Bárbara Rey lo cuenta todo sobre su relación con Juan Carlos I: «Nunca me he quedado con dinero de los españoles»

P. V.

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Bárbara Rey, en el especial de Telecinco
Bárbara Rey, en el especial de Telecinco MEDIASET

La vedette ha contado toda su historia con el emérito, desde la primera llamada que recibió de él hasta los chantajes que le hizo a cambio de fotografías: «Volvería a hacerlo si se llega a comportar de nuevo conmigo como se portó»

10 dic 2024 . Actualizado a las 18:49 h.

Bárbara Rey ha roto su silencio en su entrevista más esperada, cuya primera parte se ha emitido este lunes con éxito incontestable de audiencia. La vedette lo ha largado todo en las más de 20 horas que se sentó frente a Santi Acosta en ¡De Viernes!. Desde la primera llamada que recibió por parte del propio rey Juan Carlos I hasta los dos chantajes —que ella niega definir de tal modo— que le hizo al monarca una vez rota su relación a cambio de beneficios económicos y laborales. «Volvería a hacerlos si se llega a comportar de nuevo conmigo como se portó», dice sobre lo que ella llama unos «préstamos por los servicios prestados». Por el camino de esa relación que ella considera «la mayor desgracia» de su vida, la de Totana detalla los encuentros sexuales semanales, el paréntesis en su relación carnal durante su matrimonio con Ángel Cristo, la reanudación de su noviazgo que derivó en las polémicas fotografías y grabaciones, un intento de asesinato, y también la reciente traición por parte de su hijo. «Siempre pensé que él sería el hombre que me defendería», lamenta entre lágrimas sobre lo que más doloroso le parece de todo este asunto.

Con la entrevista en Bárbara Rey, mi verdad, quiere enfrentarse a lo que, según ella, ha sido un «maltrato» por parte del emérito y su entorno. «Como si yo hubiera cometido el delito del siglo», reflexiona la vedette, empeñada a desmontar todas las mentiras tanto de los poderes fácticos como de su propio hijo.

La artista estaba en los primeros años de su carrera, ya despuntando, cuando todo sucedió. No habían sido años nada fáciles para abrirse paso en ese mundo. En sus primeros trabajos, afirma haber sufrido abuso sexual por parte del director de una producción que abandonó a mitad de rodaje. Era un «director famosísimo», detalla, «respetadísimo y que había ganado un Goya». Durante una cena tras una grabación en Marbella, había intentado sobrepasarse con ella y, cuando decidió ausentarse en una fiesta del día siguiente, el susodicho, que evita mencionar por deferencia hacia «el cine español y hacia su hija», irrumpió en la habitación de su apartamento para intentar besarla y tocarla. «A partir de ahí, le dije a mi representante que abandonaba la película», recuerda.

Los primeros encuentros

Estaba ya en otra producción, conviviendo con su amiga Charo, cuando dio comienzo «la mayor desgracia de su vida». Todo empezó con una llamada de teléfono, que Bárbara interpretó como una broma. Su compañera de piso le había dicho que el monarca mismo estaba al otro lado del teléfono. «Pensé que era un cómico o un imitador gastándome una broma», comenta. Con esa idea trató a su interlocutor, con palabras que no habría dirigido de saber que hablaba con quien ostentaba la Corona española. Juan Carlos I la convenció dándole el número de La Zarzuela y pidiéndole que preguntase por él. Su sorpresa fue mayúscula al comprobar que era verdad. «En ese momento se me salieron los ojos de las cuencas», dice. «Llámeme "señor", me dijo, y más adelante me comentó que le podía llamar Juan», explica sobre unos momentos en los que aún tenía ilusión por conocer al Jefe del Estado.

