Los hosteleros asturianos, hartos de las «no show»: «De tener mesas reservadas para 20 y llegar solo 8»
ASTURIAS
El sector comienza a plantearse si sería necesario exigir una fianza o una garantía bancaria a la hora de realizar las reservas. «Todo nos está llevando a ello», advierten
23 dic 2024 . Actualizado a las 05:00 h.En estas fechas navideñas, en ocasiones, puede ser complicado conseguir reservar una mesa para comer. Los más previsores realizan sus reservas con semanas e incluso meses de antelación, pero hay quienes a la hora de la verdad no se presentan en el restaurante. Son las conocidas como reservas fantasmas o no show, una tendencia que afecta cada vez más a los hosteleros asturianos. El principal problema es que no llaman para cancelar la reserva o lo hacen a última hora, cuando ya es complicado volver a llenar dicha mesa.
Para los restaurantes de la región estas acciones no solo se traducen en pérdidas monetarias, si no que, según señalan algunos establecimientos, también se ve incrementado el desperdicio de comida. Ahora, el sector hostelero asturiano comienza a plantearse si sería necesario exigir una fianza o una garantía bancaria a la hora de realizar las reservas. «Si siguen así vamos a tener que pedir tarjeta», asegura el avilesino Juan Rivero.
«Es muy habitual» que un cliente reserve una mesa para comer en el restaurante asturiano con más de 120 años de tradición gastronómica que inspira al chef José Andrés y después no acuda a la cita. No hay semana que nos les falle alguien y más en estas fechas que es cuando tienen un mayor número de comensales. «En las últimas semanas hubo clientes que reservaron y no se presentaron. Llamamos por teléfono para confirmar si van a venir o no y lo que pasa es que no contestan. Nos salta el buzón», precisa el avilesino.
Dada esta situación y al ver que se está convirtiendo en costumbre llamar para reservar una mesa y luego no dar más señales de vida, el propietario de Casa Tataguyo, en Avilés, no descarta aplicar algún tipo de medida para poner fin a esta situación, que se traduce en pérdidas monetarias para el negocio. «Tendremos que acabar pidiendo la tarjeta», advierte.
A veces suelen fallarles mesas y cuando llaman para saber si se van a presentar o no les dicen que se les pasó por completo anular. Hay quienes incluso les dan la excusa de que se pusieron en contacto para cancelar pero que no obtuvieron respuesta. No obstante, no es un comportamiento muy habitual en los clientes de Casa Alvarín. Se trata de una conducta muy pero que muy puntual.
«Reservas fantasma como tal no hemos tenido. Sí hubo reservas que no aparecieron pero pudimos contactar con ellas después», asegura Carlos Rodríguez, gerente de este restaurante de Avilés que ya va por su tercera generación. En este establecimiento para evitar las no show lo que hacen es coger el nombre y el número de teléfono de quien reserva para que en el momento que se aproxime la fecha llamar para confirmar.
En el caso de grupos grandes cambian la forma de actuar, ya que tienen un contacto más seguido con los comensales. «Hablamos por teléfono, también por WhatsApp, e incluso se presentan por aquí», dice el hostelero que pone como ejemplo el sistema que lleva a cabo para el encargo de comida para llevar durante las navidades.
«Lo hacemos todo por WhatsApp pero si llamo y veo que no me cogen el teléfono en tres ocasiones pues anuló porque no sé si va a venir o no», asegura. «Lo lógico es que yo tenga interés porque vengan y ellos tengan interés por venir», apunta, primando «siempre» el contacto humano.
No hay fin de semana en el que algún cliente no termine dejando plantado al personal de La Pumarada. Así lo asegura el propietario de esta sidrería situada en la calle Gascona de Oviedo. «Siempre tenemos mesas que nos fallan. De dos, de cuatro y puede que no aparezcan hasta mesas de 10», señala Jaime Álvarez. Y eso que días antes se tiran pegados al teléfono para confirmar las reservas pero, aún así, hay algún comensal que, por el motivo que sea, no aparece.
