Texto de opinión
20 sep 2023 . Actualizado a las 09:38 h.Resulta habitual en nuestra sociedad que se reflejen a diario filias y fobias en diferentes aspectos de nuestra cotidianeidad. Aunque desde la sobriedad de la equidistancia éstas se convierten en simples preferencias. En una sociedad del todo o nada, el blanco o el negro, el conmigo o contra mí, intentar evaluar las cosas con perspectiva y no sumirte en esa vorágine de la inmediatez que todo lo arrolla no resulta sencillo. Es un ejercicio que muchas veces requiere de un esfuerzo, de pararte, tomarte un par de segundos -de tenerlos- para respirar hondo y entonces reflexionar para emitir un juicio. Juicios que en el caso del fútbol, y más en concreto del Real Sporting de Gijón, han pecado de ir a ritmo de descarrilamiento, directamente. Algo que alcanzó cotas mayores, nunca antes vistas, al menos por mí, con la figura de Miguel Ángel Ramírez.
No, ni antes era la última mierda que cagó Pilatos ni hoy es el técnico del Bayer Leverkusen. 'MAR' ha vivido su propio proceso, ese vocablo tan de moda a la llegada del nuevo Grupo inversor. Ha ido aprendiendo, como él reconocía necesario desde sus primeros discursos dada su inexperiencia en el fútbol profesional español, y ha demostrado una capacidad de adaptación fuera de toda duda. Hoy no es el mismo que el que vimos aquel 17 de enero en el que fue anunciado y presentado. Y aunque haya quienes renieguen del progreso en su día a día, en lo que aplica al fútbol ahora cuesta encontrar un sportinguista que no vea esa evolución de su técnico como algo favorable.
'MAR' siempre tuvo preferencias, pero alejado de las filias y las fobias, pues ha demostrado no ser cabezón, evitando darse golpes contra la pared sabiendo aparcar esas preferencias. Y, sobre todo, ha tenido la capacidad para analizar lo que tenía en su mano, junto a sus técnicos ayudantes, prácticamente consejeros, para con ello encontrar la manera de alejarse de sus ideas preconcebidas con el único objetivo de dar con el bien común. O al menos intentarlo, porque en estas primeras 6 jornadas las cosas han ido mayormente bien, o así lo refleja el ambiente que hoy se respira, pero podría ser bien diferente si la pelota no hubiera entrado. Eso sí, él es el primero que ha demostrado en su discurso ser consciente de que las certezas en este mundillo balompédico, hablando de futuribles, nunca existen.
Su filosofía de juego, las bases de su idea, probablemente sigan intactas, pero en todo caso sólo estarán en su cabeza a día de hoy. Y es que en la pizarra del vestuario rojiblanco ahora se refleja otra bien distinta. El riesgo de una decisión así es no tener la capacidad de transmitir y persuadir con una idea que no es la tuya, pero las voces que salen del interior no reflejan problema alguno en este sentido. Es más, la plantilla muestra estar unida y convencida en torno a su técnico. Y con una fe inquebrantable -y entrenada- sobre el césped, sobreviviendo a cualquier tiempo de añadido. Más que en muchos momentos pretéritos.
No puedo estar en la cabeza de Miguel Ángel, como tampoco tengo una relación personal con él. Desconozco por tanto cuánto le gusta o le deja de gustar, de manera sincera, su propuesta de juego actual. Algunos tienen filias y fobias, pero todos tenemos preferencias. Él no lo sé, pero yo me quedo con el 'MAR' de Independiente del Valle en cuanto a idea futbolística. La gran diferencia con aquel es que no tenía en su mano la capacidad de hacerme feliz. En el Sporting, por cómo lo siento, sí tiene parte de esa responsabilidad. Una felicidad que dependerá de lo verdaderamente importante al final del día; los resultados, y no tanto de las formas. Eso es, en definitiva, lo que marcará también su valoración como técnico.
Las preferencias de uno en ocasiones deben quedar a un lado para buscar otros caminos porque eso es lo que toca. ¿Podría ejecutar esa idea de juego aquí? Aunque lo ejemplifique con casos que marca como lejanos como los de Las Palmas o Andorra, yo sigo creyendo que sí, aunque eso daría para otro debate. ¿Es lo más adecuado con lo que hay? Posiblemente la respuesta a esa pregunta no vaya en sintonía con la anterior. Ahí puede radicar la virtud del grancanario y la equivocación de un servidor. Aunque seguramente nunca lo sepamos. Igualmente, todos tenemos el derecho a errar, a mantenernos firmes en nuestras filias y fobias, pero sólo algunos tienen la predisposición para dejarlas a un lado y aprender. Eso ha hecho Ramírez en el Sporting, y hay que ponerlo en valor. Ojalá esa decisión termine por llevarnos a buen puerto y todos seremos felices, sean cuales sean nuestras filias y fobias.
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