«No puedes hacer nada con el alcoholismo de tu marido; aquí vienes a ponerte bien tú»
SIERO
Al-Anon, la hermandad de amigos y familiares de personas que tienen problemas con el alcohol, cumple 25 años en Siero
29 abr 2024 . Actualizado a las 05:00 h.A nadie se le escapa que el alcoholismo es un problema grave. Sin embargo, la mayoría de las veces el foco del problema se pone solo en el propio alcohólico, sin tener en cuenta a las personas que están a su lado, que también sufren —y de qué manera— a causa de la adicción de sus seres queridos. Y si Alcohólicos Anónimos es una entidad solvente por su trabajo en torno al alcoholismo, no lo es menos Al-Anon, la hermandad que acoge a los parientes y amigos de los alcohólicos, cuyo trabajo ha contribuido a mejorar enormemente la calidad de vida de miles de personas en todo el mundo.
La delegación de Al-Anón de Siero está de aniversario. Este año cumple 25 años de vida y lo celebra el día 11 de mayo con un acto en el auditorio de Pola de Siero. Cualquier persona puede acercarse para conocer de primera mano lo que le ofrece el colectivo. ¿Y qué es lo que ofrece Al-Anon? Sus integrantes lo tienen muy claro: una mejora sustancial de la calidad de vida.
Para formar parte de la asociación basta con vivir o tener algún tipo de relación con personas que tengan problemas con el alcohol. Lo curioso es que casi todas las mujeres que se acercan a la hermandad —aunque hay también hombres, hay una mayoría abrumadora de mujeres— se encuentran algo que no se esperaban. Es muy habitual que lleguen con la idea de ayudar a sus parejas o incluso a controlarlas para que dejen el alcohol definitivamente. Y lo que descubren es que, en realidad, están allí para ayudarse a sí mismas.
Uno de los problemas es el de la responsabilidad, cuando no de culpa: «Yo tenía muchos miedos e inseguridades, me sentía muy culpable por el alcoholismo de mi marido», explica una de las integrantes. Al-Anon la ayudó, precisamente, a desprenderse de esa culpa, a soltarse, a liberarse. Esa es la gran aportación del colectivo: hace que estas mujeres aprendan a comprender que el alcoholismo de sus parejas no está en sus manos, que es una enfermedad, un problema que ellas nunca podrán resolver. Pero sí pueden convertirse en personas más serenas, más comprensivas, y de este modo no solo vivir ellas mejor sino también ayudar indirectamente a sus parejas.
Entrar en Al-Anon no implica que tu pareja vaya a dejar de beber inmediatamente. Incluso, aunque no es lo más habitual, hay personas que nunca lo dejan del todo. Pero, aun así, la asociación supone siempre un bálsamo. Una mujer explicaba que cuando ella entró en Al-Anon su marido seguía bebiendo, y tardó en dejar de beber más de un año. Sin embargo, a ella le hizo bien desde un principio. «La primera vez vine a ver qué me podía encontrar, sin saber mucho, y me encontré con personas normales, vi que habia encontrado mi sitio; me enseñaron que no puedes hacer nada con el alcoholismo de tu marido, que aquí vienes a ponerte bien tú». Y cuando ella está bien, su entorno mejora.
También es importante la información, saber en qué consiste el alcoholismo. Así lo aseguraba otra mujer: «Cuando me dijeron que era una enfermedad sentí un gran alivio; ahí te das cuenta de lo que sufre; al principio yo me preguntaba ‘si dice que me quiere, ¿por qué no lo deja por mí?’, después te das cuenta de que es una adicción, que es mucho más complicado».
Otra integrante del grupo relató que ella siempre había odiado el alcohol porque su padre bebía mucho, y que se lo había advertido a su marido. Y a pesar de que era muy controladora, con el tiempo, su marido empezó a tener problemas con el alcohol. Esto supuso un golpe muy duro para ella que se volvió una persona muy crispada y más controladora todavía, algo que no contribuía a que su marido bebiese menos sino todo lo contrario. Con Al-Anon aprendió a desprenderse de esa tensión, a comprender, a aprender. Sobre todo a aprender a gestionar todo tipo de situaciones. Suele ocurrir, muy a menudo, que las mujeres se comportan o piensan exactamente de la forma contraria a como debían, simplemente por desconocimiento.
«Yo siempre pensé que el alcohólico era el que estaba por la calle tirado, y un día me convencí de que estaba viviendo con un alcohólico; entonces empecé con la idea de controlar, y fue cuando me di cuenta de que yo estaba muy afectada, estaba yo peor que él», relató una integrante del grupo de Siero.
Lo que todas se encuentran en Al-Anon es una forma diferente de vivir, de afrontar los problemas y las situaciones, que al final sirve para otros muchos aspectos de la vida. Tan es así, que una mujer sigue asistiendo a las reuniones aun después de la muerte de su marido: «Yo empecé por el alcoholismo de mi marido, pero tuvo una enfermedad y murió; yo seguí viniendo porque me ayudaba, me daba serenidad, me sirvió también para afrontar la enfermedad; la mayoría pensábamos que veníamos por ellos, pero al es para nosotras, lo haces para mejorar tú».
La hermandad tiene una dilatada experiencia en el apoyo a amigos y familiares de alcohólicos, y ofrece desinteresadamente muchas herramientas para que las personas convivan con el alcoholismo de sus seres queridos. Y sus resultados son más que notables. Porque no solo contribuyen a que muchas personas, gracias al apoyo de los suyos, dejen el alcohol para siempre, sino también mejoran sin duda la vida de amigos y familiares.
Al-Anon, como dicen las integrantes del grupo, es como una familia. Antes de compartir tu experiencia con otras personas que están en situación parecida a la tuya, lo normal es una abrumadora sensación de soledad. Todo cambia en cuanto entras en el grupo, como aseguró una mujer de Siero: «Aquí yo encontré otra familia, nunca más ve volví a sentir sola». Y quizá la clave de esta unión está en que en las reuniones todas pueden decir lo quieran, contar sus historias, hablar de sus sentimientos y nadie las va a juzgar. «Eso es fundamental; el anonimato no pasa por que la gente no se entere de que vives con un alcohólico, eso nos da igual; lo importante es saber que lo que cuentas aquí no salga de aquí, que puedas hablar libremente de todo convencida de que nadie lo va a contar».
Así, las mujeres se desahogan, aprenden a convivir con sus miedos y sus inseguridades —que nunca deja de haber— y mejoran extraordinariamente su forma de conducirse por la vida. Eso es algo que ya tienen, independientemente de lo que ocurra en su día a día. Los martes, de ocho de la tarde a diez de la noche, se reúnen en su sede de la calle Danza Prima de la Pola. A ninguna le gusta faltar a su cita semanal con la serenidad.