Habíamos puesto grandes esperanzas en el año 1986, cuando España entro a formar parte entonces de la Comunidad Europea, pero la realidad en el transcurso de los años se ha ido convirtiendo en una enorme decepción, porque la Europa actual, nada tiene que ver con la de mediados, ni finales de siglo XX, donde buena parte de los países que la integran, por desgracia se van acercando más a las condiciones de los denominados del tercer mundo, que a las de una Europa prospera e igualitaria.
El proyecto de construcción y constitución europea, junto al entramado político que conforman el parlamento europeo, son en mi opinión la causa más clara y la verdadera razón que justifica la decepción y el rechazo a este desastroso modelo social europeo.
Desde Europa existe la obsesión de competir con la economía norteamericana mediante duros planes de convergencia, en aras de conseguir espacio en la disputa del mercado mundial, dejando a un lado las consecuencias sociales de dicha convergencia y arrasando la biodiversidad de los distintos pueblos que la componen. Al mismo tiempo que se retrae la soberanía de los pueblos europeos se refuerza la independencia de la política monetaria del banco central europeo respecto de cualquier tipo de control político y democrático.
Los procesos de fusiones de empresas y bancos están al orden del día reforzando la tendencia hacia la concentración de la riqueza cada día en menos manos la formación de grandes corporaciones, originando un incremento creciente, de precarización, de paro, de marginación social y de exclusión, así como de agudización de desequilibrios económicos. La construcción de la U.E, ha sido y está siendo un proceso complejo. Sin embargo algunas cuestiones quedan claras:
La U.E, no es más que la manifestación europea de la globalización de la economía, un mecanismo más de la globalización del capital. La U.E, es la creación de un frente de producción y comercialización para competir frente al capitalismo norteamericano y asiático. La creación de grandes mercados y espacio económicos siempre conduce a la concentración de poder y esto acaba manifestándose en forma de autoritarismo con una degeneración nítida de la democracia.
En la U.E, los poseedores del capital controlan a su vez la información. Son, por tanto los creadores de opinión, los manipuladores de las ideas, los nuevos apóstoles del pensamiento único, que es la traducción ideológica de los intereses del capital mundial, de las prioridades de los mercados financieros, los propagandistas de las políticas neoliberales, recomendadas por las organizaciones internacionales. Son los que expulsan a la marginación, los encargados del linchamiento público a quien disienta, a quien ponga en cuestión la unión Europea del capital que presentan como un hecho natural e incuestionable y extorsionan continuamente al ciudadano que protesta porque está poniendo en peligro la Unidad Europea y, por lo tanto el crecimiento económico y de bienestar.
La U.E no busca resolverlos problemas de las capas sociales más desfavorecidas de los distintos pueblos que conforman los estados miembros. Se ocupa del mercado y de la moneda única como instrumento necesario para la libre circulación de capital, dela estabilidad monetaria que garantice la estabilidad del sistema. Su objetivo principal es el beneficio empresarial, rompiendo la conexión entre el crecimiento económico y el desarrollo social. De hecho a pesar de la presión que ejercen los movimientos progresistas europeos, contra el proyecto de constitución europea nunca se abordó una carta de derechos sociales que se reclama por parte de ellos.
Todo esto es consecuencia de las directrices impartidas por las instituciones económicas y monetarias que aplican, en todos los estados miembros, la misma política. Por ello se ha incrementado la autonomía y la hegemonía del poder económico sobre el político. Este y no otro ha sido el objetivo de la creación del Banco Central Europeo, que agrupa a los bancos centrales de los distintos estados miembros y que continuara el sistema Europeo de bancos centrales que consagra la independencia política del dinero.
El pacto de estabilidad por el cual se establecen sanciones económicas a los estados que se salgan de la disciplina monetaria no es más que una consecuencia del pensamiento único, de la aplicación de la política única, de la dictadura monetaria. La degeneración y el retroceso de la participación popular en cualquier decisión son evidentes. Dentro de la U.E no se ofrecen alternativas para comunidades, pueblos o naciones que deseen avanzar en formas de autonomía real, aplastando con ello la biodiversidad, intentando hegemonizar realidades heterogéneas.
Europa, por otra parte, también está sometida a los dictados del capitalismo internacional, lo que ha llevado en pocos años a una buena parte de la quiebra del tejido productivo, concretándose en: Desaparición de la pequeña agricultura campesina .En los últimos años se ha destruido cerca de dos millones de puestos de trabajo. Reconversión permanente de la actividad industrial más importante, generando así el menor número de empleo, como se puede ver en el día a día. Aumento de grandes superficies comerciales en detrimento del pequeño comercio. Privatización creciente de empresas y servicios públicos. Tendencia al desmantelamiento y privatización del sistema público de pensiones. Agravamiento de los impactos ecológicos y los desequilibrios territoriales. Endurecimiento de la represión social y la inmigración. Fortalecimiento de las estructuras militares con claro apoyo a los conflictos armados poniendo en peligro la paz mundial. Progresiva tendencia a la feminización de la pobreza.
Incremento de la corrupción a todos los niveles, favoreciendo el enriquecimiento rápido de una minoría vinculada al poder a costa de masacrar a las personas más vulnerables, como ahora ocurre con la abusiva subida de la luz y el coste de la vida etc.
Necesitamos otra Europa. La actual constitución europea que fue consensuada en su momento en una cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno en Bruselas, aprobada después el 20-2-2005, en una consulta trampa con una participación bajísima, nos aleja de casi todo lo que podamos entender como derecho constitucional y democrático. Más que una constitución es una dictadura. La Europa que en otras épocas ha sido referencia de progreso social para las poblaciones del mundo, aparece en la actualidad en la vanguardia del capitalismo globalizador y quieren convertir a Europa y el entorno en un paraíso de libre cambio.
Hay que situar a los seres humanos como eje y centro de la vida social y de la actividad política, lo que significa que la satisfacción de las necesidades de las personas tienen que estar garantizadas, por encima de cualquier otra consideración, por encima de la rentabilidad de las inversiones o de la competitividad de la economía.
Europa debe de estar al servicio de sus habitantes. Los pueblos tienen derecho a disponer de sí mismos y elegir su futuro según deseen. Son ellos y no solo los jefes de gobierno los que deben decidir democráticamente las relaciones que quieren tener entre ellos en el ámbito europeo.