La familia de la joven de Oviedo que se suicidó tras sufrir acoso escolar: «Nadie debería pasar por eso»

LA VOZ DE OVIEDO

La madre y la hermana de Daniela han organizado una concentración silenciosa frente a la Consejería de Educación para visibilizar esta lacra «que deja secuelas de por vida o mata». Exigen la creación de una ley estatal porque «el acoso escolar es lo peor que te puede pasar en la vida»
27 abr 2025 . Actualizado a las 10:50 h.Una joven asturiana vio poco a poco cómo la luz de su hermana pequeña se desvanecía. A medida que pasaban las semanas, la que era su mejor amiga se iba aplacando poco a poco, consumida por el sufrimiento que le causaba el acoso escolar. Llegó un momento en el que la llama de la menor se apagó por completo cuando el pasado mes de octubre decidió, con 16 años, suicidarse para poner fin a tal dolor. En ese instante, la vida de Lucía —nombre ficticio para preservar su intimidad — se desmoronó por completo. Desde entonces, no ha sido capaz de levantar cabeza.
«Mi mundo se vino abajo cuando mi hermana menor, Daniela, se quitó la vida por las secuelas que el acoso escolar dejó en ella. Nadie debería pasar por eso, ni ella ni ningún niño o niña debería sufrir bullying. No deberían ir con miedo a clases, dejar de socializar por miedo al qué dirán, los insultos o los motes. No deberían estar pendientes de si los miran mal o no. No deberían tener que mirar a todos lados porque los han amenazado», dice la adolescente, que, «aunque le costó muchísimo», acaba de dar un paso al frente para visibilizar la violencia escolar.

Después de cinco duros meses asimilando y conviviendo con el dolor que provoca tal irreparable pérdida, la joven ha querido continuar con la lucha que, en vida, empezó su hermana contra el bullying. «Nuestra labor ahora es seguir lo que ella no pudo finalizar», dice su madre con un nudo en la garganta. En este punto, Sandra asegura que su hija mayor, al principio, «no quería que la imagen ni el nombre de Daniela fueran públicos». Sin embargo, al ver «la necesidad de que su hermana no fuera un número en las estadísticas del INE sobre suicidio» cambió de parecer.
«Cuando sucede, deseas que tu hija sea el último caso, pero desgraciadamente eso no ocurre y ves cada vez más casos», confiesa. Por esta razón, madre e hija han organizado una manifestación silenciosa para visibilizar y combatir esta lacra, porque «el acoso escolar deja secuelas de por vida o mata y es de vital importancia que toda la sociedad esté unida para acabar con él». La concentración tendrá lugar este próximo lunes, 28 de abril, frente a las instalaciones de la Consejería de Educación, ubicada en la plaza de España de Oviedo.
Apoyadas por la Asociación contra las Violencias en las Escuelas (Trencats) y la Asociación Española para la Prevención del Acoso Escolar (AEPAE), aprovecharán la ocasión para exigir la creación de una ley «estatal e integral» contra el bullying. «Ahora mismo cada comunidad autónoma tiene su propio protocolo de acoso escolar. Por tanto, dependiendo de en qué comunidad autónoma estés, el protocolo funciona de una manera u otra», asegura Sandra.
En Cataluña, dice, no hace falta que el maltrato psicológico, verbal o físico producido entre escolares se dé de manera reiterada porque «desde la primera vez que se detecta este tipo de comportamiento se puede abrir un protocolo». En esta comunidad, de acuerdo con Sandra, todos los colegios e institutos cuentan con psicólogos, mientras que «en Asturias no». «Y eso que es muy importante que tengan asistencia psicológica de inmediato», asegura esta madre de Oviedo, que clama por que exista también este servicio en los centros educativos de nuestra comunidad.

Para reivindicar la importancia de recibir «cuanto antes» ayuda psicológica, Sandra compara el acoso escolar con los tumores malignos. «Si a ti en un cribado te detectan cáncer y estás en un estadio temprano, si te tratan con quimio o radioterapia y te operan, tienes muchos más números de salir. Ahora bien, si solo te dan una aspirina, tienes muchas más probabilidades de llegar a un estadio cuatro e irte», explica.
En nuestra comunidad, «solo hay dos opciones» para que las personas con algún tipo de problema mental o emocional reciban apoyo profesional. «O bien te pagas un psicólogo privado o entras en el bucle de la salud mental pública. Que entiendo que está como está pero no puede ser que la visita al psicólogo sea cada cinco semanas. Y no puede ser tampoco que cada vez que vayas al particular sean 70 u 80 euros por consulta», critica la ovetense.
Con la esperanza de proteger la salud emocional de Daniela, su madre decidió cambiarla de centro educativo. Aunque el principal acosador había sido trasladado a otro instituto y tenía una orden expresa de alejamiento, el entorno escolar seguía siendo hostil y el sufrimiento psicológico de su hija persistía. Sin embargo, «ella nunca fue capaz de adaptarse al nuevo instituto». El rendimiento académico se vio afectado y llegó a tener varios ingresos en el Centro de Salud Mental Infanto-Juvenil de Oviedo, tras autolesionarse en alguna ocasión.

