Así fue el caso de Nevenka Fernández, la víctima de acoso sexual culpabilizada por la sociedad
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A pesar de su triunfo en los juzgados, la exconcejala de Ponferrada sufrió la condena de la opinión pública durante décadas. Ahora, ha resurgido como un icono del MeToo. En su primera entrevista en televisión, en «El Objetivo», animó a las mujeres que sufren acoso a contarlo: «Hablar me salvó la vida»
27 sep 2024 . Actualizado a las 07:28 h.Nevenka Fernández ha conseguido, muchos años después, resarcirse del calvario vivido durante años. Una víctima de acoso sexual en el trabajo, la primera en conseguir una sentencia favorable en la historia de nuestro país, que fue durante mucho tiempo juzgada como si fuera ella la culpable. Un juicio que puso a Ponferrada en las primeras páginas de los periódicos y abriendo informativos durante semanas. Y que ahora, por fin, se ve compensada como figura clave del proto-MeToo; de las mujeres que alzaron la voz contra los excesos de los hombres cuando eso suponía enfrentarse a toda la opinión pública.
La joven era una recién llegada a la política cuando sucedió todo, apenas cuatro años después. Entró en ella por contactos de su padre, que tenía una fuerte amistad con quien era el teniente de alcalde de Ponferrada, mano derecha del regidor, Ismael Álvarez. Con él se presentaría, en mayo del 99, como número tres de su lista del PP. Su futuro se antojaba prometedor.
La contundente victoria electoral la ponía de cabeza en la Concejalía de Hacienda y Comercio, con dedicación exclusiva, y al poco de llegar presentó un plan tributario que fue bautizado entonces como el Nevenkazo. Fueron las primeras manifestaciones que tuvo en su contra, aunque en este caso eran solo por cuestiones políticas.
En ese otoño, en medio de la tensión tributaria, Nevenka y el alcalde Ismael Álvarez comienzan un romance que acabaría como el rosario de la aurora. Fueron solo unos meses, hasta febrero del 2000, en un final que se precipitó en un viaje por San Valentín a A Coruña. Para él había sido una escapada mágica; para ella, casi una obligación, a la que había acudido forzada por una vieja promesa. No pudo acabar bien, porque ella rechazó su regalo, un valioso reloj.
La relación entre ambos se había roto, y se fue deteriorando rápidamente con el paso del tiempo. Celos, insultos, castigos por parte del regidor, intentos de ataque y seducción que acabaron con la concejala a punto de presentar su dimisión. «Eres una hija de puta y yo voy a ser más hijo de puta contigo», llegó a decirle el alcalde.
Pero, de algún modo, las aguas vuelven a su cauce temporalmente. Hasta sus viajes a Valladolid por temas políticos, donde él aprovecha habitaciones contiguas para acosarla. Repite la jugada en una boda del hijo de un concejal navarro, donde Nevenka denuncia haber sufrido una encerrona, ya que se había reservado una sola habitación y ningún otro edil de la corporación acudió al evento. El relato en el juicio de este momento era devastador. Reveló que el alcalde se había masturbado ante ella. «Mientras yo no podía irme», repitió sin cesar, sollozando.
El regidor estaba empeñado en convertir su vida en un infierno. Se encontraba asediada, según contó una prima suya, y se quejaba de que todos los ediles le habían hecho el vacío. Enseguida se notó en el estado físico de Nevenka, que empeoró visiblemente. Tanto, que hasta tuvo que desmentir en una entrevista estar recibiendo tratamiento para drogadictos. Es por ello que huye a Madrid, pero no se libra de las amenazas que le llegan constantemente.
Los médicos, a los que acude para revisar su baja, dan con el quid del problema y se lo explican a ella: Nevenka era una víctima de acoso sexual.
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El 26 de marzo del 2001, Nevenka comparece ante los medios y hace firme su decisión. Presenta una querella contra el alcalde de Ponferrada por acoso sexual.
A principios de siglo no había MeToo ni se le esperaba. La constructora donde iba a entrar a trabajar de forma inminente le retira de inmediato la oferta laboral. «Hace veinte años la sociedad española no estuvo a la altura de la valentía de Nevenka», dice el texto de promoción de la docuserie Soy Nevenka, y razón no le falta.
