Reservan una mesa pero no acuden porque deciden comer en otro lugar: la indignante situación que ha vivido un restaurante de Gijón

Esther Rodríguez
Esther Rodríguez REDACCIÓN

GIJÓN

Lara Roguez
Lara Roguez

La propietaria de este afamado local denuncia en redes sociales el vergonzoso comportamiento que han tenido estos comensales. «Teniamos ya la cocina cerrada esperando por ellos», manifiesta

07 oct 2024 . Actualizado a las 16:07 h.

La historia se repite o mejor dicho parece que algunas personas siguen sin entender que el hecho de no presentarse a la mesa que ha reservado para comer, evidentemente sin avisar con antelación, supone un gran perjuicio para los hosteleros. Y por más que se denuncia públicamente esta situación, los dueños de restaurante no dejan de sufrir las consecuencias de las no shows —así se conoce en el sector a las reservas fantasma—. «Es un mal bastante grande para nosotros», asegura la asturiana Lara Roguez, después de ver una vez como las sillas de su local, Abarike, se quedaron vacías un día en el que probablemente iba a hacer bastante caja.

La propietaria del restaurante recomendado por la Guía Michelín y con un aforo «muy reducido» confiesa que esta situación pasa «día a día» en su restaurante. Pero cuando ve que la cosa «se pasa de castaño oscuro» acto seguido denuncia lo ocurrido en sus redes sociales. Hace unas semanas publicó un vídeo en el que comentaba que un comensal se había equivocado a la hora de efectuar la reserva. En concreto hizo cuatro reservas diferentes para dos días diferentes con varios datos de contacto distintos.

Como finalmente solo se personó a una cita, desde la aplicación que hizo dichas reservas se le cobró una pequeña indemnización puesto que las no show suponen «una merma» en los negocios. Desde el restaurante, tras ser conocedores del error, mediaron para que se le devolviese al comensal la correspondiente cantidad de dinero. Cuando parecía que la cosa se había resuelto, Lara Roguez comenzó a recibir serias amenazas por parte del cliente.

Un comportamiento que a juicio de la chef gijonesa «se pasa de ridículo». Pero no ha sido la única situación «de coña» que ha vivido. Este fin de semana, sin ir más lejos, ha vuelto a ser testigo del vergonzoso comportamiento que, por desgracia, suelen tener algunos comensales. «Habitualmente no se suelen comentar estas cosas pero es un mal bastante grande en los restaurantes», comienza diciendo la chef en el vídeo que ha publicado donde cuenta todo lo ocurrido.

@lararoguez_abarike

Cositas de vergüenza que nos pasan en los restaurantes (parte 2)

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La hostelera tenía reservada una mesa para tres personas para comer «a última hora» de este domingo. Los comensales la habían llamado previamente avisando de que no iban a llegar a tiempo y que se les podían atender más tarde. Ante esta petición, Lara Roguez asegura que les dieron «un poco de margen» ya que «no había problema».

Al poco de dicha llamada se personó en el restaurante una chica «que por lo visto era la hija». «Se sentó en la mesa y pidió las cartas para ir echando un ojo porque como los padres iban a llegar un poco más tarde pues para ir pidiendo», relata la hostelera, quien en ese momento le pareció adecuada la actitud. Le ofrecieron por tanto bebida y, a diferencia de lo que suelen hacer otros comensales, «no quiso tomar nada».

Después de llevar «unos 10 minutos o así» mirando la carta y atendiendo el teléfono, de repente, la chica se levantó, recogió sus cosas y se marchó. «De la que se iba nos dice que es que sus padres se habían encontrado con alguien por el camino y se habían sentado en la mesa de ellos a comer así que no venían», cuenta perpleja Lara Roguez

«Dijo que se iba y se fue. A última hora, con la cocina ya cerrada esperando por ellos», denuncia indignada la chef, que ha visto como se le ha quedado un domingo una mesa completamente vacía, cuando es el día que mayor demanda suele tener. Y no es que se le haya quedado vacía una mesa es que ha tenido que decir que no a otros clientes porque no tenía hueco para atenderlos y se ha quedado por tanto sin obtener ciertos ingresos económicos.

«De vergüenza», califica la hostelera, que espera que no vuelva a repetirse esta situación ya que sino tendrá que ser más estricta con el cobro de fianza. En caso de mesas grandes y en jornadas de mucha afluencia en este restaurante de Gijón exigen «una garantía bancaria», que consiste en introducir los datos de una tarjeta sin que se produzca ningún recargo, salvo que no se acuda.

 «En este caso justo no teníamos, no sé porqué», lamenta la hostelera. No obstante, lo que más le duele es «el poco respeto y la poca empatía con el trabajo de los demás». «En fin», dice en un comentario.