
Texto de opinión
19 jun 2025 . Actualizado a las 01:32 h.Los males de la temporada recién concluida parecen disiparse con la llegada del calor, el murmullo incesante del mercado y los nuevos fichajes desembarcando a orillas del Isabel la Católica. El verano funciona como ese espejismo en el que el fútbol -lejos de Mundiales- reposa, dando paso a otras cuestiones que no son menores para el desarrollo de la temporada.
Este será ya el cuarto verano del Grupo Orlegi al mando del Real Sporting, tiempo suficiente para que vayamos conociéndonos todos un poquito mejor. Tiempo, también, de muchas ilusiones pero, también, de diversos sinsabores. En cada uno de estos veranos, los responsables deportivos del club -y, por extensión, del Grupo- han tenido que pagar peajes. Nunca señalaré al que tenga cosas por aprender, pero siempre exigiré que lo haga en el trayecto. Porque sí, en la vida también te encuentras a quienes llevan veinte años haciendo lo mismo... Literalmente como el primer día.
En el caso de Orlegi, se pueden vislumbrar destellos de cierto aprendizaje. Paulatino, sí. Quizás demasiado para una afición ya cansada. El desgaste de afrontar el noveno año consecutivo en Segunda División hace mella hasta el punto de contrarrestar la ilusión generada con un cambio de propiedad más que necesario. En lo que a materia deportiva se refiere, yo solo les pido que aprendan de sus errores. Pero que lo hagan con efecto inmediato, porque la urgencia de acertar ya no admite prórrogas.

Su último tropiezo, en el verano pasado, vino al no saber dar continuidad a un bloque que venía de saborear las mieles del Playoff. Pero, más que en el fondo, quiero quedarme esta vez en la superficie. Uno de los errores clave fue volver a dejar una plantilla incompleta, lo que remite a aquella cara de David Guerra pasada la medianoche del 2 septiembre de 2023, cual veterano de Vietnam, cuando la dirección deportiva consumó el fracaso viéndose incapaz de cerrar un '9'. Es decir, un episodio reincidente.
Este último verano dejó, sobre todo, un doble traspié ya conocido: redundar en el error de asumir riesgos desmedidos y, además, hacerlo con una apuesta dictada desde México, sin resultados fiables hasta la fecha. Ojalá hayan escarmentado. Pero lo cierto es que no solo faltó ese '9', también un extremo, pedido a gritos públicamente por el propio entrenador, con voz y mando también en la planificación deportiva. E incluso, si me apuras, faltó también un mediapunta. En su lugar, se improvisó con un Álex Oyón desplazado, que acabó siendo inutilizado. Ese es otro debe; si quieren dar el paso a canteranos, que sea con convicción. Que se hayan ganado dar el paso y que no sea para cumplir cuotas o inflar cifras que queden bonitas en un post en redes sociales. Esto ya va de competir, y cada detalle mal resuelto puede convertirse en un lastre incalculable. En este caso afectando a la profundidad de banquillo, uno de los males vividos en la 24/25.
Orlegi no puede permitirse el lujo de que el Sporting compita un año más con una plantilla incompleta y de retales. Este verano de 2025 no ha empezado mal. El club puso de su parte para tomar la lógica decisión de firmar en propiedad a Dubasin, pero incluso con los complejos encajes económicos, también está trasladando esa ambición tan demandada al ir a por el traspaso de Gelabert. Un comienzo prometedor, aunque todavía quede por delante. Lo mismo con la llegada de Corredera, una primera cara nueva que viene para ser titular. Que la cosa no se tuerza.
Porque sí, se admite el error, más aún en una labor con margen para ello. Puede haber rendimientos inferiores a lo esperado, alguna apuesta arriesgada que salga cruz -como nos suele ocurrir- o incluso mala fortuna con lesiones de relevancia de futbolistas llamados a ser importantes. No todo se puede controlar, lo aceptamos como parte del juego, pero redundar en la asunción de riesgos excesivos, 'rellenar por rellenar' con retales y sin convicción, o dejar la plantilla incompleta con todo un verano para trabajar, no son cosas de recibo. Aunque los aficionados ya hayan pasado por caja.

No pretendo sumarme a la amplia lista de agoreros contra los que precisamente batallo a diario. El balance del mercado actual deberá hacerse una vez se cierre la ventana de traspasos, pero con los precedentes presentes y sobre todo los resultados recientes, conviene mirar al pasado con la idea de extraer aprendizajes. Tengan la venda cerca, pero esperemos que esta vez hayan aprendido. O que recen por ello aquellos que practiquen la fe. Que los errores, de darse, sean nuevos y no sea el propio club el que se ponga palos en las ruedas. Ya hay bastantes enemigos como para sumar uno en casa.