Kamala Harris: una activista desde la cuna que fue moderando su discurso

Rosa Paíno
Rosa Paíno REDACCIÓN / LA VOZ

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Kamala Harris.
Kamala Harris. Pinto & Chinto

La hija de inmigrantes indio y jamaicano tiene la oportunidad de añadir a su larga lista de primeras veces la de ser la primera mujer presidenta

05 nov 2024 . Actualizado a las 14:07 h.

La biblia de la profesora Regina Shelton ha acompañado a Kamala Harris a lo largo de su carrera judicial y política llena de primeras veces. La usó cuando juró como la primera persona negra y mujer en servir como fiscala general de California, la primera en ser senadora y la primera en ser vicepresidenta. No se puede entender la vida de esta indo-afroamericana sin pararse a ver los valores que le transmitieron Shelton y su madre, Shyamala Gopalan.

Aunque nació el 20 de octubre de 1964 en Oakland, creció en Berkeley, otra cercana localidad de la bahía de San Francisco. En los años sesenta el movimiento por los derechos civiles estaba en su apogeo. Se respiraba diversidad y activismo. El sonar de los tambores africanos se entremezclaba con los cánticos de los Hare Krishna, mientras las calles eran el habitual escenario de manifestaciones contra la discriminación racial inspiradas por Martin Luther King, en ocasiones disueltas con contundentes cargas de la policía. Desde muy pequeña, Kamala Harris se empapó de progresismo y activismo político y cívico de la mano de sus padres, un jamaicano y una india. Su bautismo lo tuvo siendo muy pequeña desde el carro empujado por su madre Shyamala Gopalan en una de las muchas protestas que recorrieron Berkeley. «El activismo formaba parte de la vida diaria», confesó en una ocasión.

No se entiende la ambición y el camino tomado por Kamala sin hacer un repaso a la vida de su madre, una mujer menuda de poco más de 1,5 metros altura, pero con un carácter fuerte. «Fue una fuerza de la naturaleza y la mayor fuente de inspiración en mi vida», escribió Harris en su perfil de Instagram en el 2020. «Nos enseñó a mi hermana, Maya, y a mí la importancia del trabajo duro y de creer en nuestro poder para corregir lo que está mal».

Shyamala Gopalan procedía de una familia de la élite privilegiada dentro de la jerarquía de castas en la India. Sus padres creían en la importancia de la educación y animaron a sus hijos a estudiar. Con tan solo 19 años, Shyamala puso rumbo a California tras ser aceptada para cursar nutrición y endocrinología en la Universidad de Berkeley. Con los años, se convirtió en una reconocida científica biomédica dedicada a investigar sobre el cáncer de mama.

En el otoño de 1962, conoció a Donald J. Harris, un estudiante de Economía llegado a Berkeley desde Jamaica, en una reunión de asociación de estudiantes negros que se organizaban para incluir en la universidad la historia de los afroamericanos o la festividad seglar de esa cultura (Kwanzaa) y que terminó siendo el germen de las Panteras Negras.

Aunque se esperaba que regresara a la India y tuviera un matrimonio concertado, al igual que sus padres, Gopalan se casó con Harris en 1963 y, en 1964, obtuvo su doctorado y dio a luz a Kamala Devi. Dos años después llegó Maya Lakshmi. Dio a sus hijas nombres de la mitología india: Devi es la diosa madre hindú y Lakshmi, la diosa del loto de la riqueza, la belleza y la buena fortuna. «Una cultura que adora a las diosas produce mujeres fuertes», declaró la propia Gopalan a Los Angeles Times en el 2004.

Siempre quiso trasladar la cultura india a sus hijas, pero sin olvidar las raíces de su padre, pese a que el matrimonio se divorció cuando Kamala tenía solo seis años. Donald Harris desapareció de sus vidas y la científica tuvo que sacar adelante sola a sus hijas.

Etapa en Montreal

Tras el divorcio, las tres mujeres se mudaron a Quebec. En su etapa canadiense conoció en el instituto a Wanda Kagan, una amiga que sufrió abuso sexual de su padrastro. Su historia «fue la razón por la que quise ser fiscala y proteger a gente como ella», confesó en su biografía. Años después regresó a Estados Unidos para asistir a la Universidad de Howard, históricamente vinculada a la población afrodescendiente. Tras graduarse en Derecho y volver a California, Harris trabajó como fiscala antes de ser elegida en el 2004 como jefa del distrito de San Francisco. Durante esta etapa fue duramente criticada al solicitar la cadena perpetua —y no la pena de muerte— contra el principal acusado de haber disparado y matado al policía Isaac Espinoza.

Su vida está ligada a los Obama, cuya amistad se remonta a hace veinte años. Harris estaba entre la multitud congregada ante el Capitolio estatal de Illinois en febrero del 2007 cuando el entonces senador Barack Obama anunció su candidatura a la Casa Blanca. Poco después de la investidura del primer presidente negro, Harris se presentó como candidata a fiscala general de California.

Obama apoyó discretamente a la californiana mientras ascendía en la política. Durante su mandato, Harris irrumpió en el Senado en el 2015 para sustituir a Barbara Boxer, que llevaba más de dos décadas en el cargo, y recibió el apoyo incondicional de Obama. En la Cámara Alta ganó visibilidad con sus discursos y sus conocidas disputas, especialmente con el republicano Rand Paul en torno a la ley contra el linchamiento. En el mandato de Trump, formó parte de la comisión judicial y defendió el proceso de destitución contra el entonces presidente.

Fue en el 2020 cuando decidió lanzar su carrera a la Casa Blanca, pero tuvo que retirarse ante la falta de fondos y las crecientes tensiones en el partido. Pero en un giro de guion terminó siendo la compañera de candidatura de Biden. El congresista John Lewis, leyenda de la lucha por los derechos civiles, convenció a Biden para aceptarla como compañera de fórmula, pese al encontronazo que tuvo sobre las políticas para minimizar la segregación racial en los colegios.

Muchos le achacan un perfil bajo en su desempeño como vicepresidenta —un cargo sin competencias definidas más allá de sustituir al presidente en caso de destitución o muerte—, lo que no impidió que de rebote se convirtiera en la aspirante demócrata tras la renuncia de Biden

A sus 60 años y casada con el abogado Doug Emhoff —que tiene dos hijas de su anterior matrimonio, Cole y Ella—, tiene ahora su oportunidad de cumplir con el cliché que le adjudicaron hace años: la Barack Obama femenina.

De ganar a Donald Trump, no solo sería la primera mujer, sino también la primera asiática en llegar a la Casa Blanca. Tendrá que demostrar su fuerza como líder y acallar las críticas por sus supuestos cambios de opinión y su inclinación a la moderación. En su libro autobiográfico Nuestra verdad, le atribuye a su madre la frase «puedes ser la primera en hacer muchas cosas, pero asegúrate de no ser la última». El 5N se presenta como la salvaguarda de la democracia.