«Pasamos de ser un grupo que empezó con diez personas que no sabían lo que era una montaña a ser una referencia»
![Esther Rodríguez](https://img.lavdg.com/sc/4IUcioq2EWYzPesPu2XZprXhubg=/75x75/perfiles/1624362600771/1624364710021_thumb.jpg)
LA VOZ DE OVIEDO
![El grupo de montaña San Claudio llegó a tener más de 400 socios](https://img.lavdg.com/sc/rC2QGVyRiBu0gh2ylW3bnju1Byw=/480x/2024/08/21/00121724253017694301508/Foto/1.jpg)
El que fuese presidente del grupo de montaña San Claudio durante más de medio siglo, José Manuel Suárez, recuerda los inicios de esta entidad que llegó a tener alrededor de 400 socios. El nonagenario vecino de Oviedo cuenta algunas de las aventuras por las cumbres asturianas, así como las anécdotas dentro de las cuevas
23 ago 2024 . Actualizado a las 09:30 h.Cuando estalló la Guerra Civil el ovetense José Manuel Suárez se fue a vivir con su familia a un pequeño pueblo al pie de los Pirineos en Girona. Por aquel entonces tan solo tenía cinco años y, por tanto, no comprendía muy bien lo que estaba pasando en nuestro país. El escuchar constantemente el ruido de los bombardeos era algo que le aterrorizaba pero no quitaba para que al igual que el resto de los niños de su edad se las ingeniase para divertirse. Cuando poco a poco fue calmando la situación, acudía con sus compañeros de clase a pasar el día a la montaña. «Los maestros solían llevarnos los fines de semana, los festivos...», recuerda. Se lo pasaba tan bien en lo alto de los montes que en el momento que regresó a Asturias decidió andar por el Naranco y su entorno.
Practicaba también al mismo tiempo otros deportes para «estar en forma». Hacía atletismo, boxeo e incluso halterofilia. Pero, realmente, su verdadera pasión era el montañismo. Tal era así que a partir de los 25 años intensificó sus salidas a la montaña. Acudía «con relativa frecuencia» a las cumbres asturianas y lo hacía en compañía de un grupo de amigos de su San Claudio natal. Con el tiempo comenzaron a apuntarse a las excursiones «gente de Oviedo, de Mieres...», por lo que vieron la necesidad de formalizar la actividad. «Nos reunimos un día en el bar que tenía con mi mujer donde la estación y decidimos crear un grupo. Era agosto de 1958 cuando nos federamos y empezamos a hacer actividades modestas porque en verdad no teníamos conocimiento de lo que era la montaña», cuenta José Manuel.
![El ovetense José Manuel Suárez fue uno de los fundadores y el primer presidente del grupo de montaña San Claudio, una de las entidades deportivas más antiguas de nuestro país](https://img.lavdg.com/sc/MU6sd3zxypfir7N62BQJgcSGLKw=/480x/2024/08/21/00121724253976222266754/Foto/josemanuel.jpg)
Así es como nace el grupo de montaña San Claudio, uno de los más antiguos de nuestro país. La primera salida colectiva que hicieron fue a la sierra del Aramo, donde vivieron una de sus mayores aventuras. «Nos pilló una gran tormenta y lo único que teníamos para cubrirnos eran unos plásticos. Por culpa de la lluvia y de la niebla no sabíamos por dónde andábamos, por lo que quise presumir de brújula. La saqué pero nada. Hasta que aparecieron unos pastores y nos señalaron el camino», recuerda a sus 94 años el ovetense.
Al poco tiempo quisieron coronar el picu Urriellu y de nuevo volvieron a vivir otra aventura. «No sabíamos lo que era el Naranjo de Bulnes pero sí que sabíamos que queríamos ir. El primer día que intentamos subir, todo el material que teníamos eran unas cuerdas que había cogido del carro de mi suegro e íbamos cargados como burros, por lo que no fuimos capaces. Buscamos un guía y unos pastores nos indicaron que estaba en una finca a la hierba. Cuando nos vio nos dijo: “a dónde vais a estas horas” y claro dimos la vuelta. A los pocos días volvimos y ya subimos de verdad», cuenta.
![El Picu Urriellu desde el Mirador del Pozo de la Oración](https://img.lavdg.com/sc/IA7ppptC5ycVIA0v_wY9evrGoS8=/480x/2018/06/08/00121528457539361945460/Foto/manuelscalvo.jpg)
Conquistaron después el macizo de Ubiña, donde colocaron el primer nacimiento e iniciaron así la ruta de belenes. «En Cataluña es algo que se venía haciendo y a mi me parecía buena idea hacerlo también en Asturias. Lo colocamos en el alto y cuando fuimos a recogerlo estaba tapado por la nieve. Nos pusimos a quitar nieve, cuando de repente uno del grupo se desmayó. Menos mal que estaba con nosotros el médico Luis Estrado, quien por aquel entonces era el presidente de la Federación de Montaña. Le atendió mientras nosotros seguimos quitando nieve y encontramos el belén», rememora con nostalgia.
