«Clemente le señala el camino al Sporting»

Alejandro Vigil Morán

SPORTING 1905

Clemente
Clemente

Artículo de opinión

07 mar 2019 . Actualizado a las 21:08 h.

Nadie tiene la verdad absoluta en el mundo del fútbol, pero el que fuera entrenador del Sporting, Javier Clemente, analizó días atrás con acierto el que debería ser el proyecto asturiano para los próximos cursos. De nombre: Cantera, y de apellido: Paciencia, porque las últimas décadas demuestran que así se lograron los casos de éxito en El Molinón.

Se trata de dos aspectos en los que no se ha trabajado correctamente durante los últimos años por diversos motivos. En el caso de la cantera, una palabra con una fuerte carga emocional, que cala profundamente entre la afición sportinguista cuando se le anuncian nuevos retos, se debe recordar que Mareo no funciona acertadamente.

Pese a la renovación que supuso para el club asturiano la implantación de la metodología de Javier Vidales -actual director de la academia del Atlético de Madrid, con numerosos elogios a nivel nacional-, no existió la suficiente apuesta en sus ideas por parte de la directiva como para permitirle romper las cadenas que frenan la profesionalización estructural que se requiere para, entre otras cosas, disponer de un organigrama de mayor calidad y con un conocimiento que se vaya retroalimentando. Algo que también ocurre en los despachos, puesto que en pleno 2019, el resto de clubes sigue viniendo a contratar futbolistas, no a trabajadores, algo a la orden del día en las entidades punteras, dentro de la última revolución de la industria del fútbol a nivel de ingresos.

El otro aspecto clave pasa por olvidarse de "ganar la copa del galleta", como decía Javier Clemente durante sus meses en Mareo. Dejar a un lado los triunfos en torneos regionales para centrarse en la formación de futbolistas que avancen de ciclo a pasos agigantados, pero bien planteados, que aprendan a sufrir, a perder y no se acostumbren a sentirse el "Messi" de la categoría regional. Por citar dos ejemplos muy representativos, el Sporting hizo una fuerte inversión deportiva y monetaria por nombres como Juan Muñiz y Álex Serrano, pero ambos se fueron de Asturias sin que los aficionados conozcan su posición ideal en el terreno de juego. Lo mismo se podría decir de Carlos Castro, que llegó a Mareo con un gran olfato de gol y se fue a Mallorca con él, pero poco más en su mochila. Generalmente, no se logra moldear el talento puro que se capta, y que sirve para resultar vencedores de Asturias en diversas categorías.

Pese a los intentos de ambos, cada maestrillo sigue teniendo su librillo en Mareo y los futbolistas se encuentran lejos de empaparse de un estilo de juego común. Precisamente, en ese sentido, Vidales insistió en su momento en tratar de formar a los canteranos de Mareo a modo de hombres polivalentes, que se pudieran acoplar a diversos sistemas de juego. Se trataba del mal menor, una herencia por no tener paciencia en el primer equipo, donde cada media temporada se cambia de técnico y ninguno sigue un patrón de juego. Un banquillo donde se puede pasar del más veterano al más joven, del más ofensivo al más defensivo, del más relacionado con Mareo al más ajeno,...siendo el único factor en común que todos comienzan con cimientos de paja y a la primera tormenta se vienen abajo. Para escribir un libro blanco de Mareo, primero se necesita tener claro el libreto del primer equipo, sino, será como encajar triángulos en circunferencias.

Es cierto que los aficionados tienen poca paciencia, pero esa sensación de inmediatez por el resultado viene aparejada por las habituales salidas de jugadores franquicia en el Sporting. Resulta complicado que el fan apueste por un proyecto a varias campañas vista, si cada verano desaparecen varias piezas clave del vestuario. Hace tres años se fueron, entre otros, Jony, Luis Hernández y Bernardo; doce meses después fue el turno para Cuéllar y Meré; en el pasado verano llegó la hora de Sergio Álvarez y Fede Barba, sin entrar en la relación de hombres cedidos como Sanabria, Michael Santos o Rubén García, cuya retención se determinaba con una decisión ajena a los despachos rojiblancos en primera instancia. La sensación que se genera cada mercado estival pasa porque solo el ascenso a Primera División puede asegurar, en cierta medida, la continuidad de las piedras angulares en un proyecto a un lustro. En caso contrario, siempre faltará la guinda que diferencia a un conjunto ganador, de otro perdedor.

Sin estilo de juego, ni identificación de la grada con los futbolistas, no se puede pedir paciencia porque no existen referencias a las que agarrarse y con las que ilusionarse. De ahí la trituradora de nombres en la que se ha convertido este Sporting.