«Llamamos con una semana de antelación para confirmar y cada día tenemos mesas grandes, de 20 o 15 personas, que nos dicen que ya han llamado para anular, cuando es mentira. Pero bueno, menos mal que nosotros los llamamos para confirmar que si no…», dice el hostelero ovetense, quien considera que el hecho de que existan reservas fantasma supone «un problema gordo» para el sector.
Por suerte, en su caso, al tratarse de un restaurante grande y estar situado en una zona donde a diario pasa mucha gente, acaba llenando esas mesas que les han dejado tirados. No obstante, «hay veces que puede que sean las diez y media de la noche, tengamos ahí una mesa parada, donde podíamos haber sentado primero a unos y luego a otros», lamenta el hostelero.
A diferencia de otros muchos restaurantes, Jaime Álvarez no pide ningún tipo de fianza pero no descarta hacerlo en un futuro. «En algunos sitios están cobrando por la reserva y me parece hasta bien», confiesa. «La gente no se da cuenta del daño que hace con esto. Tengo de tener mesas reservadas para 20 personas y llegar solo 8. La gente no piensa que no es lo mismo una mesa de 20 que una de 8», apunta con cierto enfado.
En La Genuina llevan meses con la agenda completa para los fines de semana de Navidad. Hasta la fecha no hubo «ninguna mesa» que los dejasen tirados pero sí que están teniendo «modificaciones» en cuanto al número de comensales se refiere. «Toco madera porque este año no me quedaron todavía mesas vacías. Sí que ha habido grupos que después de confirmar varias veces la reserva, tres días antes nos cancelaron la misma pero por lo menos nos avisaron», asegura Andrés Blanco.
Pero, aunque todavía no se ha enfrentado a las no show, no quiere decir que el hostelero ovetense sepa lo que es que se le quede en su restaurante situado en la calle Cimadevilla un sitio vacío después de llevar semanas guardándolo para un comensal. «El año pasado teníamos una mesa para 20 personas y al final solo vinieron ocho», señala, antes de señalar que «esto, en verdad, son rachas».
En este restaurante de Oviedo la única medida que aplican para evitar las reserva fantasma es «ser pesados». «Mandamos guasaps de continuo. Si la reserva la tienen para el fin de semana, ese mismo lunes escribimos a todo el mundo para que nos confirme el número de comensales y el tipo de menú que quieren. El mismo día de la reserva volvemos a escribir para volver a confirmar. Así nos aseguramos, aunque bueno alguna vez puede pasar que se caigan uno o dos comensales, pero ya lo sabemos desde por la mañana, por lo que nos adaptamos», dice.
Cuando se celebró en Oviedo la que es considerada como la fiesta gastronómica más antigua de España, en el Llar de la Catedral hubo clientes que habían reservado mesa para comer el tradicional menú del Desarme y luego no se presentaron a la cita. Pero, por suerte, este tipo de clientes parece que han dejado de ser un problema para este restaurante situado en la plaza de Alfonso II «el casto» durante estas navidades.
Por el momento, tal y como asegura su propietario José Luis Cuesta, no han tenido ningún tipo de reserva fantasma. «No me ha dejado plantado ninguna mesa grande», dice. Sin embargo, sí que le ha ocurrido de presentarse menos comensales de los que tenía apuntados en un principio. «Nos pasó de tener una mesa para diez y de venir solo cinco», asegura. Y, para más inri, hay quienes le han llamado «a última hora» para cancelar la cita
Estas actitudes suponen una merma para el negocio, ya que ese sitio que previamente han guardado se les suele quedar vacío. Es por este motivo, que en determinados días, el responsable de este restaurante del centro de Oviedo se ve obligado a pedir la tarjeta para poder efectuar la reserva. No descarta tampoco hacerlo más veces y que se convierta en costumbre.