Pero no había amor. «Mentiría si dijera que llego enamorada al primer encuentro con él», reconoce. Tras semanas de charlas diarias —«una por la mañana, otra por la tarde y otra por la noche»— por teléfono sobre temas triviales, llegó el momento de conocerse en persona. La recogieron en su casa y la llevaron a La Zarzuela, donde la esperaba, en su despacho, el monarca. «Muy guapo», indica. Y lo repite de nuevo a cámara, como piropo directo al emérito. «A él le va a gustar que diga que estaba guapo, estoy segura», dice juguetona. Ese día, Juan Carlos I le regaló un medallón con los signos del zodíaco que le pidió no llevar en público, «porque la reina lo conocía». Como despedida de ese primer encuentro, un beso «en la boca». 

A partir de ahí, las quedadas fueron semanales, siempre que las agendas de ella como actriz y de él como regente se lo permitían.

«Pude haberme quedado embarazada del rey desde el primer día»

Fue el príncipe Zourab Tchkotoua quien la fue a recoger para el que se acabaría convirtiendo en su primer encuentro sexual, en el palacio de El Pardo; en una habitación de mobiliario castellano austero sobre una cama pequeña. La cosa salió bien, pero reconoce Bárbara Rey que echó en falta algo: «Me habría gustado que hubiese sido más cariñoso». No fue lo que definió la relación entre ambos. «Nunca me iba de allí superfeliz», reconoce, consciente ya desde ese momento de que entre ellos no iría a más.

Certifica que las relaciones fueron siempre consentidas, y que, aunque algunas veces no le apetecía tanto, él nunca le forzó a hacer nada. Era ella, eso sí, la que tomaba todas las precauciones posibles. «Pude haberme quedado embarazada del rey desde el primer día», incide, «si yo hubiera querido hacer una buena faena o una putada, podría haberlo hecho».

Lo que sí cree es que Juan Carlos I le tenía cariño. «Pero nunca supo cómo demostrármelo», añade. Y tampoco se caracterizaba por su generosidad. «Nunca tuvo un detalle de mandarme a mi casa unas flores», lamenta. Como pequeños presentes solo recuerda algunas joyas o dos cortes de vestido de seda que había traído de un viaje a China.

En esta época fue consciente de que seguramente había otras mujeres. La única que le había confirmado el propio Juan Carlos I fue Marta Gayá, a la que el emérito conoció por el antes mencionado príncipe Zourab Tchkotoua. Pero hubo más. Bárbara supo de otra de ellas por una amiga en común. Le había dado unos detalles del cuerpo del emérito que demostraban que la información era verdad. Era Nadiuska, actriz alemana de amplia carrera en España.

Todo esto, supuestamente, bajo el conocimiento de la propia reina Sofía. «A mí me lo dijo Sabino Fernández Campo», dice Bárbara Rey, que coincidió con la esposa de Juan Carlos I en una recepción y en un cumpleaños. «Se detuvo mucho tiempo conmigo y me estuvo preguntando por mis hijos», afirma. 

Por petición del rey fue por lo que la vedette se metió en campaña política, para pedir el voto para UCD en 1977 primero y en 1979 después. Según explica, fue un favor hacia él, ya que le convenía en ese momento el Gobierno de Adolfo Suárez. Aun así, cree que a ella le perjudicó hacerlo, y que luego tampoco recibió el agradecimiento del que fue presidente del Gobierno. Tras una reunión tensa con el jefe del Ejecutivo, acabaron despidiéndola «por la puerta de atrás», lamenta. 

«Ángel no lo sabía; de dos cosas que le conté, me costaron dos palizas»

Fue apenas unos años después cuando Bárbara conoció al que acabaría siendo el padre de sus hijos, Ángel Cristo. Poco después ya estaban preparando su boda. «Estaba locamente enamorada de Ángel», admite. Pero también es consciente ahora de que era una huida hacia adelante. Para escapar del monarca y de que todo el mundo se aprovechase de ella. Por primera vez, veía a alguien con el que podía formar una familia, y que no la escondía.

