Artículo de opinión
13 oct 2019 . Actualizado a las 22:55 h.Con todos los defectos de la plantilla, que los tiene, resultan sorprendentes los problemas que demuestra el Sporting para jugar a fútbol. Hace mucho tiempo que se notó el hecho de que la pretemporada no sirvió para nada a nivel táctico, ni tampoco el haber cerrado la plantilla con brevedad, pero es que frente al Alcorcón, la falta de colocación y de automatismos rozó por momentos algunas fases extremas.
La nula capacidad para hacer sufrir al rival con la presión, de sombras más que de futbolistas, así como la falta de apoyos en corto y desmarques en largo al hombre con balón durante la primera parte, resulta del todo alarmante; también se echa de menos un mayor olfato de gol, pero la solución en ese sentido pasa por llegar más veces con peligro real. Ayer no estaba Manu García, internacional Sub21 por España, aunque se da la paradoja de que el vestuario tiene otros dos nombres que el seleccionador nacional sigue muy de cerca, Nacho Méndez y Pedro Díaz, el primero ya fue incluido en dos prelistas, mientras el segundo no debería tardar en sumarse, si aumenta su participación y mantiene la evolución de la pasada temporada, así lo indican sus informes.
Por otra parte, ver a un mediapunta como Pablo Pérez jugando a pierna cambiada en el costado izquierdo volvió a evidenciar la necesidad de un extremo zurdo, ese que pidieron Paco Herrera, Rubén Baraja y José Alberto, pero que según Miguel Torrecilla, no es necesario. Tampoco llena ese espacio Aitor García, por mucho que insista el director deportivo en que el exdelantero del Rayo Majadahonda llega a línea de fondo ¿cuántas asistencias ha ofrecido desde su llegada a Gijón? No ya de gol, sino hasta de remate. Tampoco ayuda en ese sentido que el lateral izquierdo fichado durante el verano no ofrezca profundidad a la banda.
Jugadores por debajo de su nivel, un cuerpo técnico lejos de hacer funcionar al equipo y un director deportivo que ha hecho una planificación incompleta, por tercer año consecutivo, y al que solo dicha catástrofe le puede arruinar su renovación con el Sporting. Ojalá algún día los lectores de Sporting1905 nos lean con los mismos ojos con los que la directiva sportinguista mira a Torrecilla.
Los cambios sí mejoran al equipo
No es muy habitual que ocurra durante los últimos años, pero ayer sí sucedió, la entrada de jugadores desde el banquillo mejoró el rendimiento colectivo. Sin embargo, no sé entiende por qué se tardó hasta casi una hora de encuentro para quitar a un pivote defensivo, cuando el marcador estaba más cerca del 0-4 que del 1-3, quizá esa ausencia de señalamientos, que tampoco son necesarios más allá de lo deportivo, menos si cabe con Javi Fuego, explica que el vestuario sea un remanso de paz, camino de entrar al descenso a mediados de octubre, pero sin críticas abiertas desde el banquillo al rendimiento de los protagonistas, con reparto de minutos ante la falta de un once tipo y de la amenaza de subir jugadores del filial. Es más, las únicas palabras que parecen haber caído en desgracia dentro del colectivo fueron las de Miguel Torrecilla, cuando aseguró que algunos carecían de carácter.
Personalizando en dichos cambios, Pedro ofreció una marcha más a la intensidad en la presión; intentó caer a la espalda de los centrocampistas rivales, desmarcado, pero lo suficientemente cerca del hombre con balón, y trató de hacer jugar a sus compañeros. Isma Cerro recuperó la banda para la causa con sus intentos de desborde, de filtrar pases y de rematar; en ese sentido, viendo que se han tirado dos meses de competición, resulta una pena que no haya tenido más participación para coger ritmo tras su grave lesión, siendo una de las escasas soluciones sobre la mesa. Por último, la presencia de un segundo punta como Álvaro Vázquez provocó más dudas a los centrales que la presencia de Pablo Pérez, de ahí surgieron varias ocasiones de gol.
Nota a José Alberto y el cuerpo técnico
Suspenso. Los cambios elevan la nota, pero no lo suficiente ante una de las peores primeras partes de la historia del Real Sporting de Gijón en El Molinón - Enrique Castro "Quini". Pocas veces se recuerda haber visto tal resultado.