La «maleta de Oviedo»: aparece en un mercadillo la bandera de una mítica unidad de la Guerra Civil
OVIEDO
Un particular adquiere y saca a la venta por 7.000 euros el estandarte de un famoso grupo de élite de voluntarios irregulares que se llamaron a sí mismos «La Harka»
29 oct 2022 . Actualizado a las 05:00 h.La intensa historia de la Guerra Civil en Asturias sigue proporcionando, 85 años después, algunas sorpresas. Un coleccionista privado acaba de rescatar del olvido una bandera de la que fue una mítica unidad de los sublevados en Oviedo: se llamaron a sí mismos la Harka.
No eran -salvo los mandos- militares con formación, pero el grupo acabó siendo considerado una unidad de élite entre las escasas fuerzas que defendían el cerco a la capital frente a las tropas republicanas. Estaba formado por voluntarios de la Falange Española y tomaron el nombre del antiguo término árabe (también se escribía Jarca) que definía una fuerza indígena de irregulares en el Marruecos colonial, comandada por españoles.
Había, pues, una cierta identificación de estos voluntarios, en su idea fundacional, con los grupos más o menos guerrilleros norteafricanos. Guillermo García Martínez, en su libro Los Defensores del Cerco a Oviedo cuenta que fue el capitán de Intendencia Luis de Santiago quien organizó la fuerza. Al estallar el conflicto, puso un anuncio en el cuartel de Santa Clara (hoy en día delegación de Hacienda) solicitando voluntarios.
Se presentó más o menos un centenar. Sus acciones no pasaron inadvertidas: a veces estrafalarios, arriesgados y siempre en posiciones avanzadas, llamaban la atención y eran admirados y jaleados por los suyos.
También menciona la Harka el capitán Óscar Pérez Solís (un peculiar personaje que pasó de la militancia comunista a la Falange) en su memoria Sitio y Defensa de Oviedo, «la unidad más bulliciosa y pintoresca de todas las de voluntarios de Oviedo, un conjunto de mozos algo chiflados, pero valientes hasta la temeridad (…)», así como, al parecer, un tanto indisciplinados.
El teniente Ángel Romo era el segundo de De Santiago, y junto a él estaban los alféreces Manuel Sáenz de Santamaría y Primitivo Vallina Arbesú. Por debajo de ellos se encuadraban varios sargentos y cabos. En cuanto a la tropa, en general se trataba de hombres jóvenes, algunos de ellos con formación universitaria aunque no militar.
El hallazgo
La bandera de este grupo tan peculiar apareció en el mercadillo dominical de El Campillín, dentro de una maleta que permaneció durante años en un garaje. Un comprador se hizo con el contenido, que consistía sobre todo en cartas y documentos, pero la vendedora apartó lo que consideraba un «trapo». Un segundo comprador se hizo con ella y ahora la va a poner a la venta por 7.000 euros.
Ahí es donde un historiador que ha investigado sobre muchos hallazgos de la Guerra Civil en Asturias y prefiere permanecer en el anonimato tuvo conocimiento de esa compra y pidió a su propietario que le dejara examinarla. Era, en efecto, el estandarte de la Harka. Está cosida a mano, con dos franjas rojas verticales y una central negra con las flechas y el yugo de la Falange en rojo. En ella aparecen bordadas (pudieron haberse repasado esos bordados posteriormente) las siguientes inscripciones: «Harka Oviedo», «Abuli», «Vega» y «Argañosa», que hacen referencia a momentos clave de su particular historia, y se vislumbran pintados a mano otros caracteres.
En opinión del investigador, la bandera tiene «un alto valor histórico», sobre todo para Oviedo, y por eso le gustaría que fuera una institución la que se hiciera con ella. El propietario, asegura, también está de acuerdo en dar prioridad a ese tipo de comprador.
Esos «chiflados valientes»
La Harka habría sida destinada a la zona de Mercadín, más allá de la fábrica de la Vega. El coronel Aranda la menciona expresamente en su relato del cerco, y señala que el grupo con 80 voluntarios y 50 guardias civiles habría sido destinado a la toma y defensa de Abuli, que sería la primera de las inscripciones del estandarte. El 23 de septiembre de 1936, se hacen con la posición. Entre el 7 y el 12 de octubre, dice, el punto donde están los falangistas «sufre un violento ataque» con bajas. Al parecer, en los pocos días que quedaban desde entonces hasta el fin del cerco (17 de octubre), se movieron mucho.
Después, entre el 12 y el 14 de octubre, según Pérez Solís, habrían luchado también en La Argañosa, destinados al depósito de ferrocarriles de ese barrio. Al parecer se habrían acantonado en la Casa Ceñal, sobre lo que hoy es el puente de Nicolás Soria. A lo largo de toda la trinchera del ferrocarril hubo fieros combates que quedaron plasmados en la llamada Casa de los Tiros (reformada recientemente, aún conserva algunos de los numerosos impactos en su fachada de ladrillo rojo).
En algún momento habían ocupado también los chalets de la fábrica de la Vega, que defendieron con uñas y dientes. Esas casas están aún en pie, aunque muy deterioradas, y probablemente fueron muy reparadas después del conflicto, por lo que es difícil saber si conservan huellas del episodio. Ese es el segundo de los hitos bordados en la bandera de la Harka.
También habrían estado, según otras fuentes, en el punto del frente del Campillín, tras los parapetos que separaban el barrio de la Puerta Nueva de confluencia de las calles Magdalena y Campomanes.
El coronel Aranda contaría después que habían conseguido reunir 160 voluntarios (es de suponer que a lo largo de la existencia de la Harka), de los que solo sobrevieron 16 soldados, un 10% de ellos, y también uno de los mandos. En cuanto a estos últimos, seguramente se refiera al capitán, el teniente y los alféreces y excluye a los sargentos pero, aún así, hay testimonios que dicen que sobrevivió más de uno. «Existe cierta disparidad en cuanto al número exacto de los componentes de la Harka, pero posiblemente rondaran el centenar y las bajas fueron en todo caso superiores al 80%», señala Guillermo García en su libro.
Una vez que las tropas franquistas penetraron en la capital desde el oeste, la Harka se disolvió. Algunos de sus más destacados miembros siguieron la guerra en otros frentes de España, otros fueron adiestrados en la Academia Militar y, más tarde, fueron a luchar contra la Unión Soviética como voluntarios en la División Azul.
Cómo llegó la bandera a esa maleta, es aún un misterio. Al morir la mayoría de los mandos, quizá quedó en manos algún familiar o bien en las de alguno de los soldados. Después durmió durante años hasta volver a ver la luz.