Esplendor y caída del Pasaje de Uría, una idea francesa que recaló en Oviedo

G. GUITER

OVIEDO

Entrada e interior del pasaje de Don Santos, entre las calle Uría y Pelayo de Oviedo, a principios del siglo XX
Entrada e interior del pasaje de Don Santos, entre las calle Uría y Pelayo de Oviedo, a principios del siglo XX

Realizado por Miguel de la Guardia como parte de un grupo de viviendas, su cuidada imagen llegó a ser un punto neurálgico de la ciudad

14 jul 2022 . Actualizado a las 13:18 h.

El omnipresente Juan Miguel de la Guardia en la arquitectura de Oviedo (aunque no siempre reconocido) recogió una interesante idea arquitectónica que las sucesivas generaciones no supieron o no pudieron apreciar y, por lo tanto, desaprovecharon: el gran pasaje de la calle Uría.

De la Guardia recibió el encargo de levantar el conjunto de viviendas de los números 12, 14 y 16 de la céntrica calle ovetense, en plena expansión burguesa de la ciudad. Entre ellos incluyó un hermoso arco de entrada a un paso privado pero de uso público.

Realizado en 1893, el que habría de llamarse popularmente Pasaje de Don Santos daba paso con elegancia a la calle posterior, Pelayo, al tiempo que facilitaba acceso a los portales y abría la posibilidad de instalar comercios en los bajos. Un lucernario iluminaba el lugar, a cubierto de las inclemencias del tiempo.

Según la biografía de De la Guardia en la Real Academia de la Historia que firma María Cruz Morales, en las construcciones del que fuera arquitecto municipal «predomina un diseño académico en la tónica renacentista y relación con la arquitectura francesa», donde abundan por cierto las galerías con lujosos locales. No en vano, hoy en día se pueden apreciar ejemplos de pasajes comerciales del mismo estilo en las ciudades francesas, aún muy activos y algunos de ellos muy cuidados, como el passage Sarget de Burdeos que se puede ver bajo estas líneas.

Passage Sarget de Burdeos, una idea muy similiar a la aplicada por Juan Miguel de la Guardia en el pasaje de la calle Uría de Oviedo
Passage Sarget de Burdeos, una idea muy similiar a la aplicada por Juan Miguel de la Guardia en el pasaje de la calle Uría de Oviedo

Llegó a tener un cine que cerró durante la Guerra Civil, pero parece ser que entró en cierta decadencia antes de la revolución del 34. Lo cierto es que, probablemente durante este periodo o bien durante los bombardeos contra los sublevados en la capital, los edificios sufrieron importantes daños. La siguiente imagen data de la Guerra Civil y en ella se aprecia el deterioro, si bien muchos edificios de Uría ya resultaron perjudicados en la revuelta anterior a la rebelión franquista.

El pasaje de Don Santos, entre las calles Uría y Pelayo de Oviedo hacia 1937, donde se observan los daños sufridos en la revolución del 34 o la Guerra Civil
El pasaje de Don Santos, entre las calles Uría y Pelayo de Oviedo hacia 1937, donde se observan los daños sufridos en la revolución del 34 o la Guerra Civil

En los años siguientes se aplicaron importantes (y no muy afortunadas) modificaciones que alteraron por completo el diseño original y, pese a que el pasaje no llegó a cerrarse, la nueva entrada era mucho más humilde y los techos más bajos. Apenas llamaba ya la atención de los peatones.

Entrando desde Uría hubo en su momento hubo instalados comercios relevantes como el famoso café Peñalba, a la izquierda, que hacía esquina con Uría (donde tenía su entrada principal) y donde se daban las tertulias e intrigas más relevantes de la ciudad. El Peñalba era enorme: la zona de servicio y obrador daba al pasaje pero, además de ocupar la fachada principal de Uría, también estaba conectado a su local (el actual, el único que queda) en Milicias Nacionales. A la derecha estuvo la óptica Navarro, que luego se trasladó a su ubicación actual, unos números más adelante.

El Pasaje de la calle Uría, en Oviedo, en la actualidad. El edificio fue primero diseñado por Juan Miguel de la Guardia en 1893 y posteriormente reconstruido sin parecido alguno con el original
El Pasaje de la calle Uría, en Oviedo, en la actualidad. El edificio fue primero diseñado por Juan Miguel de la Guardia en 1893 y posteriormente reconstruido sin parecido alguno con el original

Había una tienda-taller de lencería y bordados de Concha Cadrecha, donde se vendían caros ajuares de novia, la sastrería Carbajal, la armería Collín, un pequeño bar y, bajando las escaleras y llegando a la calle Pelayo, el bazar y juguetería La Nueva del Pasaje, famoso por sus figuritas de Belén y una zapatería. El bar restaurante Pelayo (hoy un local de Zara hogar) tenía entrada principal por la calle homónima y también contaba con una puerta de servicio en el pasaje de Don Santos, junto al bazar.

El médico Plácido Álvarez-Buylla, que hoy da nombre al callejón, y los Sánchez Ocaña, entre otros profesionales, también se establecieron en este céntrico lugar ovetense, hoy venido a menos pero todavía utilizable, 130 años después de idearlo De la Guardia.