Julio Bruno, empresario asturiano afincado en Londres: «Todo el mundo se está volviendo digital, y yo creo que hay que hacerse analógico»
IN ASTURIAS
«El asturiano siempre ha sido internacional; y llevamos a Asturias en el pecho y se nos nota», asegura el inversor, recién nombrado presidente de Lío, grupo de restauración especializado en cabaret
23 ene 2024 . Actualizado a las 07:46 h.El inversor y empresario Julio Bruno (Gijón, 1965) acaba de ser nombrado presidente de Lío, grupo de restauración especializado en espectáculos de cabaret, que cuenta actualmente con cuatro establecimientos en Ibiza, Mallorca, Miconoss y Londres. Con una dilatada carrera a sus espaldas, Bruno reside desde 2015 en Londres, a donde llegó para convertirse en el consejero delegado de Time Out Group, cargo que ocupó hasta 2021. En la actualidad, ejerce como CEO de BeBeMe, marca de enotecas situadas en espacios emblemáticos de Londres, fundada por él. También preside Mercato Metropolitano, el primer mercado sostenible comunitario en Londres. Como buen asturiano, hace gala de su origen allí donde va, y es un promotor convencido de la tierrina.
—¿Qué significa este nuevo puesto al frente de Lío en su carrera?
—Lío era parte del grupo Pachá, y yo estaba ya en la junta directiva. Lo vendimos y al cabo de dos meses los dueños me llamaron si podía ayudarles un poco. Me encanta Lío. Entré de presidente no ejecutivo, y la empresa ya tiene un consejero delegado que es quien lleva el día a día. Yo ya conocía al equipo de Lío y era algo muy dentro de lo mío, parte de esta evolución en mi carrera, ahora más encaminada al ocio, la gastronomía y todo lo que conlleva. Con el Covid todos nos replanteamos un poco qué hacer en la vida. Yo siempre me dediqué a tecnología y medios, en Time Out y Trip Advisor, y esto ha sido una evolución. Mientras todo el mundo se está volviendo digital yo creo que hay que volverse analógico, hay que ir a lo que nos gusta, a pasarlo bien. Aunque, en realidad, los que lo pasan bien son los clientes. Tu estás trabajando y es un negocio.
—La pandemia, así como activó mucho lo digital, nos puso delante la idea de que lo presencial es fundamental.
—Sí. Además, en mi caso, como también decidí abrir mis enotecas y me convertí en un comercializador de vinos, importo, tengo bares, tienda, restaurante. Era abundar en lo mismo, en ese mundo de ocio y entretenimiento del que nos dimos cuenta que era tan necesario durante el Covid. Es una parte de mi vida que estuvo ahí. Porque yo empecé con una empresa de distribución de bebidas alcohólicas en el mundo. Mi familia tiene una bodega en León, he estado siempre cerca de ese mundo, y el Mercato Metropolitano y lo de Lío era como cerrar el círculo.
—¿Cree que el cabaret goza de buena salud?
—Sí. El cabaret parece una cosa más de antes pero es algo que venía pasando durante muchos años. Grandes grupos restauradores del mundo, marcas famosas, tienen esa forma de cenar con un poco de espectáculo, con un poco de teatro. Y Lío, que empezó en Ibiza hace 12 años, es la máxima expresión de ese mundo de gastronomía con espectáculo de lujo. Es algo que siempre ha estado ahí: en sitios como Londres, Nueva York o Madrid, que son ciudades muy de eventos, de teatro y de musicales, etcétera. Esto es una vuelta de tuerca a ese concepto de la noche, de salir, de divertirse. Al final, lo que te llevas es la experiencia. No se trata de comprarte algo material sino una noche que estás con tus amigos, tus seres queridos, pasándotelo bien. Me gusta decir que estamos en el negocio de la felicidad.
—Usted vive en Londres. ¿Qué tiene esta ciudad?
—He estado en Nueva York y también en París durante una época. Vine a Londres en 2015 para ser el consejero delegado de Time Out y aquí sigo. Londres es una ciudad cosmopolita, grande, en una potencia económica y cultural como es el Reino Unido, y aquí tienes de todo. Es muy bonita la ciudad, la vida cultural no la hay en ninguna otra ciudad, del mundo occidental al menos, quizá Nueva York. Eso es lo que me gusta.
—¿Le afectó de alguna manera el Brexit?
—Me afectó como a todo el mundo. Tuve que hacerme residente, hacer un trámite, tienes que cumplir una serie de requisitos que yo cumplía y ya está. Pero me afectó más a nivel emocional. Siempre me pareció difícil imaginarme a Europa sin el Reino Unido y al Reino Unido sin Europa. Me sigue costando. Mucha gente se ha dado cuenta de que es un error, pero eso es otro tema. Hay muchas encuestas que dicen que si volvieran a votar saldría el quedarse. Porque los engañaron. El populismo es lo que tiene. Nadie se paró a pensar que sería un problema. Pero hay que respetarlo, el Reino Unido votó así y ya veremos que pasa de aquí a veinte años cuando alguien piense lo contrario otra vez.
