Jaime Vázquez: «Cuando fiché por el Oviedo vine para jugar en el juvenil, no quería estar ni en el Vetusta»

Pablo Fernández OVIEDO

AZUL CARBAYÓN

Jaime Vázquez posa para La Voz de Asturias en El Requexón
Jaime Vázquez posa para La Voz de Asturias en El Requexón Héctor Herrería

El central juvenil del Real Oviedo concede a La Voz de Asturias su primera entrevista tras sumar ya varios partidos con el primer equipo oviedista

14 nov 2024 . Actualizado a las 09:07 h.

Hasta este pasado domingo, 14 eran los jugadores en la casi centenaria historia del Real Oviedo que, todavía en edad juvenil, habían jugado dos o más partidos como titulares con el primer equipo azul. Hablando siempre de Primera o Segunda División, claro. En el Carlos Belmonte de Albacete, Jaime Vázquez (Avilés, 2006) se convirtió en el 15º. El central, todavía un futbolista en el horno pero que ya se ha hecho un hueco en el Real Oviedo de Javi Calleja, concede a LA VOZ DE ASTURIAS su primera entrevista desde su llegada al club azul en el verano de 2023.

—¿Ya se siente futbolista profesional?

—No, no. Todavía queda bastante para ser futbolista profesional. Todo el que esté en un filial piensa que está cerca de llegar, pero qué va. Queda mucho para ese nivel.

—¿Ha cambiado su día a día?

—Sigo viviendo con mis padres en Salinas, así que todo sigue siendo más o menos normal. El cambio grande en mi vida, fíjate, llegó el año pasado, cuando marché de Madrid y fiché por el Real Oviedo.

—¿Lo nota en la calle?

—Qué va [risas]. A mí no me reconoce nadie y lo cierto es que todavía no he hecho nada para que me reconozcan.

—Retrocedamos en el tiempo. Pasó del Quirinal al Sporting y se tiró un buen tiempo en Mareo.

—Empecé en el Quirinal siendo muy pequeño, con 6 años o así. Estaba ahí con mis amigos de clase y me llamó el Sporting, donde estuve desde el benjamín B hasta el primer año cadete. Siete temporadas en total.

—¿El fútbol ya iba en serio por aquel entonces?

—No sé si iba en serio, pero siempre fui muy competitivo. Lo que hacía quería hacerlo por algo, no para cumplir y ya. Preguntaba mucho y me tomaba los entrenamientos muy en serio, es así. Creo que siempre fui consciente de que ser futbolista era y es muy complicado, pero por si acaso yo me lo tomé en serio.

—¿Cómo es el momento en el que todo un Real Madrid le ficha?

—Pues la verdad es que todo fue bastante rápido. Estaba en el Sporting y ese era el verano en el que tienes que firmar el famoso contrato de 2+3 o algo así, en el que el club se asegura los años de juveniles y algo más. No sabía nada de nada, nos contactó el que ahora sigue siendo mi representante y nos dijo que había intereses de otros clubes de fuera de Asturias. Fue todo muy rápido, aunque el Sporting sí que puso bastantes trabas a la hora de salir.

—‘El Madrid ficha al mejor defensa cadete de España: Jaime Vázquez, el ‘nuevo Ramos’. Ese titular lo escribió un portal digital muy seguido por la afición madridista.

—Lo vi, lo vi. Me lo pasaron mil veces, aunque tampoco le di mucha importancia. Me pareció gracioso, pero en muchas ocasiones te puede perjudicar más que ayudar. Hay que tener cuidado con lo que se escribe y más cuando los protagonistas son chavales tan pequeños. Tenía 15 años y leer eso pues puede ser negativo.

—El primer día en Valdebebas.

—Llegó tarde ese primer día, porque firmé en agosto y ellos ya casi habían acabado la pretemporada. Firmé un martes y el miércoles entrené. Llegué y flipé, la verdad. Todo es enorme, todo está bien estructurado, todos los que trabajan allí saben lo que tienen que hacer. Impresiona.

—¿Cómo es ser canterano del Real Madrid?

—Entrar en un vestuario así es raro, porque no dejan de ser chavales, casi niños, pero es el Real Madrid. Me costó entrar, pero cuando me adapté lo pasé muy bien.