Tras comprometerse, llamó a Juan Carlos I para romper definitivamente con él. No hubo resistencia. «Me dijo que se alegraba», rememora, y aunque le habla de seguir, ella le dice que no, defendiendo que no tuvo ningún encuentro sexual con el monarca durante su matrimonio.

Aunque sí se vieron. Por ejemplo, cuando el rey le informó que tenía un regalo de bodas para ellos: a ella le devolvió una joya que le había quitado años antes y a él lo agasajó con un reloj de barco. «Pero a Ángel nunca le había dicho nada de lo que había pasado con Juan Carlos», confiesa Bárbara. No era para menos. «Dos cosas que le conté me costaron dos palizas», cuenta.

La violencia de su ex acabó con su matrimonio años después. Y reconoce que se sintió desamparada, entre otros, por el propio monarca. «Él sabía que tenía problemas con mi marido, pero nunca me echó una mano», cuenta, «me da la sensación de que le parecía normal que mi marido me maltratase».

Una segunda oportunidad

Después del divorcio, Bárbara y Juan Carlos acabaron retomando su relación. Esta vez, en un chalé en la calle Sextante, que, según ella, el monarca utilizaba como picadero. «No había nada, la nevera tenía hasta el precio puesto, y ni una botellita de champán», recuerda Bárbara. Y todo, grabado por cámaras y micrófonos del Cesid. Así que es entonces cuando el monarca le propone ir a su casa.

Su casi único gesto de generosidad viene en esta época. En uno de sus encuentros en casa de Bárbara Rey, ella recibió una llamada de su hermana diciéndole que se va a tratar de un agresivo cáncer en Berlín, pero apenas tenía dinero para costearse el viaje. «Después de hacer el amor, me dejó 500.000 pesetas en la mesilla», dice.

Pero poco más. Incluso en su mala situación económica y en los problemas por su ex, que no le pasa la pensión, Juan Carlos no le ofrece ningún tipo de ayuda para que la vedette pueda afrontar los pagos de la hipoteca o de los estudios de sus hijos. 

Y no solo eso. En esta época, ella considera que muchos de sus proyectos laborales frustrados lo fueron en buena medida por culpa del entorno del monarca. Así al menos se lo hizo saber gente cercana. «Es el rey el que no quiere que trabajes», le comentaron. 

Es una situación límite para Bárbara Rey. Por esa época es cuando se graba su conversación, en la que ella dice: «Nunca he sido puta, pero si tengo que serlo, voy a ser la más cara del mundo». Porque, según le comenta a Santi Acosta, así es como notaba que la consideraba el monarca. «Lo digo porque él me trata como una puta», se justifica.

Grabaciones, fotografías y chantajes

Sin trabajo, con mala situación económica y atrapada en un callejón sin salida del que en parte culpa al monarca, Bárbara Rey pasa a la acción. Instigada por una amiga, va a La tienda del espía y le ponen un micrófono en un florero y una cámara en una tele pequeña en su habitación. «Yo estaba acojonada, asustada», rememora Bárbara, que pensaba que el piloto rojo encendido en la pantalla iba a delatarla. Pero no fue así.

De ahí salieron una decena de vídeos y grabaciones. Entre ellas, una que recuerda con especial cariño, en la que ella y Juan Carlos I usaban la comida sobrante para embadurnar más platos, de manera que los miembros del servicio doméstico pensasen que había sido una cena multitudinaria entre amigos. «Era un vídeo para enseñarlo», recuerda con una sonrisa.

También fueron en esta época las polémicas fotografías que ahora dice haber tomado Ángel Cristo Jr. Bárbara dice que es mentira. «Las imágenes las sacó mi hermana», dice la vedette, que incide en que se inventaron que había sido el niño para encubrirla y evitar que tomasen represalias contra ella. «Él se cree que todo esto lo ha hecho él, y creo que es un problema de narcisismo, que se cree sus propias mentiras», valora la traición de su hijo, que fue quien difundió esas fotografías. «Lo hicieron para ir contra mí y para ganar dinero», valora, «yo nunca quise que salieran a la luz». 