Porque la pérdida de esa oportunidad laboral fue lo de menos. Ya se lo había advertido su abogado, Adolfo Barreda: «No va a ser un camino de rosas». Y es que Nevenka iba a tener que explicar públicamente cosas que pertenecían a su intimidad, algo para lo que la sociedad no estaba preparada ni hacía el esfuerzo por comprender.
Pero tampoco la justicia. El fiscal jefe del Tribunal Superior de Castilla y León, José Luis García Ancos, fue de los primeros en poner en duda su versión. «Usted no era una empleada de Hipercor que tuviera que dejarse tocar el culo para asegurar el pan de sus hijos. Podría haber dejado su trabajo», le espetó el magistrado.
Sus propios excompañeros negaban su versión, asegurando que jamás habían visto en ella problemas físicos o psíquicos ni ningún trato vejatorio contra ella. Pero, curiosamente, sí aprovecharon para afearle su informalidad laboral.
Paradójicamente, quien sí la entendió fue una rival política, Charo Velasco. Sin oportunismo alguno, escucha la versión de Nevenka, la cree, la comprende y se pone sin titubeo alguno al lado de la víctima.
A pesar de todos los obstáculos en su contra, Nevenka consiguió ganar la batalla judicial, y el alcalde fue condenado a una multa de 6.480 euros más una indemnización de 12.000 €, aunque posteriormente rebajó la sanción al eliminar el agravante de abuso de superioridad, al entender que no hay relación jerárquica entre alcalde y concejala.
Pero la víctima perdió el juicio de la opinión pública. Lo contaba Maribel Sánchez-Maroto, directora de la docuserie Soy Nevenka, sobre la escena que mejor ilustra la situación. Tras la sentencia, en la plaza de Ponferrada, «de un lado, 3.000 personas apoyando a Ismael y, al otro lado, en un rinconcito, unas 300 mujeres con una pancarta de “No al acoso”».
Nevenka se vio obligada a abandonar el país ante la presión de los medios y las amenazas. Se trasladó a Londres y se mantuvo en un segundo plano. Hasta que llegó el MeToo a nivel global y el éxito del 8M en el 2017 en España. Ahí, Nevenka Fernández resurgió como un símbolo. Un icono de la lucha contra el machismo imperante durante años a nivel institucional y de opinión pública que ha conseguido, por fin, pasar a una nueva página de su historia.
Ana Pastor entrevista a Nevenka en «El Objetivo»: «Hablar me salvó la vida»
Coincidiendo con el estreno de Soy Nevenka, la nueva película de Iciar Bollaín, El Objetivo (22.30 horas) emitió este jueves una edición especial para abordar el caso que marcó un antes y un después en la lucha por los derechos de las mujeres. Ana Pastor entrevistaba por primera vez en televisión a Nevenka Fernández, la primera mujer en España en ganar un juicio de acoso sexual contra un político.
La grabación de la entrevista tuvo lugar en Zamora, localidad en la que también se ha rodado parte de la película de Bollaín tras la negativa del Ayuntamiento de Ponferrada a autorizar en rodaje en la ciudad.
En ella, Nevenka ha animado a todas aquellas mujeres que sufren algún tipo de acoso o maltrato a contarlo y denunciarlo porque, según ha explicado, a ella hablar le «salvó la vida».
«Es muy importante que las mujeres que viven maltrato o acoso se fíen de lo que están viviendo porque cuando te tratan mal piensas que tienes la culpa de haber sonreído lo suficiente o no haber sonreído lo suficiente», contó. Nevenka Fernández estuvo seis meses de baja y le costó «mucho» aceptar su situación y afrontar todo lo que le había ocurrido. «Para mí estaba en juego la vida. Entonces, había llegado el momento de pelear por mi vida. Literalmente», ha confesado.
Describió su situación como «tan dramática» que estaba «absolutamente destrozada». «Me habían machacado a muchos niveles, no solo físicos sino también mentales», ha apostillado.
Para Nevenka la película de Bollaín es un «homenaje a todas las mujeres valientes y a todos los que las acompañan». «Hombres y mujeres buenos que en el camino ayudan a que las injusticias no pasen desapercibidas», ha dicho.