«Al final si vas a cenar que más te da pagar 10 euros por adelantado si total los vas a pagar luego. Estamos encaminados a coger fianza siempre. En los hoteles y en restaurantes con estrella Michelín ya lo haces, para reservar tienes que pagar», manifiesta el hostelero ovetense.
«En diciembre parece que la gente se toma las cosas más en serio», pero el resto del año las reservas fantasmas son una práctica de lo más habitual, según asegura Rubén Barrero, dueño del restaurante Sobiñagu, en Gijón. «Sobre todo, se da el caso de mesas grandes, de quince o doce personas, que luego te vienen diez», explica el hostelero. Una acción que se traduce en pérdidas monetarias, aunque en la mayoría de casos «tiene solución». «Si la reserva es a las 22.00 y a las 22.10 no llegaron, llamo y dependiendo de esa respuesta, se separan las mesas y se da un nuevo servicio. El problema viene cuando son reservas para las 23.30, ahí es muy difícil recuperar la mesa».
En cuanto a pedir un fianza o una señal para la reserva de grupos grandes «es algo que cada vez se va más», asegura Barrero. Aunque por ahora, en el Sobiñagu descartan esta opción, «todo nos está llevando a ello. Es verdad que lo consideramos un poco agresivo. Aunque, sobre todo los grupos grandes que no conocemos, es algo que alguna vez nos hemos planteado», explican desde la gerencia de este restaurante gijonés.
Cobrar por la reserva es una opción que Félix Gómez, dueño de la sidrería La Allandesa, en Gijón, tampoco se plantea por ahora. Para él, mantener el trato familiar y cercano con sus clientes es lo primordial, aunque no sabe a dónde «nos llevarán los tiempos si estas situaciones se agravan o se acentúan». Asegura que, al menos por ahora, las reservas fantasmas no son un gran problema en la sidrería, aunque sí suelen ser algo más habituales en la época estival. «La gente está disfrutando en la playa y a veces se les olvida cancelar la reserva», explica. Pero las pocas veces que sucede, sí supone un problema, «al ser un restaurante pequeño con pocas mesas, nos hace más daño».
Por su parte, Lara Roguez, propietaria y chef del restaurante Abarike, en Gijón, sí ha decidido tomar medidas al respecto, tras ser víctima en reiteradas ocasiones de la práctica conocida como reservas fantasmas. Fue este verano cuando tomó la decisión de implementar estas medidas, «nos vimos en la obligación de exigir una garantía bancaria. En estos casos, se hace una retención del dinero aunque no se saca nada del banco, solo en caso de que no se presenten», explica. Aunque desde la apertura, señala, los menús degustación siempre se reservaron con una señal de 15 euros. Un importe que «no cubre los gastos que tenemos, pero que tiene como objetivo que la gente se lo tome más en serio».
A pesar de las medidas tomadas, las reservas fantasmas continúan siendo habituales en este restaurante. «Mismamente el otro día, cuatro chicos que tenían reservada la barra con garantía bancaria no se presentaron, ni siquiera cogieron el teléfono». Por otro lado, hay quienes no se toman del todo bien esta exigencia, por mucho que les intentes explicar el problema al que tenemos que hacer frente. Se ponen a la defensiva y te aseguran que ellos sí irán, pero ya he tenido mesas que iban a venir seguro y luego nos hemos encontrado que un sábado por la noche nos faltan seis comensales, en un restaurante en el que solo tenemos cinco mesas».
Para la cocinera asturiana, la pérdida monetaria no es el único inconveniente de las reservas fantasma; asegura que cuando una mesa no se presenta «el desperdicio de comida también es considerable, sobre todo, en los menús degustación donde trabajamos con muchos platos premontanos. Todo eso va a la basura, porque no se puede volver a sacar». Eso sí, Lara Roguez asegura que ante los imprevistos son empáticos, «si una mesa falla por enfermedad o por algo que no podían prever, como un pinchazo, siempre intentamos aportar alternativas y buscar otra fecha».