—Hace décadas la gastronomía inglesa tenía muy mala fama. Hoy las cosas han cambiado.
—Sí. Como la economía es muy fuerte, es un país lleno de emprendedores y gente que crea empresas y te da muchas facilidades en este sentido. Cuando yo llegué en el 93 por primera vez, todos los topicazos de que se comía mal eran verdad. La comida típica inglesa era la comida india. Cuando querías hacer algo divertido te ibas al indio, que en general eran unos sitios bastante normalitos y de andar por casa. No había nada más. A partir de los 90 empezó una revolución bestial y hoy en día Londres es una de las diez ciudades del mundo donde mejor se puede comer. Hay restaurantes de todo tipo de comida internacional, en los nuestros de Mercato Metropolitana hay de todo tipo: de Malasia, de Siria o de España. Y están los grandes restaurantes con estrellas Michelín. Se come como en cualquier sitio del mundo.
—Hubo un tiempo en el que los restaurantes españoles fuera de España tenían mala fama. ¿Le tocó vivirlo en Londres?
—Sí. Era verdad. Había dos o o tres en los que se comía bien, pero nada más. Yo en los años noventa no iba nunca a un restaurante español. Eran mucho mejores los portugueses. Ahora es otra cosa. Hay muchos restaurantes muy buenos, como el Hispania, que es increíble, porque viene Marcos Morán, de Casa Gerardo, con una estrella Michelín. Y también mi restaurante, Soleado, que es de base asturiana. Eso por tirar para casa, pero hay muchos otros, como los de Quique Dcosta o José Pizarro, que son de gran calidad. La fama ya no es como era gracias a los grandes cocineros que han venido.
—¿Qué tal es su relación con Asturias?
—Estuve en Navidad. Tengo familia en Gijón y en Oviedo. Mis socios son de ahí, además. Me mantengo cerca de mi tierra porque siempre he sido un asturiano orgulloso de serlo, y siempre pienso que tengo que volver, no solo de vacaciones sino más. Llevo la imagen de Asturias por el mundo, si puedo. Enseño a la gente lo diferente que es, que España no es Andalucía, con todo el respeto. Que no tiene nada que ver, que somos diferentes, tomamos sidra, somos celtas. Les extraña.
—En Asturias ha tenido durante décadas un gran peso la empresa pública ¿Cómo lo ve actualmente en materia de empresa y emprendimiento?
—Si te vas a hace 30 años, de lo que vivía Asturias a hoy ha cambiado mucho. Ahora, se está haciendo mucha más industria, y empieza a haber bastante más emprendedores. Lógicamente Asturias está donde está y es una región pequeña, y ha tenido esa herencia de empresa pública que nos ha costado quizá más que en otras regiones, aunque no en todas, pero yo veo que es mucho más dinámica. He dado alguna conferencia en Asturias con empresarios y veo que las cosas van hacia arriba.
—Aunque vive fuera desde hace mucho tiempo, se ve que tiene a Asturias muy presente.
—Sí. Soy un asturiano por el mundo que sigue buscando y reinventándose, y creo que eso es parte del asturiano. Nosotros en el siglo XX nos fuimos a hacer las Américas. De hecho yo tengo familia en Argentina. Creo que el asturiano siempre ha sido internacional. Sobre todo a partir del siglo XX que empieza a buscarse la vida fuera. Yo soy otro emigrante más, aunque de la nueva ola, que fue a buscarse la vida fuera por cuestiones de trabajo. Es parte de ese espíritu asturiano. Y otra cosa es que llevamos Asturias en el pecho y se nos nota. Somos muy habladores, bebedores y muy de la vida divertida. Es un poco el topicazo asturiano, el de el buen comer y el buen beber. Eso viene de con esa facilidad del asturiano y la asturiana de comunicarse con el mundo de ser abiertos, de hacer amigos. Y eso lo llevo siempre a todo el mundo. Está el clima, la mina, lo de irse a Cuba, a Latinoamérica, emigrar, eso hizo una cultura muy especial de Asturias. Esa idea de ver el mundo de una forma más global pero con Asturias en el centro. El asturiano es igual vaya donde vaya. Busca la amistad, busca pasarlo bien y ser buena gente. En Asturias en general somos buena gente. Eso si que es una exportación. Aparte del paraíso natural. La belleza y la gastronomía de Asturias es incomparable. Cuando enseño la fotos a la gente en todo el mundo, siempre alucinan. Me preguntan si es Suiza o Austria y yo les digo: «No, esto ye Asturies».