
Cualquiera con algo de noche y juego en la muñeca sabía lo que iba a pasar, lo que estaba pasando, entre Tamara Falcó e Íñigo Onieva. Sólo había que mirarle a él la cara, esos ojos rojos y pícaros que siempre están a la búsqueda de un nuevo objetivo, un radar en su cabeza que hace que no se pierda ni a una sola mujer que entra en una sala y ese mechón rebelde que le salta y cae sobre su frente. «El flequillo, Pipi, el flequillo» le decían a Pipi Estrada cada noche que se salía de madre y ligaba estando con Terelu. El mechón, Iñigo, el mechón.
No acabo de creerme que la marquesita no supiese nada hasta ahora, más bien que callaba y consentía porque se veía entrada en años y todo ese plan de familia feliz con niños rubios, colegio privado, findes de golf, invierno en Baqueira y Verano en Sotogrande se le venía abajo. De él siempre se dijo que era un liante, que le tiraba mucho la mamandurria y el ligoteo; es imposible luchar contra la genética y el impulso, se le calienta la bragueta y todo pa’lante, mente en blanco y al ataque. Y más con 33 años y posibles, que antes de verse casado y con hijos seguro que prefiere la peor de las torturas, que no es muy diferente al matrimonio.
En el Burning Man, que es un festival donde los pijos de todo el mundo van a ponerse hasta las cejas y darle al folleteo, Onieva la lio, porque para eso se va a estos sitios. Él supongo que era consciente de haberla liado, aunque quién sabe en estos sitios, y seguro que conocía la existencia del video en el que él besa de una forma desastrosa, porque vaya mierda de beso, a Marina Theiss, una modelo brasileña. La modelo lo niega, bien por ella, pero da igual, está claro que es ella; pero hay que negarlo siempre, hasta que te pillan, luego un poco más y al final ya dices la verdad. Supongo que Íñigo entró en una espiral de la que no pudo salir, viéndose acorralado, no se le ocurrió otra forma de salir del embrollo que pidiendo matrimonio, con un anillo horrible, a Tamara. Tío, te la buscaste tú solo. Nada más conocerse esto y de que Tamara lo contara todo donde Pablo Motos, empezó a rular el ya famoso video del Burning Man. Él lo negó por activa y por pasiva, luego dijo que era de otro años, siguió haciendo el ridículo acompañándola a una boda y dejando claro que se puede ser tonto en varios idiomas hablando de ‘engagement’. Negó lo evidente hasta que ya no pudo más y confesó. Ya es mala suerte que andes cepillándote a medio Madrid y te vayan a cazar a miles de kilómetros, bajo la guardia, se confió y ¡pimba!: tocado y hundido.
Después de enterarse y de la confesión, cuando como a Bartimeo se le curó la ceguera de milagro, Tamara abandonó la casa que compartían y puso rumbo a Villa Meona con Mamá y Marito. Pobre Vargas Llosa, había conseguido que la niña se fuera de casa y ahora la vuelve a tener ahí, me lo imagino a lo zorro comiéndole la oreja a Tami para que le dé otra oportunidad al chaval y le deje tranquilo. Onieva en su desesperación de ver como se le iba el marquesado, escribió un comunicado mal redactado, está claro que el chaval puede tener muchas virtudes pero no la de la sintaxis, que decía Valery que era una virtud del alma, y que venía a decir que sí que había sido infiel, que puede que salgan más vídeos y mujeres, pero que la quería mucho y se arrepentía. Cree que se las sabe todas, pero no está a la altura: he visto a gente con dos novias en el mismo bar y separadas por una columna y salir indemne del envite. Ahora dicen que anda llorando en el hombro de su amigo Javier Ungría.
Mientras tanto, La duquesa lloró mucho, seguro que tiene muy atareado al servicio de mamá y Vargas Llosa resiste agarrado a la bebida. Porque la Preysler seguro que ya se lo había advertido, anda que no sabe ella de golfos: si estuvo con Julio Iglesias y Griñón. Después de mucho llorar y comer, dio la cara por el trabajo. Acudió a un evento organizado por la constructora de Joaquín Torres. Aunque pertenezca a la nobleza, como toda hija de vecina, tiene que ir a trabajar le hayan puesto los cuernos o no; no entiendo que se le aplauda tanto por ello. Aquí, con un discurso que roza el límite del analfabetismo funcional, dio gracias a Sálvame por abrirle los ojos, aseguró que «Con esto de los cuernos soy muy cuadriculada» y que no había más oportunidades para el amor con IO y dejó la ya icónica frase: «Me da igual seis segundos o un nanosegundo en el mitaverso».
Parece que la historia de amor se acabó, aunque quién sabe lo que nos deparará el siguiente episodio de este culebrón. Lo que está claro que algo fallaba aquí: ella estaba rezando el rosario mientras el de copas por la noche madrileña, que mira que no tiene peligro ni nada; cuando Íñigo dormía la cogorza, Tamara en misa de doce; A la vez que la Falcó estaba de voluntariado con el siniestro Padre Ángel, Onieva pedía algo de comida para paliar la resaca. Casi que lo de menos van a ser los cuernos.
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