De Idlib a Damasco, la ayuda urgente se empieza a distribuir entre el caos

Yahya Nemah DAMASCO / EFE

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Un voluntario reparte comida en Damasco.
Un voluntario reparte comida en Damasco. HASAN BELAL | EFE

La insurrección rebelde provocó escasez de pan y productos básicos

09 dic 2024 . Actualizado a las 22:26 h.

La escasez de pan y productos básicos en Damasco por la suspensión de servicios ante el caos desatado tras la toma de la capital siria ha hecho que las oenegés se pongan manos a la obra, como Violet, que ya empieza a distribuir ayuda urgente en la zona. «Los equipos de Violet llegaron a Damasco con el principal objetivo de inaugurar su oficina en la capital y empezar a brindar ayuda a la gente», señala Fuad Sayed Isa, director de la organización, desde la ciudad.

Esta ayuda, sobre todo, es «pan y otros productos alimentarios básicos por el cierre de varias panaderías y comercios», afirma, junto a un grupo de vehículos del colectivo, como ambulancias, que han llegado desde el norte pasando por las ciudades de Hama y Homs. Esta ayuda comienza a distribuirse en horas de confusión en Damasco, donde también escasea el combustible, mientras la gente espera a ver cómo es la nueva vida con los insurgentes que han tomado el poder, más allá del toque de queda impuesto desde las cuatro de la tarde hasta las cinco de la mañana.

«La suspensión de servicios y de los centros gubernamentales provoca un estado de necesidad que esperamos que vaya desapareciendo durante los próximos días, pero se necesita ahora esta intervención urgente», asevera Isa. Esta oenegé, cuyo origen está en Idlib —el que era el principal bastión opositor en el país— obtiene financiación de varios Estados de la Unión Europea y del Golfo, entre otros.

Ayuda para los prisioneros

Una de las tareas de Violet y de otras asociaciones que van a ir llegando a la ciudad es distribuir «ayuda urgente, así como dinero en efectivo a las personas que salieron de las cárceles y que intentan llegar a sus familias. De hecho, algunos de ellos se encuentran en las autovías principales de Homs-Damasco, sin poder volver», relata.

Sus equipos, que viajan de norte a sur, intentan distribuir ese dinero para facilitarles la vuelta a los presos y que puedan pagar el camino de regreso a su hogar. Los insurgentes de Hayat Tahrir al Sham (HTS), heredera de la exfilial siria de Al Qaida, fueron abriendo las puertas de las prisiones conforme iban dominando las ciudades, en especial de Alepo, Hama y Homs.

Pero la más significativa ha sido la de la infame prisión militar de Sednaya. La Defensa Civil siria, conocidos como los cascos blancos, llegaron este lunes a esa cárcel, conocida por el uso de la tortura contra los miles de presos, para rescatar a los detenidos en «celdas subterráneas ocultas».

Numerosos vídeos, algunos publicados por el mismo HTS, han empezado a aparecer desde el interior de la prisión, donde se veía a decenas de presos hacinados en cada una de las estrechas celdas. La misión de expertos de la ONU, que desde el 2011 investiga las violaciones de derechos humanos en Siria, calificó el domingo la caída del régimen de Al Asad como «un histórico nuevo comienzo para un pueblo que ha sufrido 14 años de atrocidades» y lo consideró una oportunidad para que se dé paso a una era más respetuosa con los derechos humanos en el país.

La comunidad siria en España

En España residen al menos 11.300 sirios, según datos del Instituto Nacional de Estadística del 2022. La comunidad siria celebró el cambio de rumbo en su país. «La nueva Siria no será de un día para otro», advierte Majad El Din Hamdan, presidente de la Asociación Siria en España. Él vive en Zamora con su mujer y sus tres hijos. Llegó hace ocho años. A las tres y media de la madrugada del domingo, sus familiares y amigos le confirmaron que «ya está todo bien y se han recuperado todas las zonas conquistadas por parte del Gobierno»