Subieron con el tiempo al Mayáu del Escampillo, en La Magdalena. Escalaron también el Fusu de la Muyer, en Ponga, y llegaron a lo más alto del Tercer Castillin. No faltaron entre medias las salidas a Peña Mea, Pico Tiatordos o al alto de La Mazada, entre otras muchas montañas. «Anduvimos por toda Asturias. Hubo mucha gente del grupo que estuvo en los Pirineos y en Sierra Nevada. Algún socio incluso estuvo por los Alpes, los Andes, El Tibet y El Himalaya», resalta orgulloso José Manuel. Se hicieron tan populares sus salidas que hubo un momento en el que llegaron a ser 400 las personas que formaban parte de la entidad. «Pasamos de ser un grupo que empezó con diez personas que no sabían lo que era una montaña a ser una referencia», aplaude.
![Al poco tiempo de formalizarse, el grupo de montaña San Claudio comenzó a realizar actividades de espeleología](https://img.lavdg.com/sc/9SS97bEu4Jby47EAovRSZqwsswQ=/480x/2024/08/21/00121724253026029640249/Foto/2.jpg)
Pero no solo escalaban montañas sino que además se adentraban al interior de la tierra. «En espeleología nuestra actividad ha sido muy valorada a nivel nacional», destaca quien fue durante más de medio siglo el presidente del grupo. Las primeras cuevas que exploraron fue la de las Caldas, la del Boquerón de Brañes y la de Pedreo. A partir de ahí investigaron otras oquedades como la de Balmori, El Mazucu, Furniellos o la Huerta, en Fresnedo. También se metieron dentro de la Vallina del Corro. «Ese día llovió torrencialmente y al ser una sima que se las trae, como el agua entraba por la boca y no tenía desviaciones, perdimos un montón de material», recuerda José Manuel.
El grupo de montaña San Claudio organizaba también cursos de espeleología, en los que llegó a participar activamente el afamado montañero Tito Bustillo. «Era bastante espabilado», asegura el ovetense, antes de recordar el fatídico accidente en el que Celestino Fernández perdió la vida. «De aquella yo era el Presidente del Comité Nacional de Espeleología del Noroeste. Estábamos haciendo un curso en la cueva del Valle de Quirós, que comprendía algo de Fresnedo, en Teverga. Había un grupo de chicos que eran de Ribadesella, entre los que se encontraba Tito Bustillo y su hermana María, además de Ruperto Caravia. Me pidieron permiso para hacer sima y se lo di. Posteriormente tenían que hacer la cueva del Canal y allí fue donde se mató. Al salir vio una ardilla en un árbol donde la entrada y por mirar para atrás se cayó y se desnucó», relata con sentimiento.
Tan importantes fueron los cursos de espeleología y de escalada que hicieron como los que impartían de salvamento. Fueron muchas las personas que José Manuel y su equipo tuvieron que rescatar en lo alto de las montañas asturianas, incluso con fenómenos meteorológicos adversos o en las condiciones menos idóneas. De todas las salidas de emergencia que hicieron la «más difícil» fue en el Tercer Castillin.
«Estábamos de vigilancia. La chavalería que había por ahí decía que eso era pan comido y nosotros que ya lo conocíamos lo dudábamos. Y efectivamente, al día siguiente recibo una llamada para ver si podíamos ir a rescatar a dos chicos, uno con lesiones en el riñón. Menuda broma. Cuando llegamos a donde estaban le dije que respirase fuerte y lo que tenía eran las costillas rotas. Hubo que ponerlo al hombre y cargar con él 70 metros para arriba, sujetados a dos cuerdas», relata quien por aquel entonces era el jefe de los grupos de socorro en montaña.
![Algunos de los integran del grupo de montaña de San Claudio, durante una salida a las cumbreas asturianas](https://img.lavdg.com/sc/YqPWfiD2JQ995PJB2EIWO08tMyU=/480x/2024/08/21/00121724253035695657767/Foto/4.jpg)
Pese a este incidente, guarda «muy buenos recuerdos» de este pico del suroccidente asturiano. También en el pico Gúa vivió uno de los mejores momentos de su vida: «Subimos cuatro de aquí de San Claudio. Sabíamos que era virgen la cima porque el guarda del refugio nos lo había dicho. Cuando llegamos arriba nos encontramos un pedrusco que pesaba mucho, se lo di a un geólogo de Madrid para que lo estudiara y me dijo era una meteorito», señala orgulloso del hallazgo. Y si tuviera que quedarse con un alto, sin duda alguna, el ovetense elige el Naranjo de Bulnes. «Es mi favorito», confiesa.
Durante más de medio siglo, José Manuel Suárez se dedicó en cuerpo y alma al grupo de montaña San Claudio. «Siempre digo que mi mujer y yo trabajábamos para poder hacer deporte», asegura. Fueron numerosas las salidas que organizó a lo alto de la tierra y al interior de la misma y por las cuales recibió algún que otro trofeo o medalla. Hasta que por motivos de salud tuvo que despedirse de la montaña y dejar de programar estas excursiones. Siguió presidiendo la entidad hasta el año 2016, momento en el que cedió el puesto a Luna Andrados.
Desde entonces, el Grupo Montañero de San Claudio está especializado en el senderismo familiar. Pensadas para hacer con niños a partir de 4 años, estas salidas aparte de ser completamente saludables son de lo más divertidas. Y mientras que los más pequeños de la casa «se lo pasan pipa» explorando el entorno natural, José Manuel dedica su tiempo libre a realizar álbumes fotográficos sobre todas sus vivencias, además de las historias de aquellos lugares que ha frecuentado con asiduidad. Con mucha maña y cariño edita cada uno de los volúmenes en los que incorpora aquellas fotografías que previamente ha digitalizado y mantiene ordenadas en su ordenador. «Esto es ahora mi afición», dice sonriente.