Amor a primera vista: la increíble historia de esta pareja de rusos que dejaron todo por Oviedo

LA VOZ DE OVIEDO

Solo estuvieron cuatro horas en la capital del Principado, pero fue el tiempo suficiente para que Andrew y Kate se enamorasen «completamente» de la ciudad. Sin conocer a nadie, decidieron mudarse y ahora acaban de abrir las puertas de una cafetería que no para de ganar adeptos
11 feb 2025 . Actualizado a las 09:32 h.Andrew Silin y Kate Yakusheva se conocían de cruzarse por los pasillos de la universidad, pero no fue hasta que coincidieron en un torneo de ultimate frisbee —uno de los deportes más populares en Estados Unidos— cuando comenzaron a tener una relación más cercana. Entre entrenamiento y entrenamiento, aprovechaban para quedar y así conocerse un poco más. Con el tiempo, estos moscovitas se dieron cuenta que lo de ellos era más que amistad y decidieron casarse. «En Rusia no existe el ser pareja», dicen a sus 36 y 31 años, respectivamente.
Esa pasión que sienten por el deporte del disco volador no fue lo único que les unió. A los dos les gusta descubrir nuevos lugares y conocer más de cerca las distintas culturas que hay en el mundo. Tampoco les importa, ni lo más mínimo, tener que hacer las maletas y mudarse a otro rincón del planeta si esto significa vivir en un entorno completamente natural y lejos del bullicio de las urbes. «No nos gustan nada las grandes ciudades», confiesan.
Por esta razón, cuando conocieron Oviedo no lo dudaron ni un instante e hicieron todos los trámites pertinentes para desarrollar a partir de ese momento su proyecto de vida en la capital de Asturias, aunque esto implicase estar a más de 4.000 kilómetros de sus familiares y amigos. «Siempre estábamos buscando un lugar donde vivir y cuando descubrimos esta pequeña ciudad vimos que era el sitio ideal porque además está cerca del mar y de la montaña», dice Andrew, antes de señalar que en ese momento vivían en Belgrado, en Serbia, y anteriormente en un poblado de Rusia.

Nunca antes esta pareja de rusos había oído hablar de este municipio asturiano. Lo descubrieron gracias a un viaje en coche que hicieron con unos amigos hace un par de años por todo el norte de la península ibérica. Fueron desde Barcelona hasta A Coruña, parando para conocer las diversas localidades existentes entre ambas provincias. En el trayecto hicieron un alto en el camino en Oviedo. «Paramos cuatro horas porque nuestra amiga necesitaba hacer una llamada de trabajo. Pero fue el tiempo suficiente para enamorarnos de esta ciudad», aseguran.
Les gustó tanto el paisaje y el ambiente que se respira en la capital asturiana que una vez en casa vieron la necesidad de volver. Pero esta vez no solo por un tiempo sino de forma indefinida. Comenzaron por tanto a realizar todos los trámites necesarios para poder residir en la capital asturiana. Para comprobar que todos los documentos estuviesen bien y evitar así cualquier error administrativo, a finales del 2023 hicieron un viaje exprés a Oviedo.
En esta pequeña escapada además de cotejar todos y cada uno de los papeles aprovecharon para conocer más en fondo la ciudad. Aunque en esta ocasión el tiempo no les acompañó ya que era pleno invierno, la lluvia y el frío hicieron que se enamorasen todavía más de esta localidad asturiana. «Aquí al final tú puedes vivir tranquilamente. No te hace falta ir corriendo de un sitio para otro. En las grandes ciudades, por ejemplo, tienes que planear con dos meses de antelación quedar con tus amigos, mientras que aquí no», destaca Andrew.

Este estilo de vida, más conocido como slow living, hace que ahora estos rusos vivan plenamente. Para ello han tenido que renunciar a estar cerca de sus seres queridos y empezar de cero en una ciudad donde no conocían a nadie. Pero no les ha importado lo más mínimo porque el beneficio que han obtenido ha sido mucho mayor. «La gente de aquí es muy pero que muy amable. Desde que llegamos nos están ayudando con todo porque nosotros no hablamos muy bien español y encima no conocemos mucho de aquí», dice Kate.
«A mí lo que me sorprende es que tú en Rusia cuando tienes que hacer algún trámite e ir algún ayuntamiento o lo que sea, la gente que te atiende es muy antipática porque es como que odia su trabajo. Pero aquí no, aquí la gente es muy amable. Tratan siempre de explicártelo todo e incluso si ven que no les entiendo pues hasta utilizan el traductor del móvil», resalta Andrew. «Sí, es verdad. La gente aquí siempre busca la forma de entendernos. Se expresan con las manos, tratan de hablar un poco despacio...», añade su mujer.
Aparte del idioma, les cuesta también adaptarse a los horarios. «Aquí cenáis muy tarde. Nosotros estamos acostumbrados a cenar sobre las seis o las siete, mientras que para vosotros esa es la hora de tomar un café», dice Kate, antes de confesar que para ellos el desayuno es la comida más importante que hacen. «Podríamos llegar a desayunar hasta tres veces al día», manifiesta la joven.

