De carpintero a maestro quesero: la historia de un asturiano que triunfa con su quesería

SIERO

Alejandro Casielles cogió las riendas de la antigua quesería del Castañeu de Vega días antes de que se decretase el confinamiento por la pandemia del coronavirus. Se embarcó de lleno en este proyecto y ahora puede presumir de que sus quesos traspasan fronteras
06 feb 2025 . Actualizado a las 09:32 h.Como cualquier otra persona en su etapa adolescente, Alejandro Casielles aprendió un oficio para poder ganarse la vida el día de mañana. Se formó como carpintero y labró madera hasta que decidió cambiar el serrucho y la lijadora por la bandeja y el sacacorchos. Comenzó a trabajar en el sector hostelero, donde desempeñó durante más de una década. Por motivos personales tuvo que dejar el delantal y la libreta para tomar pedidos. Lejos de quedarse con los brazos cruzados, se matriculó en un ciclo formativo de química ambiental.
Mientras cursaba estos estudios, para poder tener ciertos ingresos, empezó a preparar mesas gastronómicas en las que el queso era el principal protagonista. En cualquier evento que le contrataban prestaba además sus servicios como cortador de jamón. «Llegué a cortar 130 jamones en tan solo un año», confiesa. De esta forma, el asturiano seguía trabajando, en cierta manera, de cara al público. «Eso es algo que siempre me gustó», revela.

Al finalizar la formación profesional comenzó a trabajar como técnico de control en depuradoras y aguas residuales. Compaginó este puesto con su pasión por preparar puestos de degustación en diversos eventos festivos. Con el tiempo, empezó a vender quesos de distintos puntos de España, entre otros muchos productos artesanos, directamente al consumidor final. Su éxito por los mercados fue tal que decidió centrarse «por completo» en la distribución de alimentos.
Una nueva etapa laboral
Tras enterarse que unos clientes suyos por problemas de salud iban a dejar de elaborar queso, sin dudarlo ni un instante, Alejandro decidió ponerse al frente de la antigua Quesería del Castañeu de Vega, situada en Vega de Poja, en Siero. «Siempre tuve una relación personal con María José y Lalo. De hecho, con el padre de Lalo trabajé como carpintero. Para mi son parte de mi familia, por eso cogí el negocio porque sino hubiese sido por ellos no me hubiese metido donde me metí», confiesa a sus 49 años.

Durante tres meses, observó cómo los antiguos propietarios elaboraban de forma artesanal su variedad de quesos con sello asturiano. Cuatro días antes de que se decretase el estado de alarma y, por tanto, se obligara a la población a quedarse en sus casas por la pandemia del coronavirus, Casielles firmó todos y cada uno de los documentos que le permitieron poner la quesería a su nombre. La fecha que ahora figura en la misma (1913) no tiene que ver con su año de creación, sino que el 19 hace referencia a su día de nacimiento y el 13 al de su hijo.
El hecho de embarcarse en esta aventura justo cuando el confinamiento, a diferencia de otros empresarios, para este asturiano resultó ser positivo. «No lo pasé mal, te lo digo de verdad. Me vino muy bien para sentar las bases aquí en la quesería. Para saber lo que quería hacer y a dónde ir. Económicamente sí que lo pasé mal porque además ya tenía una persona trabajando conmigo. Pero bueno, tuvimos suerte de que no caímos enfermos ninguno de los dos», reconoce.
Para poder salir adelante en una situación tan complicada, cabe recordar que la actividad económica durante la pandemia sufrió un fuerte impacto debido a las restricciones sanitarias, Alejandro comenzó a vender todo lo que pudo. «Desde levadura hasta tablas de quesos, embutidos… todo lo que se podía vender lo vendía», dice antes de señalar que iba pueblo por pueblo haciendo entrega de cada uno de los encargos. En el momento que redujeron las medidas para hacer frente al coronavirus ya fue cuando empezó a acudir a todos los mercados habidos y por haber.

