datos, tanto en China como en EE.UU. es cuestión central, no tenida en debida cuenta. Ahora ya se sabe lo que hasta hace poco se pensaba equivocadamente: que todo lo de los ordenadores e internet era anónimo, por lo que muchos abusaron cobardemente, incluso delinquiendo, atentando contra el honor de personas. Hoy se sabe que lo numérico no es anónimo: todo lo contrario, por eso, precisamente, la protección de los datos personales, es una prioridad. En Vanguardia Dossier (nº 90 Enero/Marzo 2024), en la página 44, se dice que la forma actual de un «nuevo colonialismo» es la extracción de datos de nuestras vidas. Y añade: «Nadie pagaba por usar Facebook o Google. La razón de la gratuidad estaba en que nosotros mismos éramos la materia prima que generaba valor para esas plataformas. Y así las grandes tecnológicas han extraído de nosotros grandes cantidades de datos para las plataformas». Y termina: «Vigilarnos es muy fácil con la tecnología ya disponible. Es más, somos nosotros quienes regalamos nuestros datos constantemente, hagámoslo conscientemente o no».

La llamada nota del Vaticano (ANTIQUA ET NOVA) sobre la relación entre la inteligencia artificial y la humana:

La llamada Nota conjunta de los Dicasterios para la Doctrina de la Fe y para la Cultura y Educación, con aprobación del Sumo Pontífice, hecha pública el 28 de enero pasado, merecería un desarrollo más amplio que unas breves líneas. Sobre esto escribiré en Religión Digital. Esa nota está en la línea del mensaje del papa Francisco al G7, leído por el mismo papa el 14 de junio de 2024. (Para conocer más antecedentes vaticanos se puede conversar y preguntar al ChatGPT o a DeepSeek).

Sorprende:

-Que se llame NOTA a un documento conjunto de dos dicasterios, vaticanos, aprobado expresamente por el Sumo Pontífice. Es curioso denominar «notas» a documentos que llevan la aprobación papal.

-Que se titule la NOTA «relación entre la inteligencia artificial y la humana», teniendo el documento otros contenidos, y muy importantes.

-Y sorprende positivamente que el documento comience (2) reconociendo que «la Iglesia promueve los progresos en la ciencia», lo que no fue así en el pasado, pues las relaciones Ciencia-Iglesia, como es sabido, no fueron pacíficas.

La Nota vaticana sigue los postulados básicos de la Antropología cristiana sobre el hombre, creado por Dios a su imagen y semejanza, con el atributo de dignidad. Una IA que es un «don de Dios otorgado para captar la verdad», debiendo separarse lo que es inteligencia humana, que supone «apertura de la persona a cuestiones últimas de la vida y que refleja una orientación hacia lo Verdadero y lo Bueno», de la inteligencia artificial, que supone objetivos y decisiones «basadas en datos cuantitativos y sobre lógica computacional».

Máquinas y tecnologías versus humanismo, con recomendación de lectura del libro del franciscano Paolo Benanti, La era digital. En el párrafo 112 de la Reflexión final se resume: «La IA sólo debe utilizarse como una herramienta complementaria de la inteligencia humana y no sustituir su riqueza».

Y de lo antropológico el documento se traslada a lo ético, que es otro asunto, párrafos 36 a 48, ambos inclusives.