Se cumplen 29 años desde que Oviedo escenificó la paz, ahora rota, entre Israel y Palestina

Cristina Centeno
C. Centeno REDACCIÓN

LA VOZ DE OVIEDO

Isaac Rabin y Yaser Arafat durante la ceremonia de entrega de los Premios Príncipe de Asturias en 1994.
Isaac Rabin y Yaser Arafat durante la ceremonia de entrega de los Premios Príncipe de Asturias en 1994. Fundación Princesa de Asturias

Un 24 de noviembre de 1994 el ahora rey Felipe VI entregaba el Premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional a Isaac Rabin y Yaser Arafat

24 nov 2023 . Actualizado a las 09:36 h.

Este viernes se cumplen 29 años desde Oviedo celebrara y escenificara la paz, ahora rota, entre Israel y Palestina. El 24 de noviembre de 1994, en una de las ceremonias de entrega de los Premios Príncipe de Asturias más tardías, el ahora rey Felipe VI otorgó un galardón doble a la Cooperación Internacional a Isaac Rabin y Yaser Arafat. La Fundación reconocía así una «alianza entre antiguos enemigos» en pro de mejorar la convivencia entre los dos pueblos.

En el escenario actual de conflicto, el rey Felipe VI quiso recordar en su discurso de la última ceremonia de entrega de los Premios Princesa de Asturias este momento para hacer un llamamiento a la búsqueda de la paz, «que debe nutrirse, sustentarse y defenderse», afirmó. Esta es, aseveró el monarca, «la única manera de garantizar un futuro mejor, un futuro seguro para toda la Humanidad», poniendo el foco en la escalada de violencia de los últimos tiempos.

Hace casi tres décadas, la Fundación que presidía hizo hincapié en el papel de Arafat y Rabin para reconocer la existencia mutua de los dos pueblos. Poco antes, el propio presidente de la Autoridad Nacional Palestina había declarado que Rabin y él mismo «eran aliados en el proceso de paz»: «Uno de nosotros no puede triunfar si el otro fracasa», afirmó.

En el acta de entrega de los Premios Príncipe de Asturias de 1994 se recuerda el proceso que ambos iniciaron con la Conferencia de Madrid, en octubre de 1991, «para conducir a la pacificación definitiva del Próximo Oriente». Ambos estuvieron presentes después en la firma del proceso de paz en Washington en 1993 y sellaron, en septiembre de ese mismo año, los Acuerdos de Oslo, que sentaron las bases de la convivencia en la región.

Poco más de un año después recibieron en Oviedo el Premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional en una ceremonia en el Teatro Campoamor en la que ambos tomaron la palabra. Yaser Arafat, quien en ese momento presidía la Autoridad Nacional Palestina, celebró en su discurso el comienzo de la reconstrucción y el establecimiento de instituciones y ministerios para dirigir los asuntos de los ciudadanos en el territorio. «Todo esto indica que el pueblo palestino ha optado por la paz como objetivo estratégico y desea establecer los cimientos de una paz pasada en la justicia», apuntó. 

Además, se dirigió a los presentes recordando que «uno de los medios más importantes para reforzar la paz y garantizar su continuidad consiste en posibilitar al pueblo palestino la elección de sus representantes y parlamentarios libremente, a través de unas elecciones limpias, con la supervisión internacional, para que estos representantes del pueblo puedan ejercer sus responsabilidades libremente y para que puedan cumplir las difíciles funciones que les esperan». 

También hizo hincapié en la importancia del reconocimiento internacional: «Nuestra esperanza es muy grande, para que la sociedad internacional empiece a cumplir sus responsabilidades éticas, morales, políticas y humanas hacia nuestro pueblo, que ha sufrido y sigue sufriendo muchas y duras dificultades». 

Por su parte, Isaac Rabin, primer ministro de Israel, se mostró orgulloso de haber «haber agotado las palabras del vocabulario de la paz» y aplaudió que tanto él como Arafat intentaban cambiar la realidad de Oriente Medio. «Tenemos que trabajar, en ocasiones, en contra de la naturaleza humana, que busca venganza», reconoció ya entonces dando por superado un conflicto que el tiempo ha vuelto a reavivar y sin dejar de reconocer que los acuerdos no evitaban que siguiese habiendo «enemigos de la paz»

«Cualquier ayuda prestada a los pueblos que buscan la paz —el pueblo israelí y el palestino— es una bendición para todos nosotros. Una inversión en la paz es una inversión en la vida», apoyó el primer ministro israelí, quien fue asesinado casi un año después precisamente en un acto multitudinario en Tel Aviv en el que volvió a defender el proceso de pacificación. 

Además del Premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional, los dos dirigentes fueron reconocidos con el Nobel de la Paz ese mismo año.