—¿Una vez dentro es un vestuario de un equipo normal y corriente?

—Es otro mundo, ves cosas que nunca habías visto en Asturias. Ves a compañeros que no están solo al fútbol, están a otras cosas que yo nunca había presenciado.

—¿Por ejemplo?

—Pues gente con contratos con Adidas, con Nike, con otras marcas… Botas y más botas todos los días, también ropa. Gente que llevaba muchos años en la cantera y estaban bien valorados y que también tenían otro estatus, se les trataba de una forma diferente. Es una realidad distinta, está claro, pero siempre he aprendido de todo lo que me ha pasado. De lo bueno y de lo malo, para saber también por dónde no ir.

—¿Aparece el síndrome del impostor? Llegó siendo de los mejores de Asturias y allí todo se iguala.

—Desde el primer día. Al final en esos vestuarios, en teoría, está lo mejor de cada sitio. Es verdad que en mi posición no había mucha gente y empecé jugando, Arbeloa me dio mucha confianza. Después caí en alguna lesión y mis rutinas fuera del campo no me ayudaron, ese creo que ha sido el cambio más drástico que he pegado en estos años.

—¿Y cómo le fue?

—Empecé bien esa temporada en el cadete A, pero la acabé mal. Alguna que otra lesión, el estar fuera de casa me pesó mucho… no sé. Al año siguiente, ya en el juvenil C, no jugué casi nada. En verano me puse malo de amigdalitis y empecé la pretemporada con un montón de antibióticos y sintiéndome realmente mal. Ya entrenando tenía molestias, forcé para poder jugar y me rompí en el cuádriceps. Después tuvieron que operarme de amigdalitis, un cuadro todo. Me planté en diciembre sin haber jugado absolutamente nada, y eso en una cantera como la del Real Madrid pasa factura. Disfruté de los últimos meses como pude y entrené básicamente para mí, para estar bien al año siguiente, porque en mi cabeza ya estaba la idea de que me quería marchar de allí.

—Decía que sus rutinas fuera del campo no le ayudaron. ¿A qué se refiere?

—La alimentación, principalmente. Ese fue el gran cambio que hice. En el Real Madrid comía fatal, es así.

—Pero estaba en la residencia del club, ¿no?

—Sí, sí. Es una de las espinitas que me quedaron clavadas en mi etapa en el Real Madrid. Allí te exigen al máximo en lo futbolístico y las instalaciones y todo lo que te ofrecen están a la altura. El colegio lo mismo, es una gozada. Y sin embargo, el tema de la comida fallaba, no sé por qué. Muy poca variedad y compañeros que acababan cenando pan. Eso, muscularmente y tal, te mata.

—Y ahora lo cambió.

—Nada que ver. Me quité mogollón de kilos y me puse en serio con el tema de los entrenamientos preventivos, tanto antes como después del entrenamiento como tal. Todo esto se nota en el campo. Desde que fiché por el Real Oviedo no me he perdido un entrenamiento y este año lo mismo. Ahora toco madera, claro.

—¿Cómo les va a sus compañeros de generación?

—Unos siguen en el juvenil A y alguno hay ya en el Madrid C. Luego está Jorge Oreiro en el Betis B, que lo está haciendo muy bien. Alguno en el juvenil del Almería, otro en el juvenil del Valladolid. Leiton están en el Leganés…

—Imagino que cuando debutó en Segunda le frieron el móvil.

—Sí, sí. La verdad es que dejé muchas amistades allí y eso es muy reconfortante. Cuando debuté contra el Amorebieta recibí muchos mensajes de cariño, de cariño de verdad.

—Verano de 2023.

—Como te decía antes, ese último año en el Madrid lo acabé muy quemado. Tenía claro que no quería seguir lejos de casa y hablando con mi familia y mi representante la solución era clara: quería fichar por el Oviedo. Fue todo muy fácil y muy rápido, ambos clubes pusieron todas las facilidades. El Real Oviedo confiaba en mí y eso, a su vez, me dio confianza, porque realmente no sabía dónde estaba mi nivel tras un año en el que casi no había jugado.

—Empezó a entrenar con el Vetusta y de ahí no bajó.

