Donald Trump: el magnate que busca la revancha y un nuevo orden
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Es el séptimo presidente que intenta volver tras ser derrotado. Solo uno lo logró. Ha cambiado a casi todo su equipo y sobrevivido a dos atentados.
03 nov 2024 . Actualizado a las 05:00 h.Donald John Trump (Queens, Nueva York, 14 de junio de 1946) ha vivido la campaña instalado en una montaña rusa. Ha alternado su tiempo entre los mítines y los juzgados, pero ha conseguido darle la vuelta a las encuestas y sueña con un retorno a la Casa Blanca que le garantice la inmunidad ante las acusaciones que le persiguen y, de paso, le permita una revancha contra quienes lo convirtieron en un perdedor, casi un apestado social, tras sucumbir en el 2020 ante Joe Biden.
El magnate, de 78 años, es además el séptimo expresidente que intenta un retorno político tras ser derrotado en las urnas, con la esperanza de emular a Grover Cleveland (1885-1889 y 1893-1897), el primer demócrata en ganar unas elecciones tras la Guerra Civil y el único que logró una victoria después de ser derrotado en su intento por revalidar mandato.
Trump será candidato por tercera vez, pero el eje de su campaña no ha cambiado. Los problemas derivados de la migración descontrolada por la frontera sur, la guerra comercial con China y los ataques a las minorías forman parte de su catecismo político. Pero en esta tercera oportunidad añade el factor de la revancha. El magnate, que ha sido capaz de levantar un imperio inmobiliario dos veces, que triunfó en la tele y que lo mismo lanza una criptomoneda que crea una red social propia para poder decir lo que le da la gana, tiene sobre su cabeza varias acusaciones de alta traición por auspiciar y alentar el asalto a la Casa Blanca antes de la toma de posesión de Biden.
Su equipo legal también ha cambiado. Su anterior abogado, Rudy Giuliani, ha pasado por la cárcel por sus triquiñuelas para reivindicar la nulidad de las elecciones del 2020. El anterior, Michael Cohen, fue condenado por intentar sobornar a la actriz porno Stormy Daniels con dinero de la campaña republicana para que no confesara un supuesto lío de cama con el magnate. Los nuevos letrados, carísimos, según los ránkings de Nueva York, han utilizado toda la artillería burocrática a su alcance para permitir a Donald Trump concurrir a las urnas y evitar ser condenado.
Una compleja carrera interna
Para llegar al 5N, el símbolo del empresario de éxito del Nueva York de las vanidades tuvo que afrontar una dura competición interna. Fue denostado porque casi todos sus colaboradores —John Bolton, el ex secretario de Seguridad; John Kelly, el militar que fue su mano derecha, y hasta Mike Pence, su vicepresidente— pusieron en duda su idoneidad.
Y eso en su bando, porque en la acera de los demócratas fue vestido como un verdadero diablo, una amenaza para la democracia. Un nazi incluso, según acusación del citado Kelly, recogida y amplificada por Kamala Harris que forzó un rotundo desmentido de Trump: «No soy un nazi. Soy lo contrario a un nazi», repitió con énfasis.
Pero las piedras en el camino de los suyos no impidieron un paseo del candidato en las primarias republicanas. En apenas un par de semanas se impuso con claridad a figuras como Nikki Haley, quien se hizo con cerca del 19,5 % de los delegados, y Ron DeSantis, quien se retiró ya a mediados de enero. Otros candidatos fueron Mike Pence, Chris Christie, Asa Hutchinson y Vivek Ramaswamy, aún con menos apoyos.
Origen acomodado
El republicano, que alguna vez votó demócrata y financió incluso la campaña de Hillary Clinton, nació en Queens, Nueva York. Era el cuarto hijo del magnate Fred Trump, hijo de inmigrantes alemanes, y Mary Anne MacLeod Trump, nacida en Escocia. Nunca pasó por ser un buen estudiante y sus tropiezos con los libros obligaron a sus padres a tomar medidas drásticas. A los 13 años fue enviado a una academia militar por su mal comportamiento en la escuela, si bien logró un título por la Escuela Wharton de la Universidad de Pensilvania, tras lo que dio el salto a los negocios de su familia.
Trump se introdujo pronto en el imperio inmobiliario de su padre y ya en 1971 se hizo con el control de la compañía, que pasó a llamar Trump Organization, para posteriormente entrar en el mundo del entretenimiento, llegando a ser el presentador del conocido programa de televisión The Apprentice [El aprendiz], donde los participantes competían por un contrato en su imperio. La popularidad alcanzada le abrió las puertas a la posibilidad de entrar en política, algo que hizo en junio del 2015, cuando anunció que concurriría a las presidenciales del año siguiente. No lo creyó casi nadie y provocó escepticismo y risas en aliados y rivales.
Contra pronóstico, logró la victoria aupado por su eslogan «Make America great again», y gracias al apoyo de un pléyade de grupos nacionalistas y derechistas que abarca sectores de la conocida como alt right. El estratega de su campaña, Steve Bannon, acaba de salir de prisión tras ser condenado también por las maniobras de asalto al Capitolio.
Figura controvertida
A nivel interno, Trump tuvo que acometer numerosos frentes, incluida una investigación por supuesta colusión entre su campaña y Rusia en las elecciones del 2016 —que se saldó sin pruebas concluyentes que respaldaran las acusaciones— y un juicio político por abuso de poder y obstrucción. El mandatario, tercer presidente en hacer frente a un impeachment, ha sabido sobreponerse también a las críticas, y procesos judiciales, por alentar teorías sobre un robo electoral e irregularidades desde las tripas de Washington para beneficiar a su rival.
El exmandatario, primer presidente del país en ser condenado, ha asegurado en todo momento que se trata de «una caza de brujas» destinada a apartarlo de la política y ha cargado contra lo que describe como el «pantano» en Washington, en referencia al poder de diversas agencias y lobis a los que acusa de dirigir realmente Estados Unidos.
Su tercera campaña, marcada por dos intentos de asesinato contra él —incluido uno en el que resultó herido de levedad por un disparo—, ha vuelto a estar centrada en la lucha contra la migración irregular, los recortes de fondos a programas sociales que describe como parte de una campaña woke (progre) y el fin de la guerra en Ucrania, tras la invasión desatada por Rusia en el 2022.
Su nuevo enemigo ahora es China y la guerra comercial que amenaza a las clases obreras de EE.UU. Su victoria sería una revancha sobre el establishment. Y él está acostumbrado a llevar la contraria y salir airoso.