El hostelero que pagó 36.000 euros por el mejor queso de Cabrales: «La gente que observa la repercusión que tiene esto se quiere subir al carro, pero estamos mostrándonos imbatibles»
ASTURIAS
Iván Suárez afirma que «el primer año que participamos en la puja batimos el primer récord Guinnes, costó 14.500 euros. Y a partir de ahí se empezó a producir en nosotros esa sensación que queremos repetir todos los años, ese ansia que tenemos y que aún no hemos sido capaces de soltar»
27 ago 2024 . Actualizado a las 13:06 h.Iván Suárez, gerente del Llagar de Colloto, lo ha vuelto a hacer. Cuando participó por primera vez, hace cinco años, en la subasta del mejor queso de Cabrales en la feria dedicada a este producto hizo saltar la banca. Pagó entonces 14.500 euros por la pieza, y estableció el récord Guinnes al queso más caro del mundo, una cota que fue aumentando él mismo en los sucesivos certámenes. El año pasado, se llevó el queso por 30.000 euros, y este año abonó otra cifra mareante: 36.000 euros. Fue el domingo pasado cuando adquirió la pieza de la quesería Ángel Díaz Herrero, de Tielve. No sabe si seguirá participando en la subasta en años posteriores, pero todo indica que sí, a juzgar por el entusiasmo que acaba apoderándose de él cada vez que va a la feria de la capital cabraliega.
—¿Tiene el queso ya a la venta?
—Sí. Yo lo estoy comiendo ahora mismo.
—¿Y qué tal?
—Muy bien. Riquísimo.
—Desde hace cinco años siempre se lleva la puja. ¿Cómo se metió en esta rueda?
—Acudimos a la primera puja por primera vez, invitados, sin ningún tipo de pretensión. Y ahí empezó nuestra pasión por este producto y por esta puja. El primer año batimos el primer récord Guinnes, costó 14.500 euros. Y a partir de ahí se empezó a producir en nosotros esa sensación que queremos repetir todos los años, ese ansia que tenemos y que aún no hemos sido capaces de soltar.
—Usted está siendo el rey en esta historia. ¿Está notando que le crecen los competidores?
—Siempre viene gente nueva con la intención de llevárselo. Evidentemente, la gente que observa durante el año la repercusión que tiene esto se quiere subir al carro, pero estamos mostrándonos imbatibles.
—¿En algún momento vio que se le escapaba la puja?
—En el momento en el que pasó el récord del año pasado, los 30.000, a partir de ahí llegaron los momentos más delicados, porque al final uno quiere que pase el récord pero lo justo. Cuanto más suba, más cuesta.
—¿Lo vio más apretado que otros años?
—Sí. Hubo varios que pujaron a última hora. Posiblemente haya estado más competido que otros años. Está claro que cuanto más alto quede el precio es que está más apretado.
—Un queso que compra por 36.000 euros económicamente no compensa de forma directa.
—Todo suma al final, todo tiene su pequeño retorno con la venta pero evidentemente no compensa el cien por cien de la inversión. Pero la publicidad es algo en lo que hay que confiar. Si fuera tan fácil como poner 36.000 euros de publicidad y que vinieran cuarenta… Lo que hay que ver es que al final de año los negocios funcionan, se habla de ello y da buena imagen. Porque el cliente agradece estas cosas.
—¿Qué hace con ese queso ganador? ¿Cómo lo gestiona?
—A partir de esto, he traído 33 quesos, todos los que tenía la quesería. Estoy empezando a vender cuñas a través de internet, para llevar, al corte, estoy vendiendo raciones. Ahora comienza el movimiento para que llegue este nuevo retorno.
—¿Cree que tocará techo el precio del queso o le obligará a poner más dinero cada año para llevárselo?
—Hombre, para batir el récord hay que superarse siempre. No sé si iremos más años, si volveremos a la subasta, si hemos cumplido el ciclo. No lo sé. Nunca lo sé. Depende un poco de cómo transcurra el año en cuanto a la repercusión que tenga, lo que lo notemos en los restaurantes, el queso que se venda. Habrá que analizarlo cuando pase el curso.
—¿Todo los años ha sido así? ¿Esperó a ver cómo funcionaba el año anterior para decidir si participaba en la subasta?
—En realidad, todos los años asisto porque me invitan, porque me gusta el evento pero nunca asisto con una pretensión clara de comprar. Pero llevado por el morbo, por la ilusión que crea la empresa de comunicación Gustatio, que lo hace muy bien, cuando uno llega a Cabrales y recibe todo ese cariño es la dosis motivación que le faltaba para dar el paso.
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—¿Habla con los productores respecto al calibre que ha tomado la subasta en los últimos años?
—Sí, claro. Todo el mundo en Cabrales está muy agradecido con esto. Lo noto cuando voy. Mucha gente me conoce y me saluda y me trata muy bien. Los productores agradecen la aportación, la forma de trabajar y todas las cosas que estamos consiguiendo. Al final, los mayores beneficiarios son ellos. Hemos conseguido poner su queso en el mundo y lo notan durante el año. No solo esta quesería sino todas.
—¿Y qué significa para usted, personalmente?
—A mí es un queso que me gusta mucho de toda la vida: me gusta mucho sobre todo su historia, la historia del pueblo, la historia de cómo se elabora, la historia de la gente, del arduo trabajo que hay detrás de todo esto, eso es un gran porcentaje de lo que a mí me crea esta pasión por apostar por él.