Todos los vídeos, grabaciones y fotografías que tenía las puso Bárbara a buen recaudo. Divididos en varios lugares. Unos en la caja fuerte de su casa, otros en casa de una amiga y otros, en el relleno de un sillón en casa de sus padres. Todas se escaparon a su control.

Las primeras fueron las de la vivienda de su amiga. Estaban en el altillo de los muebles de la cocina y, poco después, una llamada de La Zarzuela le informa que están pidiendo dinero por ellas. Consiguió recuperarlas, gracias a la ayuda de la joven que limpiaba en la casa. 

Con ellas llega ese primer chantaje que ella evita definir como tal. A cambio de las fotografías, se comprometen a darle 100 millones de pesetas. Aunque en un primer pago le dan 25 en una cuenta de Suiza y le prometen trabajo en TVE.

Poco después, le tienden una trampa. A Bárbara la distrajeron con el pretexto de entregarle el Bombín de Plata. Mientras, el Cesid, compinchado con el servicio doméstico, entra en su casa y accede a la caja fuerte. Le sustraen todo. Borran las cintas de vídeo, velan las fotografías. Pero, por alguna razón, dejan algunas fotografías allí.

Supuesto intento de asesinato y chantaje

El supuesto intento de asesinato llega poco después. «Me rompieron la correa de la dirección del coche», explica. Según ella, le dejaron apenas un hilo para que al menos pudiese conducir un rato, pero con el objetivo de que tenga un accidente fatal. Tuvo suerte. «El coche se quedó bloqueado en una curva y había enfrente una gasolinera», recuerda, «si llega a pasar un poco antes, estaría muerta». 

Una vez arreglado el motor, al llegar a su casa se dirigió a los periodistas apostados en su puerta. Fue un discurso televisado que cree que sirvió para acabar con los intentos de asesinato. «A mí me matarán, pero si lo hacen, sabréis quién ha sido», decía desafiante a los reporteros.

El segundo chantaje vino años después, usando las fotografías que tenía en casa de sus padres. Su hijo tenía entonces 16 años, y fue el que se ocupó de ir a recoger las imágenes. A cambio de ellas, se le ofrece lo que queda de los 100 millones comprometidos y un programa de cocina en Canal Nou. «No es un chantaje, es un dinero que me merezco por el trabajo en el programa», se defiende. Fueron cinco años en antena, aunque reconoce que tampoco le lo pusieron fácil. «Me estuvieron puteando todo el tiempo que estuve allí».

«Nunca me he quedado con el dinero de los españoles»

En todo caso, niega haberse quedado con el dinero de los españoles, como muchos han criticado a lo largo de estos años. «Si alguna vez el rey me ha dado algo, será él el que tiene que explicar si eso ha salido de los Presupuestos Generales del Estado, y es él el que tiene que dar cuentas», se defiende. Cree que el monarca tenía el dinero suficiente para los pagos que lo hizo, como demuestra, asegura ella, el dinero que le dio a Corinna Larsen.

Sobre los chantajes, asegura que volvería a hacerlos. Que haría todo lo que esté en su mano por sus hijos y por sus padres. Y también por lo mal que se portó con ella. «Por destrozar mi vida, mi trabajo y mi carrera», enumera, «porque esa persona me destruya o deje que su entorno me destruya». Por todo eso, cree que alguien con su poder necesita a veces un castigo. «Y que venga una de Totana a darte un escarmiento tiene su punto», se vanagloria.

Aunque de lo que sí se arrepiente es de haber empezado la relación con el rey, en lo que más que un error considera «la mayor desgracia» de su vida, asegura que «podría haber contado muchas más cosas, especialmente a nivel político y familiar».