—Es que cuando hablamos con el Oviedo y tal yo no quería ni estar en el Vetusta. Quería ir al juvenil A, jugar en División de Honor con gente a la que conozco de siempre y volver a disfrutar. Luego el filial estaba corto de centrales, hice la pretemporada con ellos y ya me quedé.

—Jaime Álvarez siempre mostró mucha confianza en usted.

—Hablé mucho con él en aquellas semanas, ya teníamos buena relación de antes. Le dije abiertamente que estaba mal, que venía de no jugar y que me iba a costar, que si no me veía para estar en el Vetusta que me bajase al juvenil sin ningún tipo de problema. Al final cuando vienes del Madrid pues la gente puede pensar que nada, que este va a ir sobrado, pero qué va. Siempre confié en mí mismo, pero también era consciente de dónde venía y de lo poco que había jugado, por eso quería volver a empezar y ganármelo.

—Y no fue así.

—Jaime me dio muchísima confianza y le gusté como jugador. Acumulé entrenamientos y a verdad es que me encontraba bien, así que también gané en confianza. En la primera jornada en Segunda RFEF, contra el Villalbés, la bofetada fue importante. Pasar de jugar en la tercera categoría juvenil a hacerlo en Segunda RFEF es un salto tremendo. Al descanso me quitó, me fumó [risas]. Pero me vino muy bien y a la semana siguiente me dio la oportunidad en Torrelavega.

—Todo esto siendo juvenil. ¿El proceso va rápido o es natural la evolución?

—No le doy mucha importancia. Intento siempre estar en ese equilibrio que me permite no hundirme cuando algo sale mal y no venirme arriba cuando algo sale bien. Y a mí edad pasar del blanco al negro es habitual. Solo me centro en venir a entrenar, algo que disfruto muchísimo, y aprender de todo y de todos. Tengo la suerte de que el Real Oviedo cuenta ahora mismo con tres centrales buenísimos e intento aprender algo cada día.

—¿Hay mucha diferencia entre el Jaime Vázquez que debutó en enero y el Jaime Vázquez que entró el día del Burgos?

—Hay diferencia, sí. Sobre todo, más tranquilidad, más calma y, sobre todo, más confianza. Hacer la pretemporada con el primer equipo y pasar mucho tiempo con ellos ha sido clave a la hora de aprender cada día. Pregunto mucho, me aprovecho de mis compañeros y les exprimo, por así decirlo, porque creo que eso es lo que me va a hacer crecer. Lo que te puede enseñar un central de 30 años solo te lo puede enseñar un central de 30 años.

—Ante el Burgos se lesionó Lemos y estaban calentando Lucas y usted. ¿Le sorprendió ser el elegido?

—Sí, porque el cambio natural era Lucas. Es así, aunque sí es verdad que cuando nos mandó calentar a los dos dejó claro que algo había en su cabeza.

—¿El de Albacete es su mejor partido hasta la fecha?

—Estoy de acuerdo. Creo que desde el partido ante el Mirandés, donde juego en la segunda parte, hasta el pasado domingo contra el Albacete, he ido cogiendo la confianza necesaria y me he ido quitando el susto, por así decirlo. Aunque ya debuté la temporada pasada (enero), han pasado muchos meses y casi era como volver a debutar. Me vino bien el partido de la Copa, contra el Burgos tuve otra toma de contacto y ya en el Carlos Belmonte salí a disfrutar. Me sentí muy bien.

—Hay una jugada en el segundo tiempo del Belmonte en la que llega al cruce, controla y juega con Rahim. En otro momento igual hubiese despejado de primeras.

—Me acuerdo de ella. Esa es una jugada que existe por los tres partidos anteriores y por estas semanas con el primer equipo. El cuerpo técnico, con los vídeos y tal, y también mis compañeros de la defensa, me han ayudado mucho y me han ido limando, por así decirlo. En determinadas situaciones tienes que hacer esto, en otras esto otro. Minimizar errores y ser más fiable.

—¿Cómo es jugar en Segunda División siendo un central juvenil?

—El salto es gordísimo, es así. El ritmo, la calidad de los rivales y, claro, los duelos con los otros delanteros. Fer Niño, Quiles, Higinio, Paniccelli… son delanteros que cuidado. Hay que estar concentrado al 200%, porque contra esta gente puedes hacer 88 minutos buenísimos, que si desconectas minuto y medio tu partido pasa de ser bueno a un desastre. En cualquier momento se te va el partido.

