El equipo se hunde en la tabla clasificatoria
05 dic 2017 . Actualizado a las 17:39 h.El partido ante el Zaragoza sirvió para ver muchas cosas. La primera, que este equipo no tiene ni oficio ni beneficio. No es una novedad pero salvo el choque que realizaron Mariño y Rachid, el resto no llega al aprobado. Ver como tu guardameta se desespera porque no tiene apoyos para sacar el balón jugado desde atrás es un síntoma de cómo está el equipo.
La segunda que Herrera es incapaz de asumir error alguno. Si lo máximo que puede decir hasta ahora el técnico catalán es que el equipo no mereció perder en un encuentro chusco como el del domingo, es para hacérselo mirar. El Sporting es uno de los peores conjuntos de la liga si miramos los resultados desde finales de octubre; un equipo que ahora mismo sería candidato a bajar a Segunda División B si no fuera por los primeros meses de la competición. Sin embargo, lo más grave es la forma de explicar la ausencia de Viguera, fuera de la convocatoria. El míster vino a decir que la culpa de que el vasco no jugara más en El Molinón era de la grada. Sin duda, es de las cosas más surrealistas que se han oído en la sala de prensa del municipal gijonés. Debería saber ya Herrera que si Viguera no juega es porque no está capacitado para hacerlo, no al menos en este equipo. Se trata de un jugador que ha tenido infinidad de ocasiones y por una razón u otra no encaja. Si tanto le gusta ya sabe lo que tiene que hacer: cuando deje de ser técnico del Sporting que se lo lleve a la entidad por la que fiche. Además un comentario de semejante calado tiene consecuencias que el entrenador debería conocer. Si hay algo que no soporta el público gijonés es cargar con la responsabilidad de algo que no le corresponde. Herrera ha abierto un camino de difícil marcha atrás. Cargando las culpas sobre la grada habría que preguntarse lo siguiente: ¿A partir de ahora hará las alineaciones la afición? ¿El esquema de juego lo decide la grada? En su huida hacia adelante el catalán ha olvidado que errores de este tipo se pagan muy caros.
La tercera, un dueño que sigue sin enterarse que empresa preside. Digo empresa porque a él y los que le acompañan les gusta recordar de vez en cuando lo que es una SAD. Véase Fernando Losada. Fernández delegó en Torrecilla la responsabilidad de decidir el futuro del entrenador. A Fernández junior nadie le ha dicho todavía que en algún momento debería coger el toro por los cuernos y adoptar decisiones en lugar de esconder la cabeza bajo la tierra. Tener a tu alrededor gente que únicamente sabe hacerte la pelota y decirte lo bueno que eres debe tener como consecuencia que te lo acabes creyendo.
Y la cuarta es una conclusión que la grada no debería olvidar. Herrera tiene muchos fallos, no le ha cogido la medida al equipo, está desorganizado, sin un patrón de juego, sin estilo definido, etc… Hasta ahí todo bien. Sin embargo, ¿la solución es echar a Herrera? Pasan los años y el problema sigue estando más arriba y no se mueve. Javier Fernández ni tiene un modelo de club, ni sabe de fútbol, ni maneja una idea cierta de un crecimiento sin retorno. A decir verdad el que debería marcharse es él. Está claro que la SAD es suya pero este club nunca podrá compararse con nadie o tener un modelo de crecimiento mientras Fernández y su cuadrilla sigan ocupando la casina de cristal. Habrá próximos capítulos.