Entre tanto, aprovechó para elaborar quesos y así tener un buen volumen de stock. Caracterizados por tener un sabor intenso y persistente, una corteza natural y una textura firme y compacta, los quesos que se preparan en la quesería Alejandro Casielles 1913 son de tres tipos, dependiendo de la leche que se utilice: de cabra; de cabra y vaca; de cabra, vaca y oveja. Los hace además en distintos tamaños, desde el que pesa quinientos gramos hasta el de nueve kilos, que forma ya parte de una edición limitada que solo se vende en el mes de noviembre porque necesitan estar nueve meses madurando.
Realiza aproximadamente una producción diaria entre 1.000 y 3.000 litros de leche. Dependiendo del tipo de leche, «sacas más o menos rendimiento». «El otro día hicimos tres producciones de mil litros cada una y sacamos unos 250 quesos pequeños, otros 30 de tres kilos, además de los de nueve kilos que son los que conforman la edición limitada», dice este asturiano que se abastece, principalmente, de ganaderías de la zona.
«Llevo comprando a los mismos ganaderos desde que empecé hace cinco años y no voy a cambiar. Eso fue una de las cosas buenas que me dio la pandemia. En ese momento mucha gente no compraba pero yo como tenía que aumentar la producción, necesitaba abastecerme de leche. A ellos, por tanto, les vino muy bien y a mí también», asegura antes de explicar que al contar con la marca de Alimentos del Paraíso la mitad de leche «sí o sí» tiene que ser de Asturias.
Sus quesos cuentan además con el sello de calidad que permite diferenciar aquellos productos que son elaborados de forma artesanal. Y es que en la quesería de Alejandro apenas utilizan máquinas para realizar todos y cada uno de los procesos que engloba la producción de sus quesos. Desde el cuajado de la leche hasta el moldeado y la maduración, cada etapa se lleva a cabo de manera tradicional para garantizar así un sabor y una textura única.

Si por algo se caracterizan también sus productos es por la forma que tiene de presentarlos a la sociedad. «Es un poco diferente a la de los demás. El embalaje en sí ya es diferente y además cuidamos mucho la exposición en los mercados», asegura. De esta manera ha podido dar salida a sus quesos en mercados donde «no era capaz de vender ni uno».
A las diferentes ferias gastronómicas a las que acude, además de comercializar sus quesos distribuye también queso cabrales, gamoneu, afuega'l pitu, casín…, aparte de embutido y conservas. «Todo lo que esté relacionado con Asturias lo vendo. Ahora bien, si el mercado solo es de quesos, ahí ya solo llevo los míos», dice Alejandro, quien al cabo del año hace miles y miles de kilómetros para dar salida a los diferentes productos artesanos realizados en la región.

«Voy a mercados por toda España porque es la manera de dar a conocer a la marca y además que económicamente viene muy bien a los mercados porque el cliente final es muy bueno. También es la forma de saber qué es lo que verdaderamente le gusta a la gente», reconoce. También comercializa sus quesos en pequeñas tiendas de alimentación y restaurantes de Asturias.
Quesos que traspasan fronteras
Lleva solo cinco años elaborando quesos y estos ya han sido reconocidos a nivel internacional. Cuando se celebraron los World Cheese Awards en Oviedo, que fue la primera vez que tuvieron la oportunidad de presentarse a este certamen, consiguió tres medallas: una de oro, otra de plata y la tercera de bronce. A la edición siguiente, que en esta ocasión tenía lugar en Noruega, se llevó dos platas y un bronce.
Recibió nada más y nada menos que seis bronces cuando la localidad británica de Gales acogió los WCA. Amplió el palmarés en este certamen internacional con la medalla de bronce que recibió el pasado mes de noviembre en Portugal. Se hizo además con uno de los premios que anualmente concede Tierra Asturias para poner en valor los 100 quesos que hay en toda España. «Conseguimos ser el mejor queso de cabra y el mejor queso de mezcla. También fuimos el mejor queso de Asturias con un queso de leche de cabra y de vaca», resalta.

