Un nuevo movimiento surgido en Gijón, con intención de expandirse al resto de Asturias, defiende un modelo centrado en la prevención y con personal suficiente y estable: «Llevamos casi 10 años con el gasto estancado»
21 ene 2020 . Actualizado a las 13:23 h.Un nuevo modelo de atención primaria que realmente sea universal, que priorice la atención a quienes más lo necesitan y que tenga una orientación comunitaria, centrada más en la prevención, la promoción y el mantenimiento de la salud, además de estar dotado con personal estable y suficiente en todas las categorías y con tiempo suficiente para prestar un servicio de calidad. Una atención primaria que, además, asegure la participación activa de la población, encaminada a aumentar la autonomía de su salud y que sea de verdad eje del sistema, y no portero supeditado a la atención hospitalaria.
Este es el modelo que propone Atención Primaria en Marcha, un nuevo movimiento integrado por profesionales y usuarios de los centros de salud de Gijón que se ponía en marcha hace un mes para defender este servicio fundamental en el sistema sanitario público ante su «progresivo y controlado desmantelamiento» de los últimos años. La semana pasada celebraban una primera concentración, a la que asistían un centenar de personas, ante el centro de salud de El Llano y, a la vuelta del periodo navideño, volverán a plantear nuevas acciones.
«Queremos denunciar sobre todo que no hay una apuesta por la atención primaria de salud y se está yendo cada vez más a un sistema de atención ambulatoria de baja calidad, de consulta a demanda y que no tiene en cuenta la parte de atención continuada en el tiempo, de conocimiento de los pacientes, de estabilidad de los equipos médicos y de enfermería con las familias ni de acciones de prevención de la salud comunitaria», indica Pablo González, médico de atención primaria en Gijón que forma parte de este movimiento que quiere extenderse al resto de Asturias y que está abierto a todas las personas preocupadas por el deterioro de la atención primaria.
No sólo para reivindicar mejoras puntuales y denunciar los recortes de los últimos años que han ido derivando en ese deterioro por «la falta de inversión, la precarización laboral o la pérdida de centralidad», sino sobre todo para defender un modelo eficiente para las personas y para el propio sistema sanitario. «El problema va más allá de lo técnico o económico, se trata en el fondo de una cuestión política: el modelo de atención sanitaria sigue siendo predominantemente hospitalcentrista, no se orienta a los determinantes sociales de la salud y no articula una participación real de la población», aseguran en este sentido.
Ello trae consigo, añaden, problemas como la financiación insuficiente, la pérdida progresiva de competencias, una política de personal nefasta o la incapacidad real de superar el modelo biomédico que, en el día a día, se concreta en listas de espera, tiempo insuficiente en la consulta, ausencia de espacios para la prevención y promoción de la salud o la imposibilidad de priorizar la salud comunitaria.
O las saturaciones en urgencias o las hospitalizaciones innecesarias que aparecen «porque no tienes un planteamiento de atención primaria fuerte, en el que se conozca a los pacientes, se detecten sus problemas y se les pueda tratar de forma precoz para evitar la hospitalización. Cada vez se están dando más estos modelos que aumentan las hospitalizaciones en lugar de favorecer la atención continuada», indica González, que insiste en que debería promoverse un modelo que vaya a la raíz de la cuestión en lugar de poner parches.
«Restarle importancia al modelo de atención primaria no es una cuestión nueva. Llevamos ocho o diez años con esta situación de gasto estancado. No hay una apuesta y por eso se va deteriorando», insiste. Atención Primaria en Marcha advierte, en este sentido, de otros dos signos preocupantes para quienes creen que el sistema sanitario debe seguir siendo público y de calidad: el crecimiento de las aseguradoras privadas y el propio cuestionamiento de la atención primaria.
«No es una privatización a las bravas, pero se va dejando de gastar para ir hacia modelos mixtos hasta que cada uno se vaya pagando lo suyo y quede un sistema residual, como antes la beneficencia, para quien no se pueda pagar un sistema privado», critica González, que insiste en la idea de que «el problema de fondo es político: no hay una apuesta real por el modelo de atención primaria. Las declaraciones y los discursos deberían traducirse en políticas y presupuestos». Sobre el papel, existen planes hechos con reorganizaciones y mejoras, pero «que se lleven a la práctica aún está por ver».
En referencia a la «nefasta» gestión de personal que, por ejemplo, permite que año tras año se den saturaciones en periodos como navidades en los que el incremento de la presión asistencial es más que previsible, también indica que esta semana pasada los centros de salud recibían hasta tres o cuatro circulares contradictorias sobre un mismo asunto relativo a contratos. Precisamente la falta de estabilidad en las plantillas, con casos en los que se encadenan contratos durante 15 años, provoca desmotivación y abandonos. Y es cuando un usuario llega al centro de salud y es atendido por otro profesional que no le conoce, como contraindica cualquier manual básico sobre la gestión eficiente de la atención primaria porque genera más gasto.
«Cuando conoces a alguien sabes por dónde va pero cuando tienes más incertidumbre porque no le conoces, tiendes más a recetar por si acaso o a derivar más a especializado. Es algo que está estudiadísimo», recuerda González, que apunta también que, en todo este descontrol «controlado», la salud de la población, en realidad, depende muy poco del sistema sanitario. «Depende mucho más de la alimentación, de la vivienda, de las relaciones laborales… Eso es lo gordo», añade. Y, por ello, es importante la orientación comunitaria que defienden.