El Ejército israelí completa el cerco y se adentra en el denso corazón de Gaza

Andrés Rey REDACCIÓN / LA VOZ

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Fuego y humo sobre el barrio de Tal al Hawa, en la Ciudad de Gaza.
Fuego y humo sobre el barrio de Tal al Hawa, en la Ciudad de Gaza. MOHAMMED SABER | EFE

El objetivo de las tropas es el hospital Al Shifa, «cuartel secreto» de Hamás

03 nov 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

«Estamos en el apogeo de la batalla», decía ayer el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu. «Hemos logrado éxitos impresionantes y hemos atravesado las afueras de la Ciudad de Gaza. Estamos progresando. Nada nos detendrá. Seguiremos adelante y ganaremos».

El Jefe del Estado Mayor, Herzi Halevi, detalló que las tropas —apoyadas por fuego desde el aire y el mar— habían completado el cerco y alcanzado el corazón de la ciudad. Una zona urbana «densa y compleja que requiere profesionalidad y coraje» y que alberga la nave nodriza, el cuartel secreto de Hamás (según la narrativa israelí): el hospital Al Shifa. Esta vez sí, el norte había quedado completamente aislado. Pero la gran batalla aún estaba por llegar.

Durante los combates cayeron otros tres soldados. Un total de 18 cuerpos regresaban a su hogar después que Halevi proclamara su sacrificio «en nombre de la santidad de la vida, contra un enemigo que ha grabado la muerte en su bandera», dijo Halevi.

Muerte que mancha las manos de Hamás. Muerte que se clava en el alma de los israelíes. Y muerte que insuflan sus tropas, sedientas de venganza, entre los palestinos que no han podido escapar de la Franja. Ya son 9.061 cadáveres (3.760 niños) los que se revuelven entre los escombros, yacen en fosas comunes o vuelan por los aires entre impactos de nuevos bombardeos.

En Yabalia los ataques no cesaron. Los fallecidos ascendían a 195 y millares de misiles en la noche del miércoles al jueves acabaron con decenas de vidas más por toda la Franja. Uno de ellos alcanzó un bloque de viviendas en el campo de refugiados de Bureij y asesinó a 15.

Mientras tanto, las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) habían empezado a usar programas de inteligencia artificial para identificar objetivos.

Tal vez, combustible

«Desde hace más de una semana nos dicen que “mañana se acabará el combustible en los hospitales”. Hasta el momento no se ha agotado», subrayó Halevi.

La realidad es que los hospitales en territorio palestino han elevado cada vez más alarmas sobre la disminución de su fuente de electricidad. El miércoles, las autoridades sanitarias comunicaron que el único hospital oncológico en la Franja detuvo sus servicios y se sumó a otros 16 centros que permanecen inactivos.

«Cuando realmente se queden sin combustible, estaremos atentos», prometió el militar. «El combustible será trasladado, con seguimiento, a los hospitales. Haremos todo lo necesario para garantizar que no llegue a las infraestructuras de Hamás».

Sin embargo, Netanyahu puntualizó que el Gobierno no había tomado ninguna decisión sobre esa supuesta transferencia de combustible. «No he dado tal instrucción», aseveró.

Un segundo español, trabajador de la ONU, cruza el paso de Rafah y se espera la salida de más de 140

Un segundo español cruzó ayer el paso de Rafah. Jesús Pérez Arellano, trabajador de la Oficina de las Naciones Unidas para la Paz en Oriente Medio (UNSCO), ya deja atrás la Franja de Gaza y se aleja de la zona de guerra.

A lo largo de ayer y hoy, se prevé la evacuación de entre 140 y 178 ciudadanos españoles más por Rafah, la única salida que no está controlada por Israel.

La ministra de Defensa en funciones, Margarita Robles, explicó que la operación se ha organizado en coordinación con las autoridades egipcias, después de que el miércoles se abriese la frontera para extranjeros y personas con doble nacionalidad.

«Allí está todo preparado para ir a buscar a los españoles entre hoy o mañana [por ayer u hoy]», declaró Robles en la base aérea de Torrejón de Ardoz (Madrid), antes de detallar que ya hay un equipo en El Cairo y que, en España, las Fuerzas Armadas también listas por si es necesario hacer una evacuación aérea.

Según Egipto, alrededor de 7.000 ciudadanos con pasaportes extranjeros esperan hacer el cruce. Para muchos no es fácil. Nadia Salah, de 53 años, llegó a la frontera junto a su hija mayor, Lama Eldin, el miércoles, pero luego tuvo que despedirse. Eldin nació hace 30 años en Bulgaria, donde la familia era propietaria de un café, y tiene la ciudadanía búlgara. Pero Salah, su esposo y sus gemelos de 20 años tuvieron que quedarse atrás.

«Es muy difícil, pero debe irse», dijo Salah a The New York Times, conteniendo las lágrimas, en una llamada telefónica desde Jan Yunís. «Así estará segura».

Mientras la gente esperaba en el cruce, el sonido de un ataque aéreo sacudió a la multitud y un trozo de metralla pareció caer en la zona. La explosión fue solo otra señal de que, para muchos, el viaje hacia un lugar seguro era uno de los más arriesgados que habían emprendido nunca, sin línea telefónica ni internet y en medio de una sequía de combustible casi total.

Para los que conseguían cruzar, no obstante, el calvario no terminaba. Debían pasar por un estricto trámite burocrático que requería la emisión de salvoconductos y visados temporales, aviso que se daba en el último momento. Además, todos aquellos que llegasen a territorio egipcio debían abandonar el país en un plazo máximo de 72 horas.