El punto y seguido de Casa Ataúlfo

Marcos Gutiérrez REDACCIÓN

GIJÓN

Ataúlfo Blanco posa junto a Ferran Adrià
Ataúlfo Blanco posa junto a Ferran Adrià Casa Ataúlfo

Ataúlfo Blanco y su mujer, Rosi Vitienes, dejan por jubilación el domingo la emblemática sidrería que fundaron en 1983. Lo hacen pasando el testigo a las «muy buenas manos» de Sidra JR. Blanco reconoce que estos días anda «emocionado cada poco por nada, hasta cuando gana el Sporting»

09 mar 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Ataúlfo Blanco y su mujer, Rosi Vitienes, se jubilan. Dos de los hosteleros de referencia de Gijón dan un paso al lado para disfrutar de un merecido descanso. En el caso concreto del dueño de Casa Ataúlfo, dice adiós este domingo, 10 de marzo, tras 41 años al pie del cañón. No obstante, el emblemático establecimiento continuará gestionado por Sidra JR.

Blanco apura sus últimas horas al frente de un negocio que reconoce «queda en muy buenas manos a partir de ahora, con los mismos empleados y a cargo de gente muy formal». Reconoce que son «días liados», no solo por la normal actividad diaria de un negocio como el de esta sidrería y restaurante de la calle Cabrales, sino también por la cantidad de clientes y amigos (después de tantos años la separación entre ambos términos se diluye) que pasan a despedirse.

No en vano, antes de poder llegar a intercambiar unas palabras con este querido hostelero, varias personas fueron las que compartieron con él recuerdos, apretones de manos, palmadas en el hombro y buenos deseos.

Casi desde el primer minuto que abrió sus puertas Casa Ataúlfo se convirtió en un punto de reunión de los amantes de la buena cocina asturiana tradicional, la sidra y el Sporting de Gijón.

Por el establecimiento se han dejado caer actores como el recordado Arturo Fernández, un habitual del local, y referentes del mundo de los fogones como Ferrán Adriá y José Andrés.

Pese a lo arropado que se siente por su mujer, sus tres hijas, sus nietos, clientes y empleados, Ataúlfo Blanco no puede evitar sentirse «un poco triste», ahora que los recuerdos de cuatro décadas se agolpan en su cabeza. Admite que se siente «emocionado cada poco por nada, hasta cuando gana el Sporting» y se le quiebra la voz cuando rememora anécdotas y vivencias de su local.

Este garante del buen comer y servir de la ciudad lleva «41 años en Casa Ataúlfo y trabajando en total 60». No en vano, el lunes, un día después de jubilarse, cumplirá 74 años. «Casi todos los clientes me dicen que me quede», apunta. No obstante, hasta el profesional más dedicado y amante de su sector necesita pisar el freno, más si cabe después de toda una vida en un «negocio muy difícil» como es la hostelería.

Reconoce que ahora va a invertir sus horas en «descansar y, sobre todo, pasar tiempo con los nietos, que son cinco».