Análisis
09 feb 2022 . Actualizado a las 12:54 h.El Real Sporting de Gijón llegó a un acuerdo con el Birmingham City para cerrar el fichaje de Fran Villalba por un importe inferior a los 500.000 euros de su opción de compra. Abonar una cantidad así en tiempos de pandemia por el fichaje de un jugador es una clara demostración de la gran confianza que reina en el club gijonés sobre las posibilidades del valenciano. Muchos expertos y seguidores de la Liga Smartbank aseguran que el mediapunta es uno de los futbolistas más desequilibrante en campo rival de toda la categoría, y así lo atesoran las estadísticas: 4 goles y 3 asistencias en 25 partidos ligueros disputados. Pero, a pesar de contar con un talento diferencial, los números colectivos de los de Gallego no están acompañando a los individuales del rojiblanco. Es indudable que el equipo, como grupo colectivo que se nutre del potenciamiento de cada uno de sus integrantes, no está aprovechando tanto como pudiera las capacidades de uno de sus mejores recursos ofensivos.
Para entender en qué situaciones de juego del Sporting se convierte el talento de Villalba en algo realmente efectivo en el marcador basta con visualizar sus tres asistencias ligueras. En ellas, todas fuera de casa ante el Girona, Oviedo y Lugo, existen dos denominadores comunes que reflejan una realidad con margen de mejora. El primero de ellos es que las tres se producen después de que el ex jugador del Almería y el Numancia participe por primera vez en la jugada en los últimos 30 metros de campo y que reciba el balón, además de a la espalda de los mediocentros rivales, correctamente perfilado para hacer un control orientado hacia adelante y mantener la ventaja adquirida con el pase entre líneas del compañero. Y el segundo punto clave a destacar pasa por la relevancia de Pedro Díaz como pasador del valenciano, el hombre que le hace llegar la pelota. Lo destacable es la zona donde se producen esas interrelaciones. Los tres pases de Pedro se produjeron desde una posición adelantada a lo habitual para el 8 rojiblanco en ataque estático.
Con el pasar de las jornadas, los contrincantes del Sporting se han dado cuenta de la gran influencia que posee Villalba en la zona de definición. Esto ha propiciado que los técnicos de la categoría hayan creado diferentes fórmulas con el objetivo de que el mediapunta reciba el balón lo más incómodo posible y en zonas poco peligrosas para sus intereses. Y el de El Cabañal, cada vez con mayor asiduidad, está cayendo en la trampa. Por mérito rival o demérito propio se está acostumbrando en demasía a recibir la pelota de espaldas a la portería deseada, con lo cual está perdiendo un gran campo de visión.
Aun así, gracias a su capacidad para girarse rápido y superar marcas rivales en espacios cortos a través de un regate o engaño sigue siendo muy dañino. Pero la realidad futbolística es que recibiendo de espaldas pierde muchas posibilidades de pase hacia los atacantes. En muchas ocasiones son evitables las situaciones de malos perfilamientos. Por ejemplo, y teniendo en cuenta que se trata de una dinámica y no de un solo partido, en su último choque como visitante ante el Real Valladolid, de las 33 veces que recibió el esférico en 64 minutos, 19 fueron con el cuerpo posicionado hacia Mariño; ante el Eibar recibió el balón 48 veces, de las cuales la mitad fueron de espaldas a portería rival.
Las visibles dificultades de los chicos de David Gallego en la salida de balón están trayendo consigo varios problemas a solucionar en la unión con las siguientes líneas ofensivas del equipo. Por la distancia sideral que existe en fase de iniciación entre los dos pivotes y Villalba, éste último se está viendo abocado a tener que bajar un gran tramo para ofrecer una solución. Por lo que después debe recorrer mucho campo para llegar a la portería rival. En Pucela, de sus 33 recepciones, apenas 13 se produjeron en los últimos 30-35 metros de terreno. Ante el Eibar, de sus 48 recepciones, apenas 18 se produjeron en los últimos 30-35 metros de terreno. De cara a explotar con mayor generalidad esta relación es necesario que el canterano gane más altura en el césped.
Un aspecto en el que se nota una intención de mejora es en el equilibrio de sus movimientos. Su superdotada técnica le permite asumir ese papel de mediapunta ‘moderno’, pero aún debe pulir la necesaria imprevisibilidad de sus desmarques. No debe abusar tanto del movimiento en apoyo, y con más razón si se confirma que a partir de ahora el equipo va a jugar más momentos con un 4-4-2 más reconocible. En sus recientes encuentros se vislumbra la idea de dividir más sus decisiones. Está siendo el mejor jugador del Sporting en la actual temporada, pero la apuesta en tiempo y dinero del club en su figura obliga al cuerpo técnico de David Gallego a encontrar las herramientas más adecuadas para obtener un mayor rédito del talento diferencial de Villalba en la categoría de plata.