Mientras que poco a poco se amoldan a las costumbres de Asturias, la pareja va tejiendo lazos de amistad en la región. Gracias al ucraniano Vlad Vitkovskyi —el dueño de la curiosa cafetería de Gijón en la que podrás desayunar dentro de un cómic—, están conociendo a otros compatriotas o vecinos suyos. «Normalmente quienes viven aquí es porque antes vivían en Barcelona, Madrid, Valencia, Málaga y tras pasar un par de veranos en estas ciudades deciden venir aquí para huir del calor», explica Andrew, antes de señalar que «no es normal elegir Asturias como tu primer destino». «Nosotros somos los únicos», apunta.
Oviedo permite que hagan realidad uno de sus sueños
Han hecho además realidad uno de sus mayores deseos: tener su propia cafetería. «Siempre fue nuestro sueño», asegura esta pareja de rusos que hasta ese momento teletrabajaban como asesores de márketing. Fue el pasado mes de agosto cuando comenzaron a buscar un local que se ajustase a sus necesidades y un mes más tarde dieron con el bajo ideal a escasos metros del casco antiguo de la ciudad y en una calle con gran tradición hostelera. Este se encuentra situado en el número 6 de la calle Martínez Vigil, donde antiguamente se encontraba la Armónica del Paraguas.
Tras coger las riendas de este local decidieron darle un buen lavado de cara al mismo para ponerlo a punto. Le dieron un toque moderno sin perder la esencia rústica que tanto caracterizaba al negocio anterior. A la hora de diseñar cada rincón de este pequeño pero acogedor espacio han cuidado hasta el más mínimo detalle hasta el punto de que, al cruzar la puerta, uno tiene la sensación de estar en su propio hogar.
«Es lo que queremos, que la gente se sienta como en casa. De hecho, ninguna de las copas o vasos que tenemos es igual porque tú en tu casa, seguro, que no tienes todas las tazas iguales», dice Andrew, quien siempre se tira un par de horas o tres en uno de los sofás al pie de la librería de esta coqueta cafetería. «Cuando cerramos aprovecho para sentarme ahí y estar un rato con el ordenador», dice, antes de señalar que trabaja en la elaboración de un proyecto educativo.
Nuevo punto de encuentro para los amantes del café
Al hacer que los clientes se sientan a gusto no paran de recibir buenas reseñas y por tanto no dejan de recibir nuevas caras. Desde que abrieron por primera vez sus puertas el pasado 1 de febrero no paran de servir deliciosos cafés, sabrosas tostadas o esponjosos pancakes. «Todos los días, desde las diez hasta las doce, tenemos una larga cola en la puerta. A la gente no le importa tener que esperar para poder entrar y sentarse», dice orgulloso Andrew.

Como para ellos el desayuno es la comida más importante del día, en su nueva cafetería ceden todo el protagonismo a una variada selección de platos y bebidas pensados para comenzar el día con energía. Desde yogures con granola hasta huevos benedictinos. No faltan tampoco los sándwiches calientes ni las tostas con jamón, aguacate o salmón. Sirven también tortitas, brownie y demás elaboraciones dulces.
Cuentan además con café de especialidad. «Para nosotros era algo muy importante porque nos encanta. Siempre que viajamos, cuando llegamos a una nueva ciudad, lo que hacemos es buscar cafeterías que tengan café de especialidad», asegura Kate. Es por esta razón por la tienen una amplia variedad de cafés. Desde el que proviene de Colombia hasta el de Indonesia, pasando por Costa Rica, Honduras, Guatemala, Ruanda y Etiopía.

Sirven también vino natural para que así quien lo desee pueda sentir y disfrutar en su máxima expresión esta bebida alcohólica elaborada con una mínima intervención y respeto absoluto por el entorno. Entre la oferta líquida uno puede encontrar también tés, batidos de cacao, kombucha y hasta soda, entre otras muchas cosas.
Una cafetería con mucha historia
Así es como Kate y Andrew logran dar vida al barrio gracias a abrir las puertas de esta cafetería cuyo nombre tiene mucha miga. En su ciudad natal, Moscú, había un local hostelero que se llamaba «La Gente» y a la que estos dos jóvenes acudían siempre con sus familiares y amigos. «Este sitio fue muy importante para nosotros porque cuando éramos estudiantes pasábamos mucho tiempo allí, era como nuestra segunda casa», recuerda.
Por eso, cuando se enteraron que iba a cerrar sus puertas para siempre además de sentir cierta nostalgia vieron que era el nombre perfecto para su primer proyecto profesional juntos. «Es que es un sitio para toda la gente, aquí puede venir quien quiera», dice Kate, quien junto con su marido planea prolongar el cierre del local hasta las nueve o las diez de la noche. Pero para ello, quieren primero afianzar la clientela y seguir dejándose encandilar por los encantos de una ciudad que los ha recibido con los brazos abiertos.