La traición del hijo de Bárbara Rey es el enésimo ejemplo de que los lazos de sangre también se rompen. Repasamos las sagas familiares donde las relaciones entre padres y vástagos hacen agua
01 oct 2024 . Actualizado a las 18:31 h.Que los trapos sucios han pasado de lavarse en casa a exponerse en el papel couché y en formatos televisivos de dudosa elegancia hace años que ha dejado de ser una novedad. Lo que sí resulta en cierto modo inédito es que, a cuenta de que las nuevas generaciones apelan a la «familia elegida» por encima de los lazos de sangre, cada vez más famosos y famosillos que reniegan de sus padres normalizan vender sus calamidades familiares al mejor postor. El cuarto mandamiento ni está ni se le espera en cada vez más hogares, y perfiles mediáticos de lo más variopinto sacan tajada de una mala, y a veces traumática, relación con sus progenitores.
Ángel Cristo subía la semana pasada la apuesta, elevando a herida institucional la guerra abierta con su madre, Bárbara Rey. Lo hacía vendiendo a una revista holandesa unas fotografías, que él asegura haber tomado cuando era niño, de la musa del destape con el rey emérito, Juan Carlos I. Esta traición ha copado en los últimos días la parrilla televisiva y ha llenado de jugosos titulares las cabeceras de los digitales especializados en actualidad rosa, donde saben que las informaciones sobre conflictos maternofiliales generan aun más sensación que los líos de faldas.
Mediaset, que otra cosa no, pero visión de negocio tiene un rato, directamente se inventó un programa para que Kiko Rivera se quedase a gusto atacando a su madre, Isabel Pantoja: cantante, concursante de realities, expresidiaria y viuda de España. Quizás precisamente porque este país vio nacer a su pequeño del alma, Cantora: la herencia envenenada, arrasó en audiencia aquel 16 de noviembre del 2020, llegando a picos que superaron el 56 % de cuota de pantalla. El cantante de El mambo puso toda la carne en el asador para acabar mediáticamente con su madre, a la que acusó, directamente, de haberle robado. Así, Rivera se sumaba a esos hermanos con los que comparte padre y apellido —Francisco y Cayetano—, que tienen un conflicto encallado a cuenta del testamento de Paquirri desde hace décadas.
La relación entre Isabel Pantoja y su hijo ha tenido idas y venidas, aunque siempre que la salud ha estado en riesgo, como ocurrió cuando a Kiko le dio un ictus, las aguas parecieron volver a su cauce. Es en situaciones de extrema gravedad cuando a algunos les entra el cargo de conciencia y prefieren reconducir la situación mandando el orgullo al rincón de pensar.
Le ocurrió a Enrique de Inglaterra tras hacerse público que su padre, el rey Carlos III, padecía cáncer. El hijo pequeño fruto de su matrimonio con Lady Di hizo las Américas junto a su esposa, Meghan Markle, cuando ya no reinaba precisamente la concordia. El conocido como Mexit fue la traca final a unos desaires a la corona que rompieron, casi por completo, la relación de padre e hijo. Una entrevista con la todopoderosa Oprah Winfrey en la que Meghan y Enrique acusaron veladamente a los Windsor de racistas, sumado a un documental donde la pareja aireaba todo tipo de intimidades familiares; y la autobiografía de Enrique, que no dejaba en el mejor lugar a Camila, ahora reina consorte, dieron lugar a una situación crítica que se apaciguó al conocerse la enfermedad de Carlos III. El duque de Sussex cruzó el charco para estar al lado de su padre en un encuentro exprés que, parece ser, no ha vuelto a repetirse.
Si el rey de Inglaterra no ha conseguido tener una relación idílica con sus descendientes, la reina del pop, Madonna, sufrió un problema semejante con uno de sus vástagos. Rocco, el hijo que la artista tiene con el director de cine Guy Ritchie, se negó con 15 años a vivir con su madre, según relató en su momento, debido a las «excentricidades» de la cantante de Like a Virgin. Durante las Navidades del 2015, y tras meses de tensiones entre ambos, el menor cogió un vuelo con destino a Londres desde Estocolmo —donde su madre había hecho parada para dar un concierto— para instalarse definitivamente con su progenitor. Esto derivó en un dilatadísimo conflicto en los tribunales que acabó, además, con Madonna siendo acusada en las redes sociales de sharenting, cuando este término que indica la sobreexposición de los menores en internet, apenas estaba sobre la mesa. En la actualidad, la relación de madre e hijo parece estar cerca de la reconciliación, pues el pasado agosto la cantante felicitaba el cumpleaños a Rocco con un mensaje de Instagram en el que sus intenciones no dejaban lugar a dudas: «Gracias a Dios por el arte. Gracias a Dios por ti. Hemos estado juntos durante muchas vidas. Gracias por elegirme de nuevo. Te amo eternamente».
El star system de Hollywood está plagado de actores y actrices cuyas relaciones con padres e hijos están lejos de ser idílicas. La historia de Brangelina —acrónimo surgido de la relación sentimental entre Brad Pitt y Angelina Jolie— parece sacada de un culebrón turco que va por su novena temporada. La que durante años fue el paradigma de pareja perfecta, arrancó regular: dejando a Jennifer Aniston compuesta y sin novio. El potencial y carisma de una y de otro hizo las delicias de un público que necesitaba un broche, y lo tuvo gracias a la enorme y multirracial familia que formaron. El divorcio se produjo en el 2016, tras doce años de relación y seis hijos en común. De ellos, la mitad reniegan del apellido de su padre. La última fue Vivienne, la pequeña de la casa, que con esta decisión se sumaba sus hermanos Zahara y Maddox. Jolie se quedó con la custodia total de su prole, y Pitt, según han reconocido fuentes cercanas al actor en diversas ocasiones, lo ha pasado muy mal por no poder estar cerca de algunos de sus hijos desde que se produjo la ruptura matrimonial.
Otra familia tan numerosa como mediática que no es de postal de telefilme es la nacida de la pareja que formaron Julio Iglesias e Isabel Preysler. Chábeli y Julio José intentan hacerse un hueco en la televisión con diferentes apariciones en programas, y escaso éxito en su último intento por estar en el candelero —Televisión Española retiró el programa Hermanos a la obra tras cuatro entregas y un mar de críticas—. Enrique, por su parte, acabó convirtiéndose en una estrella de la música latina, en un giro inesperado del destino.
La rivalidad entre padre e hijo se recrudeció hasta el punto de que estuvieron diez años sin hablarse. Según contó Chábeli en el programa Lazos de sangre, el interés de Enrique por la música fue algo inesperado que decidió llevar en secreto hasta que logró grabar su primera maqueta con el dinero que le dejó su cuidadora. Esto no sentó nada bien al cantante de Spanish Girl, que se tomó como una afrenta que su hijo intentase eclipsarlo.