La familia de la joven asesinada en Degaña recuerda que la UCO volvió a empezar de cero la investigación, utilizó toda la tecnología y llegó a la misma conclusión que hace 15 años
05 jun 2019 . Actualizado a las 05:00 h.Cada vez que tenían alguna novedad, que recibían algún comentario o alguien les escribía a la web, algún miembro de la familia marcaba el número de la UCO. Aprovechaba la oportunidad para preguntarle al agente de la Guardia Civil cómo iban las pesquisas. Invariablemente, la respuesta era la misma: «Se está trabajando en ello». Hubo momentos de desaliento, donde la respuesta de los investigadores tan solo parecía una fórmula aprendida para quitarles de delante. En 15 años hay muchos días de esos. Pero la respuesta no una manera de esquivar la responsabilidad. Mónica Barrero, la hermana de Sheila Barrero, la joven de Degaña asesinada el 24 de enero de 2004, reconoce que Sheila «ha sido una espina clavada para la UCO, que siempre ha tenido un hueco para seguir con su caso». Agradece su tenacidad, porque ha trabajado «más allá de lo que debería, con la cantidad de casos que hay en España». Ha vuelto a empezar de cero, ha utilizado toda la tecnología a su alcance y ha llegado a la misma conclusión: las pruebas apuntan al exnovio. La familia cruza los dedos. Está ante su última oportunidad. En menos de cinco años el asesinato prescribirá y entonces ya no habrá marcha atrás.
Los Barrero cruzan los dedos y miran con ansiedad a la Fiscalía. Sus desencuentros con el ministerio público se remontan al principio de la investigación. Creen que siempre ha habido pruebas suficientes para encausar al exnovio de Sheila y recuerdan que llegó a estar imputado durante varios años, que no fue un simple sospechoso. Critican las inacción del fiscal superior al que le tocó originalmente el caso, el fallecido Gerardo Herrero, al que llegaron a grabar en una conversación en la que decía que no pedía pruebas porque ya lo hacía la familias a través de la acusación particular. Esperan que la actual responsable, Esther Fernández, propine un giro a la situación, aunque hasta ahora no han visto ningún cambio de actitud. Desde que el juzgado de Cangas del Narcea reabrió la investigación, en octubre de 2018, a la vista de los nuevos informes, la fiscalía ni siquiera ha estado presente en las testificales. «¿Qué interés va a tener la UCO en que el culpable sea él?», se pregunta en voz alta Mónica Barrera, en referencia al principal sospecho, ese al que las pruebas han apuntado una y otra vez. «Ahora ya no son indicios. ¿Qué más necesitan?», insiste.
Han pasado 15 años. El tiempo ha sido un duro lastre para la familia. En uno u otro momento, todos han tenido que pasar por la consulta de un psicólogo. Su madre, al dolor por la pérdida violenta de una hija, suma la falta de un culpable. Los sobrinos de Sheila Barrero han crecido con el sufrimiento de sus padres por su pérdida. Así que cuando el abogado que defiende al exnovio reclama respeto porque ahora es padre de dos hijos, Mónica Barrero se escandaliza. «Lo único que están haciendo es echar mierda sobre el trabajo de la Guardia Civil. ¿Por qué los agentes le van a tener inquina, como insinúan? Daño se le hizo a Sheila, que nunca volverá», argumenta. Se indigna porque el letrado de la defensa califica de «marrullero» el nuevo informe oficial, con todas las nuevas pruebas.
Esos 15 años que han enquistado el dolor han tenido, sin embargo, dos efectos positivos: la tecnología ha avanzado y los testigos han perdido el miedo. Lo reconoce su hermana, que intenta reflexionar de manera objetivo entre el dolor. Con el paso del tiempo, está convencida de que la gente del círculo del sospechoso que sabe algo ha perdido el miedo, ya no teme meterse en un lío y enfrentarse a él todos los días. «Lo que había era algo que se sabía», explica. Se refiere a la posibilidad de que el principal sospechoso no hubiera pasado aquella fatídica noche con sus padres, tal y como aseguraron. La coartada tuvo gran importancia en la instrucción y ahora se baraja que hubieran salido. La mejora tecnológica ha sido clave. Ha servido para demostrar que la fibra encontrada pertenecía a la chaqueta del exnovio y que los restos encontrados en sus manos casaban de manera exacta con el casquillo que rebotó contra el parabrisas y quedó en el interior del coche en el que fue asesinada Sheila.
Así que la familia está «ilusionada y esperanzada» pero al mismo tiempo «temerosa de lo que pueda ocurrir», ahora que vuelve a verlo todo tan claro. Más allá del cambio de declaraciones, confía en la ciencia, en los resultados de la investigación. Pero, con la experiencia adquirida en este tiempo, recelan del silencio de la Fiscalía. «Nadie dice que lo culpe ni cuándo. Lo mínimo que se les pide es que asistan a las testificales para enterarse de las novedades porque con su ausencia lo que parece es que no les interesa. Lo único que pedimos es que trabaje», afirma Mónica Barrero. En el fondo, su interés es «que se haga justicia» y que acabe «la agonía». El informe ha sido «un chute de energía», del mismo tamaño que las muestras de cariño que han recibido siempre y del apoyo mostrado por el Ayuntamiento de Degaña, que tampoco ha permitido que el caso caiga en el olvido.
Ahora lo fundamental es el informe. «Es extenso y contundente», según describe Iratxe Mendieta, la abogada de la acusación particular, a preguntas de Europa Press. El trabajo de los investigadores, además, apunta «sin género de dudas» al exnovio. «Hay indicios más que suficientes que implican a la persona que está investigada», ha comentado la letrada. El trabajo de la Guardia Civil se vería reforzado, según Mendieta, por otros informes periciales que se han elaborado tras la reapertura del caso.
Otro de los hermanos de Sheila Barrero, Elías, ha realizado declaraciones en el programa Espejo Público de Antena 3. «Más claro, imposible, ¿a qué esperan?», ha señalado en relación a la necesidad de que las autoridades actúen.
ha afirmado la letrada a preguntas de Europa Press. El trabajo de los investigadores apunta "sin género de dudas" al exnovio de la chica.