El primer habitante de la casa enviudó en poco tiempo, el segundo se arruinó y el tercero, que la llamó «Villa Magdalena», murió sin descendencia reconocida
22 nov 2020 . Actualizado a las 05:00 h.La historia de Villa Magdalena, como todos los edificios que hay sobrevivido a sus dueños, tiene algunos tristes puntos de inflexión. El más dramático fue la muerte prematura de su primera dueña y quien dio el nombre original a la casa -Villa Julia-, Julia López de Letona, esposa del empresario Victoriano González Campomanes.
Hacia finales del siglo XIX, Campomanes era un próspero comerciante que había fundado un importante establecimiento de comestibles y coloniales en el número 16 de la calle Uría (donde años más tarde estaría el cine Aramo y actualmente hay una tienda de ropa).
Emprendedor e inteligente, en 1891 había fundado Chocolates Campomanes y viajaba frecuentemente al extranjero por negocios. En su gran local de Uría distribuye todo tipo de alimentos nacionales y de ultramar como vinos, conservas, galletas y, claro está, su chocolate. Era frecuente que se anunciara en prensa y encargara carteles publicitarios, en los que se ufanaba de ser distribuidor de las cervezas y gaseosas La Cruz Blanca de Santander. También tenía oficinas en la calle Doctor Casal, 12.
Su éxito económico va acompañado de una notable vida social y política. Fue concejal y teniente de alcalde en el mandato de Longoria Carbajal y de Donato Argüelles; también se le atribuye ser uno de los impulsores de la Cámara de Comercio de Oviedo y de la empresa de Ferrocarriles Económicos de Asturias. De hecho, fue nombrado por sus méritos caballero de la Real Orden de Isabel la Católica y presidente del Orfeón Ovetense.
Ya terminando el siglo, conoce a Julia López de Letona y Olañeta, hija de Melquiades López de Letona y de Lina Olañeta, una pareja gijonesa de renombre. Julia y Victoriano se enamoran y finalmente celebran una boda íntima en octubre de 1900 en la iglesia de San Clemente de Quintueles. Luego «salen para su casa de Cabañaquinta y se van de viaje a Vitoria, San Sebastián, París y otras poblaciones», según publica la prensa de la época.
La acaudalada pareja invierte una notable suma de dinero en construir Villa Julia en la calle de Fuertes Acevedo (hoy se llama avenida de Galicia en ese tramo) y encargan el proyecto a uno de los mejores arquitectos de moda en la época: nada menos que Juan Miguel de la Guardia. Dos años más tarde, hacia 1902, ocupan su flamante chalet, rodeado de una gran parcela. Son felices y cada vez más prósperos.
Pero no duraría muchos años su felicidad. El 30 de mayo de 1908, Julia sufre un ataque cerebral (hoy diríamos un accidente cerebro-vascular) mientras cortaba flores en el jardín de la villa y fallece casi instantáneamente. Dicen que Victoriano nunca se pudo reponer de su pérdida y apenas cinco años después, en 1913, saca a la venta la casa que se asentaba sobre unos terrenos de una hectárea y 22 áreas (10.220 metros cuadrados), es decir, el doble de lo que queda actualmente de los jardines.
La finca fue comprada por un empresario de Mieres que se arruinó en los años 20 del siglo pasado y la propiedad resulta embargada. El empresario Alfredo Figaredo Herrero la compra y le pone el nombre de Villa María Magdalena por su esposa, María Magdalena Argüelles Álvarez-Campa. Pero la pareja no tiene hijos (aunque Figaredo sí tiene una hija fuera del matrimonio que no reconocerá en vida). Ella sería la última habitante del palacete, donde seguía residiendo antes de su muerte, en los años 90, y la mitad de la parcela pasaría a formar parte del Club de Tenis.
Nadie más volvió a vivir en Villa Julia o Villa Magdalena. Estuvo años cerrada y deteriorándose, hasta que una dudosa operación de expropiación llevada a cabo por el alcalde Gabino de Lorenzo la puso en manos municipales. Sus últimos propietarios, tras años de litigios, obtuvieron una compensación más que sustanciosa de las arcas públicas. Actualmente alberga una biblioteca pública.