Aunque contaba con el apoyo de su familia y de todos su seres queridos, la joven, al ver que «todo el mundo hacía su vida» y que la suya estaba «completamente destrozada» tomó la dolorosa decisión de poner fin a su historia. «Daba igual que la hubiese mandado al internado donde está la infanta Sofía porque Daniela no tenía herramientas para volver a un centro educativo», lamenta su madre, a quien le queda la sensación de haber fallado a su hija, pero «quien realmente falló fue el sistema».
Un grave fallo en el sistema
«El problema está, además de en toda la burocracia, en que el protocolo no se activa con la rapidez que se necesita. Tampoco se aplica con contundencia, a pesar de que el acoso escolar está tipificado como muy grave», implora Sandra. En el caso de su hija, asegura, solo se puso en el punto de mira al agresor principal, cuando «el 75 por ciento de la clase aplaudía, animaba y ejercía también violencia». «El 25 por ciento restante se dedicaba a mirar y no hacer nada», apunta.
Al «error» de que «solo se abrió protocolo contra el agresor principal» se suman los «fallos» en el seguimiento. «El centro conocía la existencia de un chat de WhatsApp de toda la clase, donde a mi hija le decían ciertas barbaridades. En vez de poner en conocimiento de las autoridades de la existencia de este chat, lo que hicieron fue mandar a los alumnos a borrar el mismo. Pero, claro, a los cinco minutos ya tenían otros chats abiertos», cuenta Sandra.
«El abrir un protocolo no daña la imagen de un centro»
«Parece que la comunidad docente no entiende que un centro seguro es aquel en el que, a la mínima, hay un protocolo contra el acoso escolar abierto porque eso sí genera confianza en los padres. A diferencia de lo que creo que piensan los equipos docentes, abrir un protocolo no daña la imagen de un centro», prosigue. En este punto, esta madre de Oviedo, sirviéndose de las palabras de la pediatra Lucía Galán, señala que «todos nuestros hijos van a ser víctimas de acoso, cómplices u observadores».

Para evitar que estas situaciones acaben en tragedia como el suyo, Sandra exige un protocolo de actuación que ponga solución a la situación de discriminación y maltrato cuanto antes. «Afortunadamente, no todos los casos tienen el mismo desenlace que el nuestro, pero, al final, esto deja marca. Hay gente de cuarenta y pico años que sigue arrastrando las secuelas del acoso escolar que sufrió cuando era pequeño», advierte.
Con el propósito de que la historia no se repita ni que más familias tengan que pasar por lo que ha pasado y está pasando ahora ella, esta madre está removiendo cielo y tierra. Se ha puesto incluso en contacto con la portavoz de la Comisión de Educación del PSOE en el Congreso. «Hice con ella una videollamada y me dijo que ya hay leyes al respecto. Y claro que las hay. Pero, ¿por qué, si existen en el Código Penal leyes que recogen el delito de amenazas, de coacciones, de agresión, de homicidio, asesinato y agravante parentesco, hay una ley integral de violencia género», se pregunta.
«Soy la primera partidaria de que exista esa ley de violencia de género, pero es que ya hay leyes... Entonces, a mí no me vale que me digas que hay leyes porque lo que necesitamos es que todas esas leyes estén agrupadas y sean iguales para toda España. Queremos que nuestros hijos estén protegidos, independientemente de la comunidad autónoma donde hayan nacido. Queremos también que los centros sean responsables de lo que ocurre dentro de los propios centros», clama.

Para reivindicar que exista una ley a nivel estatal que marque los pasos para frenar y condenar el acoso escolar, Sandra y su hija hacen un llamamiento para que el mayor número de asturianos pueda sumarse a la concentración silenciosa que han convocado para este lunes. «Animamos a todo el mundo a que asista porque puede que lo hayas sufrido, que estés pasando por la misma situación o conozcas a alguien que atraviese por lo mismo o que lo va a atravesar en un futuro», dicen. A quienes acudan este 28 de abril a la movilización les instan a llevar una flor de color blanco como símbolo de «la infancia y la juventud que pierden las víctimas de acoso escolar».
Está previsto que a la concentración se sumen familias procedentes de otras comunidades autónomas, que también han vivido en primera persona las dramáticas consecuencias del acoso escolar. Asistirá el padre de Kira, la joven catalana que se quitó la vida tras sufrir un posible caso de acoso escolar, así como la madre de Laura, una niña de 12 años con TEA que, hace apenas dos meses, falleció en Tenerife tras quitarse la vida, también presuntamente como consecuencia del bullying.
«El acoso escolar es lo peor que te puede pasar en la vida, porque o bien te deja secuelas para siempre o, en los casos más graves, termina, desgraciadamente, como terminó la vida de mi hija. Y no es necesario que se prolongue durante años; basta con la intensidad del acoso. No hacen falta cuatro o cinco años de maltrato. Si una persona se encuentra con un grupo de compañeros que la acosan de forma constante, unos pocos meses pueden ser suficientes para destruirla emocionalmente», sentencia esta madre.

Las personas con ideas suicidas y sus allegados recibirán ayuda especializada a cualquier hora en el teléfono 024, y ante situaciones de emergencia también pueden llamar al 112. Las tentativas y muertes por suicidio nunca tienen un único detonante, sino que son una reacción a un sufrimiento extremo causado por factores psicológicos, biológicos y sociales que pueden prevenirse y tratarse.