Los comerciantes de El Fontán, ante el órdago de Canteli: «Está en juego la vida de mucha gente»
OVIEDO
Los concesionarios deciden el lunes 17 se se avienen al proyecto municipal que pretende incluir una planta al edificio para albergar negocios de hostelería
12 jun 2024 . Actualizado a las 05:00 h.El proyecto de reforma del mercado de abastos de El Fontán ha generado una división nada halagüeña entre los comerciantes. El día 17 de junio, los concesionarios del recinto decidirán si se avienen a la propuesta del Ayuntamiento de Oviedo de añadir una planta al edificio para incluir una zona de hostelería. Son los concesionarios los que tienen la última palabra, y el propio alcalde, Alfredo Canteli, ha criticado con dureza a los que se oponen a la idea del municipio, algo que no ha sentado muy bien entre los comerciantes.
El proyecto de reforma, que está pendiente desde hace muchos años, se retomó hace tres. En un principio, los concesionarios del mercado necesitaban arreglar el tejado del edificio y, además, estaba previsto acometer acciones de eficiencia energética y campañas de digitalización y modernización, con las que todos estaban de acuerdo. El proyecto, por distintos motivos, estuvo aparcado, y en enero de este año se empezó a agilizar porque, si no se ejecutaba la obra antes del 31 de diciembre, se perdería el dinero proveniente de ayudas de la Unión Europea. Fue entonces cuando se incluyó construir la planta de hostelería, y fue este el proyecto que se envió para solicitar las ayudas europeas.
El problema que surge está en que, al tratarse de un edificio protegido, la obra tiene unos condicionantes y requiere el refuerzo de la estructura, lo que implica necesariamente desalojar los puestos de venta durante un tiempo indefinido. Entonces, les comunicaron a los comerciantes la necesidad del realojo de sus puestos y en ese momento comienzan las dudas. En un principio, los iban a realojar en la plaza del Fontán, bajo una carpa, pero tras la oposición vecinal los trasladaron al Campillín.
Ana Isabel Álvarez Balbín se convirtió desde entonces en su defensora oficial. La letrada tiene claro que los puestos están en la plaza por una concesión, que tiene por delante todavía 20 años de vigencia, y que son los comerciantes quienes tienen que decidir. Álvarez Balbín explica que la reforma y el añadido de la planta de hostelería «implica modificar el pliego de condiciones por cuanto es algo que altera el equilibrio concesional; no estaba previsto ni en los estatutos, ni en la sociedad; hay cuestiones como los horarios o los costes que ahora gestiona la sociedad y que cambiarían».
Para la abogada, el problema está, precisamente, en que hasta ahora no se le dijo nada a los comerciantes. Si estos no quieren, tienen derecho a que las cosas sigan igual durante otros veinte años que les dura la concesión. Ahora, se ha roto la armonía entre los asociados, ya que unos son partidarios de hacer la reforma y otros, detractores. «Ahora mismo el mercado está dividido, el daño está hecho por una mala planificación; el Ayuntamiento tenía que haberlo previsto desde el minuto uno; se han gastado un dinero público que no se sabe si se va a pode emplear o no».
La sociedad votará el lunes 17 si accede o no a la reforma, y en esa votación, en opinión de Álvarez Balbín, «está en juego la vida de mucha gente, hay negocios de tres generaciones, gente que reformó el puesto hace un año, gente que tiene empleados; igual esta idea estaba bien como se hizo en Sevilla, como nos comentaron los arquitectos del proyecto, pero es que allí el edificio estaba vacío; aquí se olvidaron del componente humano, que realmente es el que importa; la economía está muy bien pero a la gente no se la puede obviar».
Otro problema es que no se ha dado una garantía por escrito de lo que puede durar la obra. Entonces, a su juicio, «es firmar un cheque en blanco». La abogada se refirió, por otra parte, a las declaraciones que hizo el alcalde, Alfredo Canteli, de que los que se oponen a la reforma «hacen daño a Oviedo». Le parece «lamentable» y considera que el regidor debería «reflexionar» antes de referirse así a los comerciantes. «Hay que tener en cuenta que esta gente tiene una clientela de años, y tú no puedes decirle a un empresario, por defender sus derechos, que hace daño a Oviedo».
Considera que el regidor tiene «una idea de turistificación, relacionada con la empresa y el negocio, pero esta gente tiene empresa y negocio, pero diferentes; son pequeñas pero no por ello menos importantes que los lobbies; es un mercado tradicional, con un arraigo tremendo, de los pocos que quedan en España, con un duelo de mármol fabuloso y una estructura preciosa, que ahora van a cambiar».
El problema de todo esto está en que al principio no se les contó nada a los comerciantes y «ahora están planteando que la sociedad necesita decir que sí a algo que no está muy concretado, que implica un desalojo, no sabes cuándo vas a volver y que, cuando vuelvas no sabes cómo estará, y que es posible que hayas pierdas clientela».
Lo que más lamenta Álvarez Balbín es el hecho de que el regidor haya lanzado un órdago a los comerciantes diciéndoles que o se hace la reforma para incluir la planta de hostelería o no se hace nada. En su opinión, tendría que haberse hecho de otra manera. Si se hubiera consultado el proyecto en un principio con los concesionarios, que son los que tienen la última palabra, se habría evitado la controversia, que no solo es con el Ayuntamiento sino, lo que es mucho más grave, entre los propios comerciantes. «Si se hubiera hecho así, si se hubiera tomado una decisión y elaborado un documento contractual con todas las condiciones y dejando claro de qué manera va a afectar a la concesión no hubiera pasado absolutamente nada».
Ana Isabel Álvarez Balbín cree que ese mercado «se merece mucha vida y no hay que desgraciarlo». Debe hacérsele un lavado de cara y, en cualquier caso, salga lo que salga, hay que hacer «un importante trabajo de reunificación, porque ahora están muy divididos». Se pregunta, en conclusión, «por qué a veces los políticos no tienen en cuenta el componente humano; el mercado está lleno de vidas, cada puesto es una vida, una familia una pequeña empresa; no necesitamos más grandes superficies ni que desaparezca la vida de barrio: eso no lo queremos en el antiguo».