—¿Qué es más importante, la concentración o el físico?

—A ver, al final los choques y los duelos son importantes, porque juego contra rivales mucho más mayores, más fuertes que yo y que están bien armados. Ahí también aparecen las ventajas. Estar concentrado hace que todo eso que te acabo de decir se minimice, te ayuda a que no te puedan sorprender.

—¿Qué es lo que tienes que mejorar con más urgencia?

—Físicamente, sin duda. Es ahí donde tengo un margen de mejora muy grande, tengo que darle mucha caña a eso para resolver con más solvencia las acciones defensivas y, en general, estar más seguro en el campo.

—El Real Oviedo de Javi Calleja está jugando con la línea defensiva muy adelantada.

—Es una de las cosas que más me ha costado. O incluso lo que más, bueno. Nunca había jugado con la línea tan adelantada y tampoco ha sido mi fuerte jugar con espacio a mi espalda y tener que correr. No soy lento, pero no es mi fuerte. Eso fue un choque. Me lo corrigió mucho el míster tras el partido ante el Burgos, porque aquel día estuve todo el rato rompiendo la línea y yéndome hacia atrás cuando no tocaba. Contra el Albacete estuve muy concentrado en ello y hablé mucho con Dani Calvo durante la semana. Le pregunté, me explicó y ya fui a ese partido con las cosas más claras para poder ponerlas en práctica.

—Mismamente, Dani Calvo tampoco es el central más rápido y siempre ha dicho que prefiere defender con la línea adelantada.

—Es que es algo que tiene mucho más que ver con la inteligencia táctica que con el físico. Hay que tener claro lo que te toca hacer a ti y lo que le toca hacer al compañero. Por ejemplo, para mí la acción más difícil es cuando el delantero rival se sitúa a tu espalda. Por delante puedes chocarlo y está referenciado, pero cuando no es así no lo ves y también dependes del compañero. Contra el Burgos, Fer Niño se metía detrás de mí, yo estaba en línea con Rahim y cuando Fer Niño hacía un amago de ir al espacio yo me hundía, rompía la línea y no había fuera de juego. Ahora no, ahora me quedo quieto, no me como el amago y de mi espalda se ocupa Dani. Y de la espalda de Dani me ocupo yo, claro.

—¿Le da mucho la chapa Dani Calvo?

—Todo lo que habla conmigo es para ayudarme. Si me tiene que dar chapas, que me las de.

—¿Y Aarón Escandell?

—Aarón también habla mucho con nosotros, sí [risas]. Nos corrige, está muy encima y eso ayuda a que la línea funcione. Es un portero que domina muchísimo ese espacio entre defensa y portería, nos tiene todo el rato localizados y él también tiene dominados esos metros de margen. Nos da mucha seguridad, nos habla continuamente y eso se ve en el campo.

—Me decía antes que aprende mucho de los centrales del Real Oviedo. Hábleme de ellos.

—Oier (Luengo) va durísimo al choque, es muy contundente. Y es muy listo, se coloca bien y eso lo aprovecha. Sabe potenciar sus virtudes y minimizar sus defectos. Es muy listo.

—¿Dani Calvo?

—Más de lo mismo. Por arriba es espectacular y se coloca muy bien, habla mucho. Eso lo destaco mucho, su comunicación con los compañeros da más cosas de lo que la gente piensa. No solo habla con el otro central o con los laterales, también con los mediocentros. Tiene jerarquía para ello, claro.

—Y David Costas.

—Es el mejor con balón de toda la defensa. Durísimo al choque también, al ser tan rápido le permite solucionar acciones que a otros nos puede costar más. También tiene ese punto de jerarquía como Dani. En general, lo que más destaco de los tres es que son centrales que no tienen miedo a quedarse mano a mano o dos contra dos con los delanteros rivales. Hay otros centrales más cagoncetes que prefieren tener ayudas a la mínima y tal, estos no. El otro día le dije a Dani Calvo durante el partido “oye Dani, que nos estamos quedando 2vs2 en todas las acciones”. “Da igual”, me dijo. Y cuando te dicen eso pues ya sabes que hay que ir y punto, las aprendes a dominar con el tiempo.