Paulo Abrão: «Debemos creer en la fuerza de las instituciones de Estados Unidos»

Héctor Estepa
héctor estepa BOGOTÁ / E. LA VOZ

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El brasileño Paulo Abrão, director del centro de estudios Washington Brazil Office.
El brasileño Paulo Abrão, director del centro de estudios Washington Brazil Office. Washington Brazil Office

El director del centro de pensamiento Washington Brazil Office ve muy preocupante el incremento de violencia política que vive América

18 jul 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Paulo Abrão es una de las voces más reconocidas del activismo democrático en el continente americano. Fue director ejecutivo de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) entre el 2016 y el 2020, destacando su labor de documentación de violaciones a los derechos humanos en Nicaragua y Bolivia. Ahora dirige el centro de pensamiento Washington Brazil Office y se muestra muy preocupado por el volumen de violencia política que vive América.

—¿Por qué hay cada vez más ataques como los sufridos por Bolsonaro, Cristina Kirchner, Fernando Villavicencio o Trump?

—Porque hay un endurecimiento de las posiciones políticas y tal vez una sensación de que los canales de participación política están congestionados, son insuficientes o no llevan a salidas satisfactorias. O tal vez haya una falsa promesa populista de transformación rápida, disruptiva y violenta. Es un discurso muy peligroso, que presenta a las instituciones republicanas como fallidas o perversas, como dominadas por una élite traidora de los intereses de la población. Este discurso es un sabotaje de la democracia. Alimenta resentimientos y estimula a romper con la participación política a través de canales formales, buscando una manera extrema, individualista y violenta de interferir en la dinámica social.

—¿Cómo acabar con esa violencia política?

—Lo primero es restablecer la confianza de las personas en la democracia, en los políticos, en la idea de la buena gestión de la cosa pública, y dar la garantía de que esta democracia puede ser inclusiva, traer beneficios a todos, y no solo a aquellos que participan en el restringido círculo de los contentos. Al mismo tiempo, es necesario que haya responsabilización no solo de aquellos que participan en ataques a la democracia, sino sobre todo de aquellos que viven de construir sus carreras políticas incitando golpismos y vendiendo la falsa promesa de que la democracia real se conquista derribando la democracia, en nombre de un régimen personalista.

—¿Qué países están más polarizados?

—EE.UU. y Brasil. Ambos tuvieron intentos recientes de golpes de Estado frustrados, debido a cuestionamientos ilegítimos a resultados electorales. También atentados contra candidatos presidenciales en campaña. Además, en Bolivia las Fuerzas Armadas dieron un ultimátum al presidente; hubo un atentado frustrado contra la expresidenta de Argentina; Ecuador vive una suspensión de derechos; Perú vive una enorme inestabilidad; y Venezuela tendrá elecciones en una democracia fuertemente impugnada. En fin, tal vez sea más fácil identificar países de la región donde estas situaciones no ocurren.

—¿Es exagerado hablar de un posible conflicto en EE.UU.?

—Espero que sí. Un conflicto armado interno en EE.UU. tendría un efecto nefasto tanto para el propio país como para el resto del mundo, dado el magnetismo que la democracia americana aún ejerce. Además, el movimiento iliberal estadounidense está muy conectado internacionalmente, y es fácil imaginar el impacto que esto tendría en seguidores de esta doctrina, que podrían inflamarse con la situación, creyendo poder hacer lo mismo en sus países. Debemos creer en la fuerza de las instituciones estadounidenses, incluyendo sobre todo a las organizaciones de la sociedad civil, la prensa, los sindicatos y los movimientos sociales.

—¿Qué significa el ataque a Donald Trump?

—En el corto plazo, coloca a Trump como víctima de la violencia; justo él que siempre ha sido un promotor de la violencia en sus discursos y en su postura proarmas. No deja de ser irónico. Ahora, para ganar la elección, necesitaría atraer a electores más del centro. Si apuesta por el contraataque y la difamación de sus adversarios, con un ímpetu violento, tiende a avanzar poco en ese segmento. Sin embargo, si habla de reconciliación y de la reducción de la animosidad, puede crecer. La cuestión es saber si estos cálculos, por parte de él, van más allá del interés electoral inmediato. No lo creo. En 4 años de Trump no fue eso lo que vimos. Basta recordar que su gobierno terminó con un intento de invadir el Capitolio para revertir una derrota cierta en las urnas. Es una violencia inmensa.