Cada uno de estos reconocimientos suponen un impulso al negocio. «Económicamente nos viene muy bien porque al final hace que vendas más productos. El mejor queso de Asturias, por ejemplo, era un queso que nos costaba vender pero a raíz del premio empezó a comercializarse muy bien», manifiesta. A nivel personal reporta una gran satisfacción, ya que reconoce «el esfuerzo y la dedicación» que hacen «durante todo el año» los cuatros empleados de la quesería para elaborar de manera artesanal cada una de las piezas.
Antes de que llegue la primavera, en la Quesería Alejandro Casielles aprovechan para preparar la máxima producción posible para hacer frente a la demanda. Como novedad este año, pretenden sacar a la venta quesos elaborados al cien por cien con leche de oveja. Esta nueva línea de productos tienen pensado presentarla o bien en la Feria del Queso y el Vino de Avilés o en La Ascensión, en Oviedo. «La primera que se celebre», dice el asturiano que por el momento no tiene pensado poner en marcha grandes proyectos.
¿Planes de futuro?
«Creo que tendría que haber empezado mucho antes con esto. Si tuviera 30 años igual me atrevía a hacer más cosas porque nosotros tenemos recorrido, otra cosa es que me decida a hacerlo. Si me lo plantease podría tener tres o cuatro trabajadores. Tengo además posibilidades de hacer una nave y doblar la producción. Pero si lo analizo bien, pienso que es una manera de complicarme más la vida y no sé si me merecerá la pena o no», confiesa.
En este punto revela que en su vida pasó por épocas «muy buenas» y también por otras que no lo eran tanto. «Pasé de estar en sitios en los que podía comer caviar, nunca lo hice porque nunca me gustó, a la necesidad. Y al final me di cuenta de que el dinero no te da la felicidad. Yo con el vehículo que mejor lo pasé fue con el que menos me costó», declara.

Si en parte no se quiere arriesgar y evita hacer grandes inversiones es también porque «el mercado no es el que era». «Este 2024 vendimos más porque trabajamos más pero, por ejemplo, este mes de enero vendimos prácticamente lo mismo que hace un año cuando debería de ser más», asegura. «Asturias económicamente está bien pero en otras zonas en las que estuve, sobre todo en el sur, hay mucha pobreza. La gente no puede permitirse comprar un queso de 40 euros y menos si son cuatro en casa porque no les dura una semana», apunta.
Bajo esta premisa explica que el precio del queso es elevado, en comparación con otros productos, porque adquirir las materias primas no resulta nada barato. La leche subió muchísimo y es normal porque los ganaderos también tienen que vivir pero al final eso la gente no lo entiende. Cuando empecé, hace cinco años, compraba la leche de vaca a 0,38 y ahora estoy pagando por ella a 0,64. Con la de cabra lo mismo, antes estaba a 0,95 y ahora a 1,40», dice.

En su caso, el margen de beneficio fue lo suficientemente amplio para poder hacer frente a la elevación de los costes sin comprometer la viabilidad del negocio. «En mis productos siempre marqué los precios que tenía que marcar porque, en verdad, si no tienes las cosas bien amarradas estas subidas te llevan por delante», dice el artesano que prefiere vender «una sola pieza a diez mal»
«Si el producto gusta al final lo vas a acabar vendiendo. Ahora, si tú llevas ese producto a una tienda y la tienda no lo vende, pues vas a tener que recogerlo y no te va a comprar más. Que a mí me pasó. Recuerdo que cuando empecé a hacer los de con forma de caramelo tuve que recogerlos de las tiendas porque no querían un queso así y ahora es el queso que más se vende», confiesa.
Por eso, parte de la clave del éxito de su quesería está en escuchar a los clientes. «En los mercados aprovecho para hablar mucho con ellos, para saber qué es lo que quieren, y me doy cuenta que prefieren los productos asturianos. Tú les llevas un queso de cabra como el nuestro, un chorizo de ciervo o de jabalí y te hacen la ola», asegura Alejandro Casielles, quien seguirá haciendo quesos de autor y llevando por bandera los alimentos que se hacen en el paraíso.