«Las 4 claves de la peor derrota del Sporting en la temporada y del suspenso que activó el despido de Albés»

Dani Souto

SPORTING 1905

Rubén Albés
Rubén Albés Real Sporting de Gijón

Texto de análisis

06 abr 2025 . Actualizado a las 12:43 h.

Derrota dolorosa del Real Sporting de Gijón frente al Tenerife. De las que hieren ya no sólo por lo que significan en términos clasificatorios, sino por las formas. No es una de esas derrotas injustas, todo lo contrario, pues no tiene que ver con justicia. Tiene que ver con el sentir a un equipo acongojado, con miedos, hundido al primer revés. Fuera mentalmente justo en el peor momento. La derrota no fue sólo futbolística. Analizamos en 4 claves destacadas el desempeño del conjunto rojiblanco:

La importancia de lo mental: un equipo atenazado desde el inicio

Muchas veces se hace referencia a la importancia de lo mental en el fútbol, un deporte que se ejecuta con los pies, pero que realmente se juega con la cabeza. En un día de una presión clasificatoria total, con la obligación de ganar y un estadio que cumplió en la primera posesión rival con lo que el propio vestuario había demandado durante la semana, el equipo no respondió. Desde un primer momento los nervios afloraron, los jugadores temían cualquier mínimo error, lo cual condicionó su toma de decisión, estaban atenazados, con miedo en cada paso a dar. Las imprecisiones se sucedían y el equipo estuvo desdibujado. Albés quería volver a los orígenes, como dijo en la previa, y en buena medida lo hizo, al menos desde la pizarra. Recuperó la línea de 4 atrás más Olaetxea incrustándose entre centrales, dos perfiles de laterales largos por los costados y un once muy reconocible de la era Albés. Sin embargo, en el partido el sistema táctico tuvo una relevancia mínima.

Sin movimientos por delante de línea de balón

Uno de los mayores bloqueos era fácilmente perceptible con balón. Cada vez que el Sporting debía llevar la iniciativa las opciones de pase hacia adelante eran prácticamente inexistentes. Sin movimientos de apoyo por delante, al equipo sólo le quedaba la opción de circular balón entre centrales o, ante la oposición rival, terminar con un envío largo sin dirección clara hacia adelante que desembocaría en pérdida. Los jugadores por delante de balón, estáticos, no ofrecían soluciones ni líneas de pase, salvo alguna reacción aislada de Dubasin. Así, imposible.

Pasividad defensiva y pérdidas clave

Una pasividad en ataque compartida también en defensa. El Tenerife sacó provecho de la cantidad de situaciones de uno para uno que provocaba la falta de activación de los futbolistas rojiblancos sin balón. Los de Cervera dominaron las segundas jugadas, especialmente por dentro, y desde ahí se permitieron reiniciar varios ataques, algunos de ellos finalizando en situación de gol. La falta de ayudas defensivas y de activación lastró a un equipo hundido al primer mazazo, cometiendo errores de bulto y acumulando pérdidas en zonas sensibles, también consecuencia de lo desarrollado en la clave anterior, que añadían un punto más de dificultad al que no supieron poner freno.

Incomprensible defensa del balón parado

Después de lo de Huesca, la defensa del balón parado volvió a ser uno de los grandes lunares del equipo. La parsimonia con la que Sergio González pasea por el área rojiblanca, marcando los tiempos del saque, para plantarse totalmente solo en el primer palo siendo un central, sin vigilancia ni oposición alguna, y cabeceando al fondo de la red el tanto del empate fue la fotografía más fiel del despropósito defensivo en este tipo de jugadas. Sin embargo, y con recuerdos de tierras oscenses, de nuevo el Sporting defendió varias acciones por mera acumulación, en un mal reparto zonal dentro de su área y, especialmente, de la zona de rechace. Algo que desembocó en diversas segundas jugadas que solían beneficiar a los atacantes, logrando sacar tajada de una de ellas, con una pésima colocación de la zaga asturiana, para poner el 1-3 definitivo. Para el olvido.

Los cambios

Dotor y Campuzano por Pier y Nico. Cambio de sistema, retrasando a Olaetxea como central para cerrar con 4 atrás y 3 mediocampistas, justo tras la remontada, cambiando la idea inicial de dar entrada a Kevin por un renqueante Rosas. Sea como fuere, no aportó solución alguna.

Cote y Gelabert por Pablo y Martín. Mismo dibujo, aunque perfiles más enfocados a revitalizar la cara ofensiva. Cote lo intentó con algún centro, uno de ellos de especial peligro. Pero el equipo ya no era capaz de responder.

Caicedo por Otero. Cambio en los últimos minutos con el partido ya sentenciado. Intrascendente.

Nota a Rubén Albés y el resto del cuerpo técnico

Insuficiente. Más que por una cuestión de planteamiento, el Sporting fue anoche presa de sí mismo, de sus miedos y sus nervios. Eso le hizo mostrar su peor cara, la más imprecisa, la más desordenada, la más desconfiada. El cuerpo técnico no logró disipar esos miedos, ni en la previa ni durante el choque. A partir de ahí, vino todo el desastre posterior. El equipo se diluyó demasiado pronto y en ese contexto ni el fútbol ni la pizarra pueden liberarte. Todo ello con la guinda para el cuerpo técnico del despropósito a balón parado. Un partido que activa todas las alarmas y que sienta un precedente verdaderamente peligroso. Se habrán perdido muchos partidos este año, pero de ninguno salió tan derrotado. Ahora llega el turno de una nueva era en el banquillo, ojalá también en lo futbolístico.