Analizamos en cinco claves la victoria del Real Oviedo ante el Extremadura
10 mar 2020 . Actualizado a las 13:19 h.El plan sigue adelante. José Ángel Ziganda no cesa en su empeño de convertir al Real Oviedo en una roca y, como le pasó al Tenerife, el Extremadura no encontró la forma de meter mano al conjunto carbayón. Y esta tiene doble mérito. Lo de Almendralejo igual no era una final, pero se le parecía mucho. Y los azules, de blanco en el Francisco de la Hera, mantuvieron un nivel de concentración e implicación pocas veces visto durante la temporada. Tres puntos que no te salvan, sí. Pero tres puntos que evitan que te hundas.
Convivir con la tensión
Gran ambiente en las gradas, sol y una tensión impactante en cada acción, tanto en el césped como en las tribunas. Te dicen que el partido se juega en mayo y que el que gane asciende a Segunda y cuela perfectamente. El aroma a playoff embriagaba unos primeros minutos en los que no cometer errores cerca del área propia era la premisa principal de ambos equipos.
Despejes contundentes, pocos pases en zona de creación y transiciones rápidas buscando sorprender a la zaga rival. En eso se basaron los primeros diez minutos del partido. Nadie se mostraba en fase ofensiva, pero al mismo tiempo nadie concedía nada a su rival. Y eso fue lo que pasó en el primer tramo del encuentro: nada.
El papel de Sangalli
Marco Sangalli tardó poco en aparecer. Antes de que su influencia se dejase notar cerca del área del Extremadura, el donostiarra mostraba un punto más de activación en situaciones defensivas, llegando rápido a las ayudas y ejerciendo de imán para llevarse todos los balones sueltos que caían en la medular.
Cuando el Real Oviedo se desperezó en campo rival, el '8' siguió siendo el origen de todo. Sangalli robaba, conducía, atraía rivales y siempre elegía bien cuándo soltar. Nieto, los puntas y Bárcenas, que esperaba en izquierda o se iba a la derecha a combinar con él, se aprovechaban de su trabajo y el conjunto carbayón llegaba poco, pero cuando lo hacía era con claridad. El 0-1 de Rodri, cómo no, nació de las botas del gran protagonista del encuentro.
El 'factor Alegría'
Muy pocos jugadores de Segunda División condicionan tanto a un rival como Álex Alegría. El plan del Extremadura se basaba en la fortaleza aérea del delantero de Plasencia, pero el Real Oviedo aceptó el reto e incluso lo controló. Ya no era solo el duelo directo con el ariete, era todo lo que generaba dicha disputa. Multitud de segundas jugadas, rebotes y situaciones de peligro que la defensa carbayona supo frenar en todo momento.
La línea de cuatro oviedista, muy concentrada durante los 90 minutos, era un festival de ayudas y correcciones mutuas que hacían imposible cualquier susto de los azulgranas. Además, Lunin mostraba su versión más tranquila y no sufría en su área. Álex Alegría se movía por todo el frente, sus compañeros lo buscaban y el pase largo siempre iba dirigido a donde estaba el '9', pero no simple y llanamente el Oviedo no permitía nada.
Cemento en el carril central
Duelos directos de Álex Alegría, segundas jugadas y centros laterales. Ziganda conocía las fortalezas del Extremadura, se adaptó y preparó a su equipo con el fin de contrarrestarlas. El técnico navarro fortaleció el carril central y creó un embudo que impedía a cualquier jugador del Extremadura aprovecharse de todo lo generado por Alegría.
Los laterales estaban cerca de los centrales, Sangalli y Bárcenas más interiores que nunca y el doble pivote muy posicional. Podría parecer que Tejera y Luismi no tuvieron su encuentro más lúcido, pero dejaron 90 minutos repletos de ayudas, tanto a los laterales como a los centrales en zona de remate, y duelos ganados. Rodri y Ortuño, pacientes en la presión, dejaban a los centrales y al doble pivote azulgrana combinar, pero más allá de la medular el sendero estaba cerrado.
El arreón que tardaba en llegar y un plácido descuento
Tras el espectacular gol de Sangalli, el Oviedo controló bien el partido. A medida que la fatiga torpedeaba a Alegría, el plan del Extremadura se esfumaba y el intento de reacción no llegaba. Corría el minuto 80 y los de Manuel Mosquera, que sí lo intentaron en los primeros minutos del segundo tiempo, no habían vuelto a inquietar a un tranquilo Lunin.
Ziganda aumentó la altura del bloque con la entrada de Lolo y el Oviedo, por si acaso, se preparó para el arreón final. Y llegó, pero a medias. Una peinada de Gil, un disparo rebotado de Pastrana al larguero y, finalmente, el tanto de Lomotey tras disputa ganada por, cómo no, Álex Alegría. Esa fue la única situación del partido en la que la defensa carbayona no resultó ganadora. La única.
Como ya pasó ante el Tenerife, la gestión del Oviedo en el tiempo de descuento fue perfecta. Los de la capital del Principado no dieron pie a la ilusión a la parroquia del Francisco de la hera y los minutos finales se jugaron cerca de Casto y no de Lunin, como sería lo lógico. Sin opción para el empate, el encuentro acabó. Ziganda encuentra su plan y los jugadores responden. No se puede pedir más.