Bruselas plantea fijar un impuesto al sector como consecuencia de las emisiones de los gases de efecto invernadero
11 mar 2019 . Actualizado a las 05:00 h.¿Debe un ganadero pagar por las ventosidades de sus vacas? Si la propuesta que tiene sobre la mesa Bruselas prospera, todo apunta a que el sector tendrá que hacer frente a un nuevo impuesto. Las autoridades europeas buscan la fórmula para que, de alguna manera, pague por las consecuencias de su actividad que, según los datos, es el responsable del 10% de las emisiones de los gases de efecto invernadero. Aún no hay nada concreto pero, si saliera adelante, los ganaderos asturianos tendrían que sumar un nuevo gasto en sus cuentas. «Nos parece increíble y sería un palo y un mazazo», asegura la secretaria general del sindicato COAG-Asturias, Mercedes Cruzado que no duda en adelantar que «ahogará aún más a un sector que en muchos casos trabaja sin márgenes de rentabilidad».
Los ganaderos coinciden en que este nuevo gravamen pondría en una situación delicada a un sector que ya tuvo que enfrentarse, entre otros cambios, a la reconversión láctea que en su día dejó en el camino a miles de explotaciones que no pudieron adaptarse a los nuevos tiempos. En las últimas dos décadas, Asturias perdió cerca de 9.000 granjas y 65.000 vacas. Un dato: a mediados de los años 80 la región superaba las 220.000 hembras de ordeño y hoy no llegan a las 70.000. «Sin ninguna duda hace peligrar la rentabilidad de las ganaderías asturianas que solo vemos que no hacen más que inventarse impuestos. Este ya era lo que nos faltaba, tener que pagar por las ventosidades de nuestras vacas… es completamente ridículo», explica Pedro Martínez, ganadero de la zona de Cangas del Narcea que cogió el relevo de sus padres hace ahora más de 15 años para mantener la granja que pusieron en marcha sus abuelos. «Esto es lo que nos faltaba. No damos crédito».
Energía para una nevera o un coche
Este nuevo gravamen, explican, complicaría aún más el desarrollo de un sector que además, se enfrenta a muchos problemas para encontrar mano de obra. «Es inexplicable la medida, ¿cómo se meten con el medio rural? ¿Acaso no hay contaminación en las zonas urbanas?», preguntan a las autoridades europeas. Es más, aclara Cruzado, debería ser tratado como un sector estratégico por varios motivos: «generamos puestos de trabajo, generamos alimentos, apostamos por el medio rural…».
Hoy en día existen estudios que aseguran que una vaca puede producir cada día en torno a 300 litros de metano que podrían ser utilizados para poner en marcha una nevera de 100 litros de capacidad durante un día y mantenerla entre dos a seis grados. De hecho, investigadores del INTA (Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria con sede en Buenos Aires) aseguran que es posible capturar el metano, transformarlo en biocombustible y utilizarlo para generar luz, calor o hasta para poner en marcha el motor de un automóvil. En Asturias, hay granjas asturianas, aún pocas, que han optado por poner en marcha colectores para aprovechar la fermentación de los purines y el estiércol para generar energía. «Exige una inversión importante que no todos pueden hacer frente». Calculan que su precio ronda los 60.000 euros.
En cualquier caso, la propuesta que llega desde Bruselas está en fase preliminar y los expertos calculan que podría llegar a aplicarse dentro de marco normativo del periodo que va desde el 2021 hasta el 2030. «Lo que van a conseguir desde Europa es que al final sobrevivan granjas de gran tamaño y las medianas o pequeñas, que son las más numerosas en Asturias, tengamos que acabar desapareciendo», lamenta Martínez.