El buque Galicia, desde dentro: «Nunca había realizado una labor así»
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La embarcación se despide de Valencia tras dos semanas en acción. La Armada mantiene su despliegue, ahora con el Juan Carlos I
16 nov 2024 . Actualizado a las 05:00 h.El buque Galicia se despide este domingo de Valencia después de dos semanas de ritmo frenético en cada una de sus doce plantas. Le sustituye el Juan Carlos I, una embarcación todavía más grande. Cambia el buque, pero no el despliegue. La Armada mantiene el número de efectivos en el terreno.
Todo empezó el viernes 1 de noviembre, tres días después de la catástrofe. «Es una satisfacción poder decir que nos activaron a las seis de la tarde de un día festivo y a las ocho de la mañana del sábado estábamos yéndonos a navegar», cuenta el comandante del Galicia, Antonio Estevan, ferrolano como este buque. «Lleva 26 años, es un verdadero veterano de la Armada y está en la mitad de su vida», remarca. La gigantesca embarcación, de 160 metros de eslora y 23 de manga, ha participado en otras misiones de ayuda humanitaria, como en el huracán Mitch, que arrasó América central en 1998, en el Prestige y, ahora, en Valencia. «Tengo muchos años de servicio y nunca había realizado una labor así. Es impresionante», cuenta Estevan desde el puente de mando. Antes de entrar, saluda a parte del equipo de este sector, cuyos integrantes le devuelven el saludo.
El Galicia es un buque anfibio. Es incluso un hospital sobre el mar. Y es que su versatilidad es su mayor virtud. Un simple paseo por sus entrañas da muestra de ello. En su dique descansan dos lanchas de desembarco. Cada una de ellas es capaz de albergar dos camiones y a más de 150 militares. Una cuantas plantas más arriba lucen imponentes dos helicópteros. Son clave para realizar reconocimientos aéreos, traslados de personal y de víveres y evacuaciones médicas. Además, uno de ellos, el de la décima escuadrilla, cuenta con una cámara infrarroja que permite detectar niveles de calor. El hangar da con un extenso helipuerto, tan grande que permite que las dos aeronaves puedan aterrizar simultáneamente. Su capacidad de despliegue por vía terrestre consiste principalmente en nueve vehículos todoterreno, siete pesados y dos ligeros. «Esto no es un buque de pasajeros», resalta Estevan, al recordar que cargaron toda esta maquinaria en Rota a contra reloj.
En un piso superior, dos militares realizan ejercicios con una bicicleta estática con vistas a los helicópteros. Es casi la hora de la comida. La mayoría de la tripulación está desplegada sobre el terreno, aunque también hay personas descansando después de asumir un turno de doce horas.
Tres misiones
La dotación del Galicia reparte su despliegue en tres labores. «Tenemos un equipo de limpieza y desescombro formado por infantes de Marina, varias unidades especialmente equipadas con motobombas para achicar garajes y sótanos y equipos de buceo que han trabajado tanto en la Albufera como en los mencionados garajes», detalla Estevan, orgulloso también del personal de lavandería, panadería y cocina, entre otros. Una veintena de personas que se sumó voluntariamente a las labores de trabajo en las zonas afectadas una vez acababan sus jornadas. «Desde el principio su preocupación era cómo podían ayudar», afirma, satisfecho, desde uno de los alerones del puente de mando.
El relevo del Galicia por el Juan Carlos I se hará efectivo el domingo, pero el cambio de militares ya se está llevando a cabo. «Fue duro ver todo esto», afirma un infante que se quedará más tiempo desplegado. No es para menos: es de Paiporta. «Es un caso excepcional», apunta un compañero. «Fue bastante duro. Al haberme criado ahí sabía que me iba a impactar más. Yo iba a venir sí o sí», afirma este militar paiportino, que pasó una noche de tensión al no poder contactar con su madre. Por suerte, ningún familiar ha sufrido daños personales. «En todo momento me han permitido poder estar con mi familia», agradece este infante de Marina.
El Galicia se marcha de nuevo a Rota. Tiene unas obras pendientes ineludibles. También lo hace, cómo no, su comandante y toda la dotación permanente, inseparable de la embarcación. Y lo hacen orgullosos, tal como refleja Antonio Esteban, por un trabajo intenso de dos semanas.